A pesar de la apuesta que el FMI había hecho a principios del año a favor de una recuperación económica mundial durante el primer semestre, en dicho período la economía mundial creció sólo 2, 5%, ritmo similar al del segundo semestre de 2012. Si bien las economías desarrolladas mostraron alguna mejora, las economías emergentes han venido afrontando crecientes problemas para comercializar sus productos y financiarse a nivel internacional.
No es de extrañar, entonces, la reciente revisión a la baja hecha por el FMI a sus perspectivas de crecimiento mundial, de 3, 2% a 2, 9% en 2013 y de 3, 8% a 3, 6% en 2014, generando inquietud entre los agentes económicos. Sin embargo, este ajuste a la baja no es novedad para el mercado, dado que los signos negativos en los que se sustenta ya habían sido digeridos con antelación por diversas agencias de análisis económico, por lo que no tendría por qué implicar una modificación de expectativas hacia el cierre de 2013 y 2014.
Dentro de este marco, el crecimiento económico proyectado para las economías emergentes bajará de 5% a 4, 5% en 2013 y de 5, 5% a 5, 1% en 2014. Esta desaceleración esperada será más marcada en las economías emergentes asiáticas, que crecerán 6 décimas menos en 2013 y 4 décimas menos en 2014. En economías como Rusia, Sudáfrica, Chile y Perú la desaceleración tiene un carácter principalmente cíclico, en contraste con lo que sucede en países como China, India y Brasil, donde la desaceleración obedece más a desajustes de índole estructural.
América Latina en conjunto podrá crecer, ya no 3% sino 2, 7% en 2013 y ya no 3, 4% sino 3, 1% en 2014; retroceso concentrado principalmente en México, que en lugar de crecer 2, 9% en 2013 lo haría a tan solo 1, 2%, y también en Brasil, que ya no crecería 3, 2% en 2014 sino tan solo 2, 5%.
Más allá de la caída de los precios de las materias primas, las economías emergentes se han visto afectadas por la creciente incertidumbre respecto al necesario ajuste fiscal en EEUU y el cambio de la política monetaria que tarde o temprano deberá ejecutar la FED, lo que ha implicado y seguirá implicando por buen tiempo, tener que confrontar una mayor volatilidad en las tasas de interés y los tipos de cambio, lo que genera un ambiente de endurecimiento de las condiciones de financiamiento.
En medio de este escenario enrarecido, la buena noticia es que las principales economías de la Eurozona – Alemania y Francia principalmente – dan muestras de una recuperación más robusta de lo imaginado, aunque sin ser suficiente como para arrastrar al resto de países europeos inmersos en una recesión de efectos muy duros en términos de desempleo e ingresos, a pesar de las mejoras observadas en competitividad y en exportaciones. Las perspectivas de recuperación para estos países sólo podrán cobrar fuerza en la medida que se ejecuten reformas profundas tendientes a restituir el circuito del crédito.
Para el FMI la economía peruana sigue siendo una economía de performance sobresaliente, al mantenerse como una de las más dinámicas de América Latina y del mundo, dentro de un clima de baja inflación, superávits fiscales constantes y bajo endeudamiento público (19, 7% del PBI). Sin embargo, redujo su previsión de crecimiento del Perú para 2013, del 6, 3% anunciado en abril a 5, 4%, reconociendo tácitamente una desaceleración en curso que analistas locales ya vislumbraban incluso desde abril pasado. Lamentablemente, a la luz de la performance de crecimiento observada hacia setiembre, ese 5, 4% es ya una tasa demasiado optimista, siendo lo más probable que la economía peruana termine el año creciendo sólo entre 5% y 5, 2%.
Lo positivo dentro de lo negativo, es que pareciera que la desaceleración de la economía peruana habría tocado fondo en agosto, y que en los últimos meses del año y durante todo el año 2014, podrá haber un repute, favorecido por la expansión del sector minero y el sostenido dinamismo de los servicios, en un contexto de recuperación de la confianza empresarial. Lo interesante del proceso peruano, es que su dinámica económica está afianzada en una evolución detonante de regiones costeñas, serranas y selváticas, que vienen creciendo más que Lima. Este perfil de crecimiento descentralizado, a no dudarlo, favorecerá la consolidación de la abrupta caída del índice de pobreza, de 54% en 2001 a 25, 8% en 2012, apuntando a 20% hacia 2016.