Lima COP 20: la agenda y los retos

Inició la COP 20 en Lima. Probablemente sea la última oportunidad que tiene el planeta para hacerle frente al reto del cambio climático y es por ello que la agenda planteada es, además de relevante, muy ambiciosa. Las negociaciones que se inician hoy en Lima y que finalizarán con en el pacto de París en el 2015 tienen por tónica relevante lo siguiente: (1) insistencia en garantizar coherencia entre los compromisos nacionales y el objetivo de evitar un aumento en la temperatura superior a los 2ºC, (2) reconocimiento de la importancia que un nuevo acuerdo establezca obligaciones de mitigación para todos los países y no sólo para los industrializados, (3) coincidencia en que un nuevo acuerdo debe ser más efectivo, más durable, más comprehensivo que el Protocolo de Kioto y con capacidad para abordar objetivos de mitigación y adaptación, (4) compromiso de registrar contribuciones nacionales para la reducción de emisiones durante el primer trimestre del 2015, (5) vinculación de las políticas de cambio climático con el desarrollo sustentable, metas para erradicación de la pobreza y crecimiento verde, (6) movilización de US$ 200 billones, provenientes de fondos públicos y privados, para financiar un desarrollo económico resiliente y bajo en carbón, a lo cual se añade el compromiso de garantizar un financiamiento equivalente a US$ 100 billones anuales a partir del 2020, (7) impulso a la definición de un impuesto global sobre emisiones de CO2, (8) definición de nuevos mecanismos para financiar situaciones de riesgo y crear capacidades de adaptación en países y regiones vulnerables, y (9) generación de nuevas coaliciones entre gobiernos, organizaciones sociales, agencias internacionales y el sector privado para identificar oportunidades y detonar proyectos.

Estos temas, en gran medida, definirán la agenda de las casi dos semanas que durará el evento, y que si bien llena de optimismo por su rigor, muestra aún un tono algo nebuloso en el caso de las obligaciones de adaptación. Otro aspecto que se debe resaltar es que los países participantes del evento arriban a Lima con un claro consenso de avanzar en un nuevo modelo que si bien reconozca capacidades diferenciadas, ponga un mayor peso en responsabilidades comunes y elimine la división ineficiente entre países con y sin obligaciones de mitigación. Sin embargo, el fresco recuerdo de la cumbre de Copenhague (COP 15 del 2009) llama a la prudencia. Si bien los países que impulsan medidas más efectivas representan 50% de la población mundial, no es clara la actitud que asumirán los países que se han retirado del  Protocolo de Kioto o potencias con influencia regional como Rusia. Tampoco hay que perder de vista que el objetivo es que el nuevo tratado entre en vigor hasta el 2020 y, considerando el ritmo en que han crecido en los últimos años las emisiones globales, las medidas pactadas en el 2015 pueden resultar poco efectivas cinco años después. Finalmente, la negociación y firma de un nuevo tratado vinculante es un paso indispensable, pero una vez superado ese obstáculo, todavía queda pendiente la parte más importante: que los países firmantes cumplan realmente sus compromisos.