El nuevo ministro izquierdista de Finanzas de Grecia chocó abiertamente con su poderoso homólogo alemán, mientras los costos del crédito se dispararon para Atenas y las acciones de sus bancos se hundieron tras la decisión del Banco Central Europeo de frenar la financiación de los prestamistas del país. Tras las francas conversaciones mantenidas en Berlín, el ministro de Finanzas germano, Wolfgang Schaeuble, afirmó que le dijo a su par griego, Yanis Varoufakis, que no es realista hacer promesas electorales que afectan a otros países, y que “habían acordado estar en desacuerdo”.
Un desafiante Varoufakis, cuyo Gobierno de izquierda fue elegido en una plataforma que propuso acabar con las medidas de austeridad y negociar una condonación de la deuda, le contradijo en una conferencia de prensa conjunta, asegurando que “ni siquiera estuvimos de acuerdo en estar en desacuerdo”. Schaeuble dijo que, aunque respeta la elección de los votantes griegos, es esencial que el nuevo Gobierno cumpla los acuerdos alcanzados con la Unión Europea y trabaje con el Fondo Monetario Internacional, el BCE y la Comisión Europea.
El Gobierno de diez días del primer ministro, Alexis Tsipras ha dicho que no ampliará el programa de rescate que expira a fines de mes y se ha negado a cooperar con la denominada “troika” de acreedores internacionales. También aseguró que revertirá las medidas impopulares impuestas por los acreedores extranjeros y detendrá algunas privatizaciones, subirá el salario mínimo, contratará de nuevo a los trabajadores del sector público despedidos y repondrá un bono para los pensionistas pobres.
“Grecia ya no aceptará más órdenes, especialmente órdenes recibidas por correo electrónico”, dijo Tsipras a su grupo parlamentario de izquierda, negando que haya regresado con las manos vacías de su gira europea. En aparente referencia a la dura postura adoptada por el BCE y otros, Tsipras dijo: “Grecia no puede ser chantajeada, porque la democracia en Europa no puede ser chantajeada”