La pesquería peruana se ha centrado, desarrollado y regulado en los últimos años en función de la industria harinera basada en la anchoveta. Analizada por volúmenes de extracción, la pesquería peruana califica desde entonces como monoespecífica, lo que la hace vulnerable a cualquier cambio climático u oceanográfico.
La cuota anual de captura de anchoveta se viene determinando en función del sostenimiento de la propia especie sin considerar su contribución al resto de especies en el ecosistema.
La anchoveta constituye el recurso forraje de las diversas especies predadoras y que son principalmente aquellas de mayor interés para el consumo humano. Su extracción intensiva tiene consecuencias desequilibrantes en el ecosistema puesto que disminuye la disponibilidad de alimento para las especies que se sirven de ella.
La extracción de la anchoveta hasta el límite de su sostenibilidad ha afectado seriamente la estructura trófica reduciendo la productividad del sistema hidrobiológico en el mar peruano. Como consecuencia se producen externalidades negativas en el ámbito social y ambiental cuyo costo lo asume indebidamente la Nación.
El Estado recauda insuficientemente del sector pesquero en general y por tanto no tiene capacidad para cumplir cabalmente su papel de Administrador Pesquero de sus recursos naturales mediante programas de investigación, monitoreo, control y supervisión indispensables para el manejo sostenible de los recursos.
El DL 1084 que impone límites máximos de captura por embarcación ha conducido a la racionalización de las capturas de esta pesquería y ha mejorado la eficiencia de la industria, la cual deberá aportar mayores recursos económicos al país, de los que actualmente aporta.
Las biomasas de las diversas especies destinadas al consumo humano se han reducido, lo que ha obligado al poblador costero pescador a exacerbar sus esfuerzos sobre juveniles y a reorientarse ilegalmente hacia el recurso anchoveta, agravando aún más el desequilibrio y el estado de pobreza del sector.
Las evidencias hacen presumir que el manejo de la extracción pesquera no garantiza la sostenibilidad de un sinnúmero de recursos importantes para la sociedad y para el equilibrio del ecosistema. El impacto sobre los recursos marinos y costeros se hace cada vez más evidente, pudiendo exceder la capacidad de carga de los mismos.
La riqueza infinita del mar peruano no es más que un mito. Este error de percepción promueve un irrefrenable incremento del esfuerzo pesquero y confunde además a la opinión pública haciendo más ardua la labor de regulación. Los beneficios económicos del sector pesquero marítimo alcanzan a una fracción mínima de la población costera involucrada.
El mar peruano fue muy rico y abundante para la pesca, hoy ya no lo es. Podrá volver a ser abundante si administramos mejor la pesquería. La capacidad actual para realizar esfuerzo pesquero de extracción del pescador peruano supera los límites de sostenibilidad. La capacidad de dar empleo digno y sostenido en extracción está inexorablemente ligada al volumen de captura permisible a lo largo del año, la cual no puede ser infinita. Los volúmenes de recursos pesqueros naturales no aumentan a la par que crece la población vinculada a la extracción. Los recursos pesqueros no aumentan en función a la demanda.
Un ecosistema en equilibrio natural es una realidad que primó desde los orígenes de la evolución de la vida en el planeta hasta el pasado reciente (no más de 80 años atrás) Las más diversas especies existían en abundancia y en equilibrio regidas bajo la regla presa-predador. Las especies se sirven unas de otras como alimento. La demanda del hombre costero por pescado estaba satisfecha y no irrogaba desequilibrio.
Un ecosistema en desequilibrio por actividad pesquera constituye la realidad actual. Está provocado por la mecanización y masificación de la captura de especies marinas y por la deficientemente regulación y la ausencia de difusión de la realidad pesquera. Ello conduce a desórdenes de orden económico y social, al empobrecimiento del mar y a la frustración de los actores de la pesquería.
Se espera un ecosistema en equilibrio con actividad pesquera como el objetivo principal de la Administración Pesquera, que autoriza la extracción racional de una porción de biomasa de cada nivel trófico, privilegiando la cautela de ciertas especies y el sacrificio de otras en beneficio del hombre.
Se espera que antes de introducir mayor esfuerzo pesquero al sistema, la autoridad científica proporcione el conocimiento técnico necesario para la formulación de políticas, la toma de decisiones y la elaboración de planes, los que deben tener como principal consideración el manejo sostenible de los recursos y la recuperación del medio ambiente marino y costero. Es la única forma de desarrollar un método de gestión que permita armonizar los valores culturales, económicos y ambientales y equilibrar la protección ambiental y el desarrollo económico de las zonas costeras.
Se espera que la promoción de nuevas pesquerías y/o el aumento del esfuerzo pesquero estén fundamentados en una sólida base de conocimiento derivada del trabajo científico y riguroso. La investigación científica es pieza clave como generador primario de información relevante para emprender acciones bien sustentadas en torno al manejo adecuado del mar y de las zonas costeras.
Se espera que, antes de entrar en propuestas promocionales de la pesquería se realice un estudio que permita determinar cuáles serían las especies objetivo, cuál el volumen de su biomasa, cuáles serían los períodos de vedas reproductivas, cuál sería el efecto ecosistémico de su explotación, para llegar a determinar una tasa anual de captura por especie. De esta información se deriva la capacidad de bodega que debería tener una flota con intención de incursionar en la actividad extractiva, la cuota anual de extracción, las cuotas individuales a asignar y los períodos de pesca. Solo entonces podríamos pretender introducir mayor esfuerzo pesquero sobre el ecosistema marino de Humboldt.
El recurso pesquero tiene la cualidad de renovable, pero no de inagotable ni de infinito.
El hecho es que hoy hay menos peces que antes. El hecho es que la pesca de otras especies que no sean anchoveta ha disminuido a niveles notorios, sin que medie explicación oficial. Ya no hay meros, corvinas, congrios, cabrillas, etc. como antes. La información estadística oficial no refleja esta situación dado que solamente se centra en 16 principales especies ignorando al resto de las especies costeras capturadas por la pesquería artesanal.
Los pescadores artesanales, que antes capturaban estas y otras especias a poca distancia de sus poblaciones, hoy se han visto obligados por la necesidad, a convertirse en pescadores de altura sin tener la preparación ni el equipamiento apropiado que se aventuran a veces hasta las 200 millas en busca de especies sustitutas a su pesquería tradicional, como el perico. El cual se empieza a capturar aun cuando su talla es pequeña. No hay control al respecto.
La verdad es que los volúmenes que antes existían de otras especies ya no son los mismos. Ya no es rentable pretender vivir de su captura. Este es el escenario de vida del poblador costero. Una ilusión de pesca de anchoveta que no les genera empleo sostenido durante todo el año, forzándolos a convertirse en supervivientes laborando en cualquier empleo temporal. Pérdidas más frecuentes de embarcaciones porque los escasos días de pesca restan práctica y destreza a los patrones.
El desarrollo del sector pesquero peruano está asociado a la disponibilidad de los recursos pesqueros, niveles de captura, la producción, la venta al mercado interno y la exportación así como a la evolución de los eventos El Niño. Por ello se espera que se regulen debidamente.
Se espera que política del sector pesquero consolide a la actividad pesquera como uno de los principales elementos de la alimentación nacional, privilegiando el mercado interno antes que el externo.
Se espera que se incremente el consumo interno a través de la promoción de anchoveta y pota, dado que constituyen las especies más abundantes; se ordene la actividad artesanal y se eleve la calidad de vida de los pescadores; se impulse la acuicultura de especies filtradoras; y se fortalezca la gestión institucional con funcionarios íntegros, con experiencia en el sector, con visón de largo plazo, con criterio propio e independencia en relación a los intereses de los administrados.
Se espera que cese la subordinación de los funcionarios a intereses comerciales, desterrando la designación por presión y/o manipulación de los lobistas que tradicionalmente vienen manejando el sector pesquero.
Las autoridades de pesquería, si bien es cierto necesitan concertar con todos los actores de la pesquería, deben hacerlo sin subordinación ni dependencia hacia nada que no sea el interés nacional plasmado en un plan de gobierno. Se espera que la influencia de la industria ceda lugar a un esquema de concertación con pleno respeto e independencia de funcionarios, los cuales necesariamente tienen que conocer el sector y tener claramente definidos los objetivos estratégicos que más le convienen al país.
La actividad pesquera descansa sobre la existencia de recursos pesqueros, por tanto el primer objetivo es garantizar la sostenibilidad de los mismos. Para garantizarla es preciso contar con un eficiente sistema de prevención y mitigación de los impactos a los que está expuesto el ecosistema por efectos naturales, de tal forma que la operatividad de la infraestructura y de la cadena de valor sufra las menores consecuencias por el menor tiempo posible.
Se espera el fortalecimiento del sistema científico y oceanográfico, el cual debe priorizar los estudios biológicos y socio económicos de los recursos, áreas y épocas de reproducción, tallas y edad de los mismos, el conocimiento de los stocks disponibles, renovación de poblaciones, impacto de la mortalidad antropogénica y natural y la influencia de las variaciones oceanográficas, principalmente en áreas costeras.
Se espera, en atención a esta necesidad, una nueva ley para el Instituto del Mar que le proporcione autonomía administrativa y que pueda ser dirigido por científicos de prestigio internacional.
El efecto de impactos climáticos, oceanográficos, naturales (que son impredecibles) y mortalidad antropogénica, impone un enfoque precautorio que obliga a reducir el esfuerzo pesquero por lo cual es se espera que se actúe en ese sentido, lo que conlleva a la necesidad de definir cuotas anuales globales de extracción por especie.
Se espera un sistema regulatorio adecuado que abarque a todas las especies en explotación comercial y que no tenga el enfoque orientado a un solo recurso.
La propuesta completa de un plan de administración pesquera en:
https://www.yumpu.com/es/document/view/52788229/propuesta-de-politica-pesquera-peru