La inversión pública y privada

El Ministro de Economía en su presentación en CADE remarcó una vez más la importancia que la inversión, tanto pública como privada, tiene para el crecimiento de la economía. La meta de crecimiento de 5% anual pasa necesariamente por la movilización de la inversión privada para lograr dicha meta. En esta entrega analizamos la reciente evolución de la inversión y su probable evolución en los próximos años con su implicancia en el crecimiento de la economía.

En el Gráfico 1 se presenta la evolución de la tasa de crecimiento anualizada de la Inversión Bruta Interna para cada trimestre para el periodo 2007 – 2016. Observamos que hasta antes de la crisis del 2008 la inversión crecía a tasas superiores al 25% anual. La crisis del 2008 generó una retracción de la inversión pero que fue superada rápidamente. Sin embargo, a partir del 2014 se viene observando una retracción de la inversión que se ha acentuado en el 2016.

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La caída de la inversión total se ha dado a pesar de los altos niveles de inversión pública en los últimos años. El último dato disponible (tercer trimestre del 2016) muestra que la caída de la inversión total es mayor al 5% anual. Con esta tendencia en la inversión total se hace muy difícil mantener un crecimiento del 4% en el mediano plazo.

El crecimiento de 4% se explica mayormente por el aumento de las exportaciones mineras. En el Gráfico 2 se observa la diferencia marcada entre el crecimiento de las exportaciones y el crecimiento de la demanda interna. Mientras que las exportaciones crecen a 10% la demanda interna lo hace apenas al 2%. Esta situación hace que el crecimiento de los próximos años dependa del crecimiento de las exportaciones.

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Lamentablemente, no hay grandes proyectos mineros en curso. Proyectos como Conga y Tía María están paralizados y difícilmente se podrán realizar en el corto plazo. El gobierno ha apostado a las Asociaciones Público Privadas como elemento dinamizador de las inversiones en los próximos 5 años. Sin embargo, la capacidad de movilización de inversiones en esta esfera es limitada y no será suficiente para crecer 5% por año.

La inversión pública tampoco será capaz de compensar la ausencia de inversión privada.  El compromiso con la reducción del déficit público y la poca convicción para reducir el gasto corriente hacen que el ajuste fiscal se tenga que dar por la reducción de la inversión. Esta situación se verá agravada por los anuncios de reducción del IGV.

Los resultados del tercer trimestre han sido desalentadores respecto a la inversión total.  El cuarto trimestre deberá continuar con esta tendencia debido al ajuste fiscal en curso. Un gran porcentaje de la inversión publica se realiza en el último trimestre. El ajuste o retraso de los proyectos de inversión pública en el último trimestre ya se viene reflejando en las menores entregas de cemento y los menores índices de avance de la inversión publica. El sector construcción y el de manufactura son los sectores que presentan decrecimiento en los últimos trimestres y su situación debe continuar deprimida durante el próximo año.

La caída de la inversión de los dos últimos años deberá reflejarse en un crecimiento anémico inferior al 3.5%. No hay nuevos proyectos mineros a la vista y por lo tanto el sector minero no podrá mantener las elevadas tasas de crecimiento registradas este año. Sin el dinamismo de la minería el resto de sectores continuarán su estancamiento. La mejor prueba de este estancamiento es la desaceleración pronunciada del sector energía, gas y agua. La tasa de crecimiento de este sector ha pasado de más del 10% en el 2014 a 6% en el tercer trimestre de este año.

El gobierno apuesta a una reactivación económica a través de una reducción de la informalidad basada en la reducción de impuestos y simplificación de trámites. El gobierno está cometiendo un error de diagnóstico.  El origen de la informalidad está en la baja productividad que obliga a éstos a la evasión de impuestos y a no contribuir a la seguridad social y a EsSalud.

La mayor informalidad se encuentra en el campo que es justamente donde se encuentra la menor productividad laboral. El agro necesita una inyección de capital (canales de riego, sistemas de riego por goteo, etc.), crédito, mejores semillas, fertilizantes, sementales, mejores razas de ganado y una masiva extensión agrícola. Todo ello se puede hacer rápidamente con programas como Sierra Productiva y Sierra Exportadora. Sin embargo, el gobierno prefiere reducir el IGV, cuando estos recursos serían suficientes para invertirlos en el agro y aumentar la productividad de miles de peruanos y de paso reactivar la economía de una manera sostenida.

Lamentablemente el presupuesto aprobado no refleja estas prioridades. Se ha preferido continuar con el asistencialismo. El Ejecutivo ha perdido una oportunidad de oro con las facultades especiales para relanzar la economía con medidas de fondo como la flexibilización laboral, reforma tributaria integral y las reformas de la seguridad social y del sistema de salud. Estas últimas recién se comenzarán a estudiar el próximo año. Las medidas tributarias anunciadas son más un parche y la flexibilización laboral no se ha tocado.