El escándalo de mega-corrupción y ausencia de credibilidad del Estado peruano no es un problema meramente judicial y penal. Ante todo es un problema de Estado obsoleto, mercantilista e ineficiente, incapaz de regular las fallas de mercado y minimizar las propias fallas del Estado. El Estado ha colapsado como solucionador de fallas de información asimétrica; de sobre-explotación de recursos comunes; de deficiente oferta de bienes públicos tales como justicia, seguridad ciudadana, defensa nacional, investigación científica e innovación; de informalidad laboral, de falta de acceso al crédito. Ha colapsado también como promotor neutral de las inversiones, al haber degradado la transparencia y predictivilidad del mecanismo de las Asociaciones Público Privadas (APPs) y las iniciativas privadas, para favorecer empresas con nombre y apellido.
Esta situación no va a cambiar con la simple eliminación del SNIP y su sustitución por un sistema (Invierte.pe) que más bien debilita la capacidad predictiva del Estado respecto al costo beneficio de la inversión, al eludir la exigencia de presentación y evaluación de estudios de pre-factibilidad y factibilidad, generalizando el tratamiento que por ley se le dio a los grandes proyectos concertados con Odebretch, con los riesgos que ello implica.
Para evitar que la trama de intereses y arreglos bajo la mesa sigan primando detrás de las regulaciones del Estado, más que nuevos decretos legislativos aislados, se requiere de una reforma integral sustentada en una reingeniería de procesos que garantice la mayor competencia en el otorgamiento de proyectos de inversión y en el funcionamiento de la economía en su conjunto. De qué sirve Invierte.pe si los inversionistas siguen siendo insolventes y no tienen los mejores pergaminos, o si a pesar de haber sido sentenciados participan con nuevos nombres.
Más importante es llevar a cabo una profunda reingeniería de procesos y su automatización inyectando tecnología al funcionamiento del Estado. Bajo este enfoque se podría simplificar el proceso de inversión, sin reducir las exigencias sino -todo lo contrario- elevándolas al máximo para así erradicar las famosas adendas que inflan sus costos arbitrariamente. Mayores exigencias de información a los proyectos de inversión es absolutamente compatible con mayor celeridad en la evaluación de dichos proyectos, si se cuenta con una plataforma capaz de almacenar y procesar grandes cantidades de datos de todo el universo de planes sectoriales y regionales de desarrollo, proyectos de inversión del pasado, del presente y del futuro, inventarios de infraestructuras, necesidades básicas de las poblaciones, niveles de explotación de recursos naturales y conflictos sociales. Y esto se puede lograr aplicando tecnologías de Big Data, inteligencia artificial y Machine Learning. Ello implicaría automatizar parte de las tareas de los funcionarios de Proinversión y del resto de entidades públicas, reduciendo su margen de discrecionalidad y generando responsabilidades protocolizadas.
Tanto el gobierno central como los gobiernos regionales y locales podrían así competir de una manera más sana y transparente, para atraer a los mejores inversionistas en cada especialidad, dispuestos a construir obras y operarlas arriesgando su capital y aplicando los mejores recursos humanos y de conocimiento. Mi propuesta es desarrollar una Ventanilla Única de Inversión, a través de la cual se pueda digitalizar todo el proceso de inversión, permitiendo que dichos gobiernos puedan promover la inversión con la mayor transparencia y agilidad para los inversionistas, al contar con una plataforma que permita integrar todos los requisitos y monitorear el proceso íntegro de inversión, asegurando la interoperatividad de todas las entidades del Estado involucradas y los inversionistas, al tiempo de facilitar la vigilancia ciudadana y la labor de fiscalización de la Contraloría y del Congreso de la República. De hecho, si el Estado peruano tuviera un sistema de inversión sustentado en una ventanilla única como la propuesta, estaría mejor blindado contra la mega-corrupción que hoy nos coloca entre los países más corruptos del planeta.