La catástrofe que vive el país como consecuencia de las torrenciales lluvias en toda la costa se debe según el SENHAMI a un nuevo fenómeno climático al que se le ha denominado “El Niño Costero” y que ha aparecido de forma imprevisible en las costas del Ecuador y Perú desde inicios de este año y debe prolongarse hasta el mes de mayo. En esta entrega utilizando los datos de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA, por sus siglas en inglés) sobre el Fenómeno El Niño (ENSO), analizamos cuan imprevisible ha sido este fenómeno y la ausencia casi total de medidas de previsión por parte del gobierno.
Las principales estadísticas que utiliza la NOAA para monitorear el Fenómeno El Niño son las temperaturas superficiales del agua del mar en cuatro zonas de la franja ecuatorial del Océano Pacífico (ver Gráfico 1). En cada una de estas zonas se mide la temperatura del agua a través de boyas, sondas y satélites. La zona 3.4 es un promedio ponderado de las zonas 3 y 4. La zona “1+2” corresponde a la zona frente a las costas de Ecuador y Perú y es una zona de extensión menor a las otras zonas. La temperatura de la zona 3.4, que no toma en cuenta la zona 1+2, es la que se utiliza para determinar la existencia o no existencia de los fenómenos de El Niño y La Niña.
El indicador que se utiliza para determinar la existencia del Fenómeno El Niño es la diferencia entre el promedio móvil de tres meses de la temperatura observada y el promedio histórico (1950 – 2017) de la temperatura en el mismo mes del año. A esta diferencia entre la temperatura observada y el promedio histórico se le conoce como “anomalía”. La definición más utilizada de la existencia del Fenómeno El Niño es la persistencia por más de cinco meses de una anomalía superior a 0.5 grados Centígrados en la zona 3.4. Esta definición es de relevancia para el caso peruano ya que la definición de existencia de El Niño no toma en cuenta la temperatura de la zona 1+2. El Fenómeno De La Niña es el proceso inverso de El Niño. En este caso la existencia de La Niña se da cuando la anomalía es menor que -0.5 grados Centígrados. Es decir, mientras el Niño se da cuando se sobre calienta el agua del mar, La Niña se da cuando se sobre enfría.
En el Gráfico 2 se presentan la evolución de las anomalías en las cuatro zonas antes descritas para los últimos 12 meses (abril 2016 – marzo 2017). Podemos observar que el comportamiento de la anomalía de la zona 1+2 ha sido muy diferente al comportamiento de las otras zonas, especialmente al comportamiento de la zona 3.4 que es justamente la que se utiliza para definir la existencia o no existencia del Fenómeno El Niño.
Basado en el comportamiento a lo largo del año de la anomalía en la zona 3.4 se definen los pronósticos de lo que va a suceder en las diferentes regiones del mundo. Por ejemplo, si en la zona 3.4 se manifiesta el Fenómeno de La Niña, como ha sido el caso de la mayor parte del 2016, entonces se establece, entre otras predicciones para las diferentes regiones del mundo, que en la región costera de Ecuador y Perú no se registrarán lluvias superiores a la de un año normal.
Sin embargo, la realidad nos viene demostrando que la inferencia basada en la anomalía de La Niña en la zona 3.4 no sirve para predecir las precipitaciones en la región costera del Perú. Es más, no es la primera vez que sucede esta diferencia de comportamientos entre la zona 1+2 y la zona 3.4. En 1998 sucedió algo similar. En el gráfico 3 se presenta una serie histórica de las anomalías por zona para el periodo 1994 – 2017. Observamos que, en el fenómeno El Niño de 1998, las precipitaciones en la costa durante el primer semestre de 1998 se dieron cuando la anomalía en la zona 3.4 ya registraba la ocurrencia de La Niña. Es decir, la estadística de la zona 3.4 del año en curso no es un buen predictor de las lluvias torrenciales en la costa del Perú en el año siguiente. Es decir, no existe causalidad entre lo que ocurre en la zona 3.4 y lo que ocurre en la zona 1+2.
Lo que sí es verdad, y las estadísticas lo comprueban, es que cada vez que ocurrió un Fenómeno El Niño de grandes proporciones (de acuerdo a las estadísticas de la zona 3.4), siempre ocurrieron lluvias torrenciales en la costa del Perú (Niño costero en zona 1+2). El Niño costero siempre ocurrió, ya sea al inicio, a mediados o finales del Fenómeno El Niño, pero siempre ocurrió. En otras palabras, una vez que se declara el Fenómeno El Niño, se sabe con una alta probabilidad que van ocurrir lluvias en la costa del Perú. Lo que no se sabe es cuando. Por lo tanto, las labores de prevención deben iniciarse tan pronto como se inicia el fenómeno y no interrumpirlas hasta que se hayan dado las lluvias torrenciales que con casi seguridad ocurrirán. Lamentablemente, este na ha sido el camino adoptado por los gobiernos de Humala y PPK.
El Almirante Giampietri, conjuntamente con funcionarios de IMARPE y SENHAMI, batallaron para que se incluyera en el presupuesto del 2016, 3,000 millones de soles para prevenir el efecto del Niño que se avecinaba. Sin embargo, a pesar de contar con la partida presupuestal, el gobierno de Humala no hizo labores de prevención como se hicieron en 1997 y 1998. Las labores fueron superficiales. Alberto Pandolfi, un especialista en el tema y con mucha experiencia en las labores exitosas de prevención de 1997 – 1998, sostiene que las labores de prevención en 2015 fueron prácticamente inexistentes. Para muestra un botón, el rio Piura necesita ser descolmatado anualmente, la realidad es que no ha sido descolmatado hace 18 años. Igual ocurre con los ríos Olmos, La Leche, Reque, etc.
En 2016, como no ocurrieron las lluvias en gran intensidad, el gobierno de Humala primero y el de PPK después se olvidaron de la prevención y no gastaron los 3,000 que según Giampietri y Pandolfi se debieron gastar en prevención (descolmatación de ríos, ampliación de los cauces, refuerzo de los puentes, limpieza de los drenes, desplazamiento de poblados de riesgo, refuerzo de los valles altos contra la erosión, sembrío de árboles en partes altas, etc. etc.).
El gobierno de PPK prefirió utilizar los 3,000 millones para hacer el ajuste fiscal. Ha sido un error garrafal, tanto de Humala como PPK y porque no decirlo de los gobiernos regionales. Nos va a costar caro no haber realizado las labores de prevención, a pesar que la naturaleza nos dio un año más para hacerlo (2016). Teníamos el dinero para hacer esa labor, pero ni Humala ni PPK la hicieron. Ahora estamos pagando las consecuencias de la imprevisión. Aun con un 50% de posibilidades de que no ocurriera el fenómeno que ahora le llaman el Niño Costero, se debieron hacer las labores de previsión. Hay que reconocer los errores y aprender de las lecciones para no cometerlos los mismos en el futuro.