¿Por qué los países desarrollados tienen una alta productividad agropecuaria?
En nuestra entrega de la semana pasada analizamos la importancia de incrementar la productividad agropecuaria para reducir la pobreza y lograr el desarrollo. Concluimos que el Perú tiene un potencial enorme para incrementar su productividad agropecuaria. Ese potencial radica en que el Perú puede triplicar su área agrícola con un manejo adecuado del agua. Utilizando en forma eficiente las técnicas de “sembrado de agua” y riego tecnificado, el sector agropecuario puede aumentar significativamente su actividad forestal y duplicar su área bajo riego.
A diferencia de otros países que no tienen ya posibilidades de aumentar su frontera agrícola, el Perú posea un potencial significativo para aumentarla. Según datos del Banco Mundial, mientras que Inglaterra tiene el 71.2 % de su territorio dedicado a actividades agropecuarias, el Perú tiene apenas el 19 %, China 54.8 % y Estados Unidos el 44.6 %. Por lo tanto el Perú puede aumentar su productividad agropecuaria tanto por un incremento de su frontera agrícola (un mismo agricultor puede sembrar más hectáreas), como por una aplicación de mejores técnicas productivas (riego tecnificado, fertilizantes, mejores variedades, crédito, etc.). En esta entrega analizamos cuál es la situación de la productividad en los principales países del mundo para poner en contexto el potencial del sector agropecuario peruano.
En el Gráfico 1 se presenta la relación de trabajadores dedicados a la agricultura como porcentaje de la fuerza laboral total versus el PBI per cápita para una selección de países desarrollados y no desarrollados con datos provenientes del Banco Mundial. La relación es muy clara, a mayor porcentaje de trabajadores dedicados a la agricultura menor el PBI per cápita de un país. El desarrollo de un país está asociado a tener un porcentaje menor de trabajadores en el campo.
Basados en este hecho, muchos países en los 60 se volcaron a la industrialización como medio de reducir el porcentaje de trabajadores en el campo. El modelo de sustitución de importaciones se basó en esta falsa premisa. La reforma agraria del gobierno de Velasco siguió estos lineamientos. Los expropiados recibieron beneficios si optaban por la industrialización. La realidad fue que la reforma agraria redujo la productividad del sector agropecuario y la industrialización fue un fracaso. La lección aprendida de este fracaso es que el aumento de la productividad del sector agropecuario es un paso previo para la industrialización. Sin embargo, es una condición necesaria pero no suficiente. El caso de Argentina es una prueba de ello.
En el Perú, como consecuencia de la reforma agraria, la productividad del sector agropecuario se estancó y en muchos casos retrocedió. El caso de las cooperativas azucareras de la costa norte del país es un buen ejemplo. De ser un país innovador en técnicas de irrigación (sembrío de caña de azúcar en surcos), el país por falta de inversión en el agro entró en un periodo de estancamiento. El crecimiento se concentró en los grandes proyectos de irrigación (Majes, Chavimochic, Olmos). Estos grandes proyectos expandieron la frontera agrícola pero no introdujeron nuevas técnicas de manejo de agua y tuvieron efecto casi nulo en el aumento de la productividad, especialmente en la agricultura de la sierra donde se concentra el mayor número de trabajadores del agro.
En el Gráfico 2 se presenta la relación entre la productividad laboral del sector agropecuario y el PBI per cápita de una selección de países desarrollados y no desarrollados. Observamos que la alta productividad agropecuaria está asociada claramente con los países desarrollados con mayor PBI per cápita. Un análisis en el tiempo de la productividad agropecuaria permite identificar claramente la causalidad entre la productividad agropecuaria y la industrialización. El incremento de la productividad agropecuaria precede a la industrialización.
Cuando en un país, la productividad agropecuaria supera al PBI per cápita, se producen excedentes sobre el consumo de subsistencia en el sector agropecuario que posibilitan el incremento de la demanda del sector manufacturero y por ende la industrialización del país. Sin esta condición no se puede lograr un desarrollo sostenible. En el Perú la productividad laboral ha venido incrementándose sostenidamente pero aún no ha llegado a superar el PBI percápita.
En el Perú, una de las barreras al incremento de la productividad agrícola es el minifundio, especialmente en la sierra. Una solución a este problema es incorporar masivamente las tierras de secano y sobre todo las de actitud forestal a la actividad agropecuaria. Las tierras con actitud forestal están mayormente en manos de las comunidades, cooperativas y el Estado. La incorporación de estas tierras a la actividad productiva mediante las técnicas de sembrado de agua y riego presurizado puede hacerse utilizando los mismos parceleros de la zona que actualmente manejan en promedio 3 hectáreas. Los mismos agricultores de la comunidad o de la cooperativa tomarían cuenta de la reforestación y de esta manera no solo aumentarían su productividad sino que estarían adquiriendo su seguro de jubilación.
El financiamiento de las actividades de sembrado de agua y forestación podrían recaer en las compañías mineras de la zona y las AFP ya que la naturaleza de la actividad de reforestación se adecua al perfil de negocio de largo plazo. Pero para ello se requiere una legislación adecuada que norme la asociación de las mineras, las AFP y las comunidades campesinas y garantice el régimen de propiedad y participación del excedente en el largo plazo.