Si bien la economía del Perú es una de las más dinámicas a nivel mundial, su extraordinario crecimiento no ha cambiado mayormente la estructura productiva. Ésta se ha diversificado muy poco, manteniendo su sello primario exportador y, además, sus mercados han tendido a concentrarse más, restringiendo la competencia y, por ende, el potencial competitivo del país.
Desde el Estado no se ha vislumbrado una política explícita y decidida orientada a diversificar y desconcentrar la oferta de bienes y servicios, para generar mayor valor agregado y más competencia y, por ende, mayor competitividad. Por el contrario, la ambiciosa política de promoción de la competitividad trazada a principios de la década – con su énfasis en la innovación y la transferencia de tecnologías – poco a poco se ha ido marchitando, circunscribiéndose a una política de simplificación administrativa tendiente a concentrar sus esfuerzos en la mejora formal de indicadores del Doing Business, sin buscar una verdadera ruptura del status quo burocratizante, sólo encarable con una profunda Reforma del Estado.
Es así que, a diferencia de los ‘milagros económicos’ en los países denominados ‘tigres asiáticos’, el notable auge reciente de la economía peruana no ha venido acompañado de un vigoroso proceso de industrialización capaz de tomar la posta de los sectores primarios como ‘drivers’ del crecimiento. En la sociedad del conocimiento que rige a esas economías, cobran preeminencia las clases profesionales y técnicas en la distribución ocupacional, así como las funciones de planificación, innovación y control del crecimiento tecnológico; características ausentes en el Perú, donde priman los trabajadores independientes sin preparación profesional o técnica, la toma de decisiones con criterios cortoplacistas y la aversión al cambio.
En esa medida, a pesar de su llamativo dinamismo económico reciente, el Perú sigue alejándose de la sociedad del conocimiento global a la que vienen sumándose diversos países que aplican políticas consistentes de desarrollo de la innovación, la ciencia y la tecnología, quienes vienen acumulando las mejores condiciones para un crecimiento sostenible a largo plazo. La exitosa experiencia de industrialización en Asia del Este proporciona algunas lecciones importantes sobre cuáles deben ser las políticas fundamentales para una industrialización exitosa:
• Aparato del Estado gestionado por profesionales reclutados con métodos competitivos, permitiendo mayor autonomía y eficacia en el funcionamiento de las entidades públicas.
• Apoyo del Estado al sector privado condicionado a resultados.
• Las empresas privadas tuvieron que competir unas con otras desde muy temprano, y el Estado nunca permitió que ninguna monopolice el mercado, promoviendo la desconcentración empresarial.
• Tras lograr una competitividad básica con base en la política anterior, se promovió la industrialización orientada a la exportación y se liberalizó los mercados.
• Fuerte impulso a la educación de calidad.
• Agresivas inversiones en investigación y desarrollo por parte del Estado y la iniciativa privada, dando prioridad a la capacitación orientada a reforzar la competitividad.
Ninguna de estas condiciones se ha cumplido a cabalidad en el caso peruano. De allí que en los últimos tres lustros la industria haya crecido a un ritmo anual de sólo 3, 8%. Para revertir esta tendencia se debe forjar un proceso de escalamiento competitivo de las empresas, orientado a transformar la actual estructura productiva, desconcentrándola para generar mayor competencia y diversificándola para ampliar las oportunidades de ingreso y empleo.
De lo que se trata es de implantar una política de desarrollo productivo que descanse en las fuerzas del mercado y la iniciativa empresarial como motor del desarrollo, pero que a la vez coloque al Estado en un rol de coordinación estratégica y de facilitación de un desarrollo productivo innovativo que articule a las micro, pequeñas y medianas empresas en cadenas de valor competitivas. Una nueva política de desarrollo productivo debe contar con el respaldo político e institucional de todos los estamentos del país, para colocar al Perú en el más alto peldaño de industrialización, avance tecnológico e innovación en América Latina.