Minería, Precios de los Minerales y Crecimiento Económico

La crisis mundial desencadenada en septiembre de 2008 sigue golpeando al mundo en desarrollo hasta hoy con su freno en la demanda de minerales y manufacturas. El Perú no se escapa a este síndrome, habiendo tenido que absorber en el primer semestre de 2013 una pérdida de ingresos de divisas de 12% respecto al primer semestre de 2012, por efecto de los menores precios de los minerales que exportamos. Esta pérdida, aunada a los mayores costos en varias operaciones mineras, arrojó una caída de las utilidades de las empresas mineras de 37%, y una contracción de la recaudación por impuesto a la renta minera de 40, 4%, que hizo que la presión tributaria del país retrocediera de 20% a 16%.

En este contexto, se estima que en 2013 las transferencias del canon minero a los gobiernos regionales y locales se contraerán en 21, 8% en promedio, proyectándose una reducción adicional cercana al 24% en 2014. Esto quiere decir que, desde el pico alcanzado en 2012 de transferencias por S/. 5.081 millones, éstas bajarán a S/. 3.975 en 2013 para de allí hundirse a S/. 3.027 millones.

Se trata de un escenario desencantador para regiones acostumbradas a vivir en función de los recursos del canon minero; recursos que desgraciadamente han estado invirtiéndose mayormente de espaldas a la población y en proyectos populistas, sin mayor impacto en el desarrollo sostenible de cada región. A pesar de ello, no han faltado las voces de algunas autoridades regionales que se han aventurado a decir que el gobierno central está discriminando a su región, cuando es público y notorio que este escenario de vacas flacas era de esperarse por el impacto del viraje a la baja que han dado los precios internacionales de los minerales a escala mundial.

De hecho, Arequipa es una de las regiones más castigadas, al observar una drástica caída del canon minero para 2013, de S/. 799 millones a S/. 468 millones (-41, 3%). Ante ello, no han faltado quienes han alzado el grito al cielo reclamando que, como es posible tamaño ensañamiento contra Arequipa, si Ancash está subiendo de S/. 982 millones a S/. 990 millones, mientras Cajamarca trepa de S/. 425 millones a S/. 543 millones. Lo cierto es que las subidas del canon en Ancash y Cajamarca están plenamente justificadas; en Ancash por un aumento de la producción de cobre de Antamina de 33%, mientras que en Cajamarca la minera Yanacocha también elevó sus volúmenes de ventas, que venían de un fuerte deterioro previo.

Sin ir muy lejos, se recordará que en el año 2007, los recursos del canon minero llegaron a bordear los S/. 5.157 millones y, tras el primer sacudón de la crisis mundial, llegaron a caer a S/. 3.087 en 2010; un bajón de 40, 1%. Y entonces todos tuvieron que hacer de tripas corazón, pues donde manda el mercado, papá gobierno no manda.

Lo que esta experiencia cíclica enseña es que los recursos del canon minero son fluctuantes y podrían incluso evaporarse del todo si, por ejemplo, China entrara a una crisis abierta, por incapacidad de su gobierno de administrar el ‘aterrizaje suave’. Todavía no estamos en el peor de los mundos; estamos sólo en un bache, y para salir de él se debe hacer dos cosas en cada región. Primero, esforzarse por gastar mejor; y segundo, esforzarse por agilizar las inversiones en los proyectos mineros que ya cuentan con estudios de impacto ambiental aprobado, que involucran una inversión del orden de los US$ 18.000 millones.

Para gastar mejor, los gobiernos regionales y locales deben contratar profesionales y consultoras capaces y de prestigio, que les ayude a acortar camino y conseguir resultados efectivos. El caso del Gobierno de San Martín es muy ilustrativo de cómo se puede alcanzar logros extraordinarios en crecimiento económico, reducción de la pobreza y satisfacción de las necesidades básicas de la población, incluso sin recursos del canon. El secreto: la buena gestión genera reputación y ésta atrae los recursos de cooperación y las inversiones de todas partes.

Para ampliar los recursos del canon destrabando los proyectos mineros ejecutables, se requiere de un liderazgo corajudo, que sepa explicarle a su población de que la minería y la agricultura no son actividades excluyentes, sino todo lo contrario. Que sepa combatir la minería altamente contaminante – la ilegal y la informal – y reconocer la contribución de la minería formal en el crecimiento económico, la transformación del aparato productivo y la lucha contra la pobreza.

De hecho, en la última década la economía peruana ha venido creciendo a un ritmo anual de 6, 5% con inflación debajo del 3% al año, superávits fiscales constantes, reservas internacionales equivalentes al 35% del PBI y reducción de la pobreza de 54, 8% en 2001 a 25, 8% en 2012, y de la pobreza extrema de 24, 4% a 6% en el mismo período. Nada de esto hubiese sido factible sin la contribución de la minería; sin su 60% de aporte a las divisas del país; sin sus más de 2 millones de empleos directos e indirectos; sin los cerca de S/. 30.000 millones de canon transferido a las regiones entre 2004 y 2012.

A pesar de ello, algunos analistas insisten en que la minería no ha contribuido, aduciendo que durante los últimos dos decenios la estructura productiva del Perú habría mantenido su sello primario exportador. Para demostrarlo muestran que la proporción del monto en dólares de las exportaciones de productos no primarios respecto a las exportaciones totales se ha estancado, soslayando que, en términos reales, las exportaciones agroindustriales y manufactureras hayan crecido mucho más que las mineras. Sería impensable el auge de las manufacturas no primarias y de una gama de servicios intensivos en conocimiento e ingeniería (servicios financieros, la electricidad, la construcción, las telecomunicaciones, los servicios logísticos, etc.) sin el efecto de arrastre de la minería. Y es que la minería de hoy dejó de ser la minería de enclave de antaño. Hoy las tres cuartas partes de los insumos mineros son nacionales y más de un tercio de las maquinarias y equipos que adquiere el sector son ‘made in Perú’.