Pinche tormenta en un vaso de agua de PBI

La semana que pasó, una oposición encolerizada por haber tenido que tragarse entera la cuestión de confianza planteada ante el Congreso por el presidente Vizcarra, armó una tormenta en un vaso de agua al revelar el INEI la cifra oficial de crecimiento del PBI de abril, cercana a cero (0,02%).

“¡Horror!”; “las cifras son para llorar”; “este es un año desperdiciado”, salieron a gritar al unísono congresistas opositores y directores políticos del Banco Central de Reserva. Citaron a The Economist, afirmando que en el primer trimestre la economía peruana había decrecido 5,3%, a sabiendas de que estaba comparando erróneamente el crecimiento del primer trimestre respecto al inmediato anterior (4° trimestre de 2018); una mezcla de papas con camotes que puede pasar piola aplicada a economías desarrolladas, pero de ninguna manera a economías emergentes cuya dinámica de crecimiento es agudamente estacional.

Lo cierto es que hay una desaceleración aguda del comercio internacional, que viene impactando negativamente en el crecimiento de todas las economías emergentes. Y a pesar de ello en el primer trimestre la economía peruana creció 2,3%, la segunda cifra más alta de América Latina, por encima de Chile, Brasil, México, Argentina y Venezuela.

 

 

Además, las agencias serias que hacen previsiones del PBI sabían de antemano que en abril la economía crecería a un ritmo ínfimo, cercano a cero, porque la base de comparación de abril de 2018 había sido inusitadamente alta (7,9%), agravado por la menor cantidad de días laborables y la fuerte contracción que tendría la pesca, por la reducción de la cuota y la postergación del inicio de la temporada. Si bien la pesca seguirá en negativo en mayo, el PBI global se recuperará.

 

 

Como bien se sabe, el crecimiento de la pesca es muy aleatorio. Esta vez abril mostró un declive de 63%, induciendo un retroceso del sector manufactura de 13.2%, con caída de la manufactura primaria de 34.2%, debido a una menor elaboración y conservación de pescado, crustáceos y moluscos, al caer la captura de anchoveta y otras especies para la elaboración de harina y aceite de pescado.

Por ejemplo, el departamento de estudios económicos del BBVA, única agencia de previsión que anunció que la economía crecería 0% en abril, mantuvo su proyección anual de 3,9%, aunque con sesgo a la baja, ante la amenaza de condiciones externas negativas. MAXIMIXE, por su parte, que había anunciado un crecimiento de apenas 0,1% para abril, redujo su proyección anual sólo 2 décimas, desde el 3,6% que anunció en noviembre de 2018 a 3,4% en junio de 2019, y no porque le hiciera llorar su previsión de abril (muy parecida al 0,02% ex post del INEI), sino principalmente por el empeoramiento de las condiciones externas.

Definitivamente, son las condiciones externas las que más vienen afectando la dinámica económica peruana. El ruido político no ha afectado tanto las expectativas empresariales, que siguen en terreno positivo.

 

 

Hasta el Banco Mundial en su último reporte mantuvo su perspectiva de crecimiento para la economía peruana en 3.8% para 2019, pese al entorno externo adverso generado por la guerra comercial entre Estados Unidos y China. En MAXIMIXE somos más conservadores y proyectamos 3,4% principalmente debido a la disminución del precio del cobre y el deterioro de la pesca.

 

 

Si bien la inversión privada no viene creciendo a tasas altas, se viene recuperando de dos años muy bajos (2016 y 2017), ante una mayor inversión minera gracias a proyectos que arrancaron en 2018, principalmente Mina Justa y Quellaveco. Pero también hay otros que deben contribuir a asentar esa expansión de 2019 en adelante.

 

 

Que faltan reformas; sí, faltan reformas. Que hace falta mejorar la gestión se los sectores económicos; sí, hace falta mejorarla. Pero lo que no podemos ni debemos es caer en un tremendismo interesado, para que arda Troya, arrastrando consigo las investigaciones Lava Jato y el accionar de la justicia, hasta sus últimas consecuencias.