Por Willy Monzón, socio Estudio Muñiz sede del Cusco
Muchas veces, en el desarrollo de la relación laboral, se consideran que la categoría y nivel son iguales. Sin embargo, ese criterio no es correcto, ni preciso y puede generar interpretaciones erradas, por lo que es importante diferenciarlos. La categoría es la calificación que se otorga a cada trabajador en atención a su grado de formación, oficio, especialización o experiencia. A partir de ello, en la mayoría de organizaciones se consideran categorías claramente diferenciadas, siendo las más utilizadas las de profesional, técnico, auxiliar, etc., que se distinguen en atención a un criterio de formación. De otro lado, se entiende por nivel a la posición que se ocupa en diferentes planos de una organización, pudiendo entenderse el término nivel como uno equivalente a jerarquía.
Teniendo en cuenta lo manifestado, no queda duda que la categoría y el nivel, utilizados como parámetros para determinar la estructura de una organización, son conceptos distintos que permiten establecer diferentes jerarquías dentro de una misma categoría de trabajadores. Ello implica reconocer distintas remuneraciones, las que podrán fijarse en base al tiempo de servicios, entre otros criterios objetivos; situación de hecho que no configura discriminación e incluso permite al empleador disponer desplazamientos del trabajador dentro de la misma categoría, pero sin afectar la remuneración que recibe, ya que si ello ocurre se configura un acto de hostilidad que puede generar el reclamo del trabajador ante Sunafil o ante un juez de trabajo.
Por tanto, si bien se pueden establecer distintos niveles en una sola categoría de trabajadores, recomiendo establecer criterios objetivos que justifiquen la distinción y como consecuencia de ello, las diferentes remuneraciones que se puedan generar. En caso un trabajador se desplace dentro de una misma categoría, se evite ejecutar una reducción de su remuneración, salvo el caso en que este acepte celebrar un convenio de disminución de su salario.