Crear valor para los accionistas es el reto más importante de toda empresa. Pero, ¿qué es concretamente crear valor para los accionistas? Es hacer que una empresa, además de generar una rentabilidad por encima del costo en el que han incurrido sus accionistas para financiar la inversión y operaciones de la misma, posea una marca y otros activos intangibles que la hagan sólidamente sostenible en el largo plazo. Bajo esta conceptualización de creación de valor, los denominados “otros intangibles” son incluso más importantes que la marca misma porque no son sólo software y patentes sino el valor intrínseco de la empresa como negocio en marcha, compuesto por los siguientes factores: sus directivos, el modelo de negocios, la estrategia, el know how y el capital humano. Es decir, una empresa que genera valor para sus accionistas, no es la “máquina” de generar cash para el corto plazo sino el negocio que trasciende a sus accionistas.
Cada vez más, hoy en día, los stakeholders al analizar una empresa toman en cuenta tanto el track record y proyecciones de la rentabilidad, el valor intrínseco como negocio en marcha, en la búsqueda que el valor de largo plazo sea mayor que el valor de corto plazo. Desde una nueva perspectiva financiera, los factores que componen el valor intrínseco (equipo directivo, el modelo de negocios, la estrategia, el know how y el capital humano) se materializarán en sendas primas de riesgo, llamadas a incorporarse en el cálculo del costo de capital exigible.
Bajo esta nueva perspectiva, cuando en el futuro cualquier empresa busque acceder a recursos financieros deberá considerar que la rentabilidad financiera que le van a exigir será determinada acorde con su nivel de riesgo financiero, que incorpore el riesgo derivado de los factores que componen el valor intrínseco de la empresa como negocio en marcha. Sin embargo, pese a que todos estos factores son muy importantes, los que tienen el mayor peso son (i) el equipo directivo, (ii) la estrategia y (iii) el modelo de negocios. Sin un buen equipo directivo, una estrategia idónea y un modelo de negocios con potencial de largo plazo, se espera que todo director financiero considere que la empresa respectiva deba asignársele un nivel de riesgo elevado. El nivel de riesgo que se determine se sustenta en el hecho de que un buen equipo directivo de bajo riesgo es el que no sólo ostenta títulos académicos, sino que además tiene el “carácter” para conducirse como directivo. También merecen bajo riesgo la estrategia que es posible materializarse y sostenerse en el largo plazo (frente a la estrategia ideal, ilusa, que todo el tiempo se modifica) y un modelo de negocio innovativo, retador, sostenible y, sobre todo, con amplio espíritu empresarial (frente al modelo de negocios intelectual, profesional, que busca en sí mismo el desarrollo intelectual antes que cumplir con la misión y visión empresarial).
Las empresas de hoy han empezado a comprender mejor que la cuenta de resultados y el flujo de caja del mejor año no garantizan su sostenibilidad de largo plazo, y que en el futuro se verán obligados a desarrollar en su interior los intangibles necesarios para asegurar dicha sostenibilidad, de tal manera que cuando en el futuro se construyan nuevas cuentas de resultado y flujos de caja proyectados para un horizonte de mediano o largo plazo, éstos se vean efectivamente respaldados no solamente en el valor financiero de la empresa sino por el valor de su intangible, de tal manera que cualquiera de los stakeholders conozca el valor integral de la misma y con base en el mismo le atribuya el valor más real, máxime cuando se trata de una operación de fondeo y compra o venta de la misma, porque puede resultar útil para responder al mercado la siguiente pregunta ¿por qué se pagó tanto o tan poco por la empresa?.