Boxeo tributario y pedido de facultades

La pública discrepancia entre el premier César Villanueva y el ministro de economía, David Tuesta, respecto a la posibilidad de modificar el impuesto a la renta, ha puesto en peligro la viabilidad del pedido de facultades del gobierno ante el Congreso.

Villanueva ha dejado en claro que el gobierno no quiere ningún cambio a dicho impuesto, en abierta contradicción con el anuncio de Tuesta de que sólo un porcentaje mínimo de la población deberá continuar inafecto al pago del impuesto a la renta, lo que implicaría que quiénes hoy ganan debajo de 2.075 soles mensuales y encima de la remuneración mínima vital (930 soles) empiecen a pagar dicho impuesto.

La credibilidad del gabinete Villanueva ha sufrido una merma a raíz de este contrapunteo innecesario. De un lado, Tuesta arriesgó mucho anunciando cambios al impuesto a la renta ante la comisión de economía del Congreso, poniendo énfasis en afectar a la población que gana menos, sin presentar un diagnóstico integral de la problemática fiscal del país, que permita identificar las principales fuentes de la persistente merma de ingresos tributarios.

Un diagnóstico claro le hubiera permitido al ministro establecer los objetivos prioritarios del pedido de facultades. A mi criterio éstos deben ser: (i) combatir la informalidad, el contrabando, la subvaluación y la evasión; (ii) simplificar la declaración y el pago de impuestos y reducir el número de tasas mejorando la razonabilidad de su cálculo; (iii) fortalecer el régimen del IGV evitando las perforaciones por exoneraciones y estableciendo niveles de IGV diferenciados por sectores, a fin de que al ser su nivel más consistente con la heterogeneidad estructural de la generación de valor agregado, se desincentive la evasión; (iv) revisar el régimen de impuesto a la renta a las personas jurídicas, a fin de premiar la reinversión y elevar la competitividad contributiva del Perú frente a terceros países, para incentivar las inversiones intensivas en tecnologías disruptivas, y desincentivar las actividades ilícitas y el lavado de activos.

Dentro de este marco, la réplica de Villanueva a Tuesta fue excesiva en la forma y el fondo. En cuestión de forma, Tuesta había dicho ante la comisión de economía del Congreso que el tramo inafecto al impuesto a la renta en el Perú es de los más altos de la región, por lo que se requiere equipararlo al de países como Chile o México. Villanueva replicó que no es correcto comparar los umbrales tributarios peruanos con los de Chile o México, por ser realidades distintas. Pero incluso llegó más lejos y dijo que el gobierno no pretende mover ningún impuesto, con lo cual dejó al ministro de economía con las manos atadas.

Volviendo a la propuesta de Tuesta de hacer que los que ganan menos de 2.075 soles mensuales también paguen impuesto a la renta, cabe preguntarse ¿quiénes están dentro de ese rango de ingresos? Se trata de 5,5 millones de peruanos; entre ellos buen número de empleados públicos que laboran bajo el régimen CAS (que no gozan de beneficios sociales completos), así como profesionales y técnicos jóvenes que, además de trabajar, invierten su tiempo y recursos excedentes en estudiar algo más, con la aspiración de continuar su ascenso económico.

Pero el gran grueso de los que ganan menos de 2.075 soles mensuales ante los ojos de la Sunat, son independientes que suelen declarar un monto parcial de sus verdaderos ingresos; pero ese problema es harina de otro costal, y debe ser afrontado con una estrategia integral de lucha contra la evasión tributaria.

Tuesta ha dicho “el sistema tributario requiere que todos nos mojemos”. Y tiene razón, pero para que llegue la hora en que el Estado fuerce a ‘mojarse’ a los que menos tienen, primero debe contar con legitimidad para hacerlo. Esa legitimidad tendría que surgir de un Estado reformado, capaz de satisfacer las necesidades básicas de la población de menores recursos.

Por ejemplo, los jóvenes profesionales y técnicos que pertenecen al segmento de ingresos más bajo, hoy gastan entre 3 a 4 horas diarias en ir y venir de sus casas a su centro de trabajo, en vehículos hacinados. En el trayecto respiran más CO2 que cualquier otro joven trabajador de América Latina.

Quizás sea muy bueno que el día en que Tuesta o algún sucesor suyo en el MEF pretenda ‘mojar’ a los que ganan menos, ya exista un sistema de semaforización decente, transporte público de calidad, centros de revisiones técnicas que cumplen cabalmente con su función, policías que no coimean y envían al depósito a los vehículos que envenenan el ambiente. Para cobrar impuestos y que la gente los pague con gusto, nuestros ministros primero deben mojarse en eficiencia y vacunarse contra la improvisación.