Referéndum e inversión

Si bien el proyecto de referéndum lanzado por el presidente Vizcarra -como reacción ante el profundo hartazgo ciudadano desencadenado por los ‘audios de la vergüenza’- ha sido tomado por la oposición fujimorista como una especie de bravuconada de un alfeñique político, lo cierto es que el 67% de los peruanos -según revela Datum- lo considera adecuado en las circunstancias actuales. Incluso el 78% está en contra de la reelección de congresistas; tema central del proyecto de consulta popular lanzado por Vizcarra.

De otro lado, a raíz de su anunciado referéndum, el ‘alfeñique político Vizcarra’ pegó un brinco de 10 puntos porcentuales en su nivel de popularidad, llegando a 49% de aprobación. En contraste, la aprobación de Keiko Fujimori cayó 7 puntos, llegando a apenas 14%, mientras su desaprobación alcanzó la sideral cifra de 81%.

Si el nivel de aprobación de Keiko es exiguo, el de su flamante presidente del Congreso (13%), Daniel Salaverry, es más exiguo aun, revelando que la actitud reticente de su bancada ante el referéndum le está saliendo muy caro.

No permitir que haya un referéndum el 7 de octubre, aprovechando la logística de las elecciones regionales y municipales, podría herir de muerte los afanes presidenciales de su lideresa.

Así las cosas, el referéndum se presenta como una tabla de salvación para una candidatura fujimorista que requiere reposicionarse en el tablero político, de paso que permite lavarle la cara a un sistema político y judicial carcomido por la corrupción.

Sería una gran oportunidad para transformar la actual ‘democracia delegativa’, donde reina la más absoluta discrecionalidad de los congresistas, en una verdadera democracia representativa, que permita a la ciudadanía ejercer el control de su accionar político.

El machacado argumento de que el referéndum sería un factor desestabilizante de la economía del país se topa con una cruda realidad de inversionistas -sobre todo extranjeros- espantados por el nivel de sordidez de la corrupción reinante en el poder judicial, y la endeblez de un poder ejecutivo asediado por una oposición anti reformista.

De suerte que, de no producirse el referéndum del 7 de octubre anunciado por el presidente Vizcarra, muchas empresas extranjeras saldrían corriendo del Perú, a buscar horizontes más promisorios para sus inversiones.

Ahí sí caeríamos a un escenario económico escalofriante, en el que la recuperación económica en ciernes se vendría abajo, afectando el empleo y los ingresos de la población. Esperemos que eso no ocurra, por el bien de todos.