Un gabinete de consenso

En estos días los medios llenan sus páginas con un sinnúmero de escenarios políticos posibles tras el pedido del presidente Vizcarra de acortar su mandato y el del Congreso. Tal es la incertidumbre reinante que, dentro del Estado, ya nadie se atreve a tomar decisiones importantes, mientras que las empresas privadas vienen paralizando sus inversiones, retrasando los pagos a sus proveedores y frenando la contratación de nuevo personal, en espera de un horizonte más claro sobre el futuro.

Lanzar un pedido de adelanto de elecciones en el penúltimo año de un mandato de cinco años significa tirar al tacho el penúltimo y el último año, desde el punto de vista económico y social. Son dos años en que no podrá emprenderse ninguna reforma adicional a la política; dos años de espera inútil para los 600 mil jóvenes que en ese lapso ingresarán a buscar trabajo, sin mayor esperanza de conseguirlo.

¿Se puede cortar esta sangría económica y social? La verdad que sí. Está en manos del presidente Vizcarra en ponerse de acuerdo con la oposición en la designación de un gabinete de ministros de consenso, conformado por personalidades independientes, que no se conforme con la reforma política y meta el pie a fondo para impulsar reformas pendientes importantísimas para llegar en mejor pie a la celebración del Bicentenario de la Independencia: la reforma del Estado, la reforma de la salud, la reforma educativa, la reforma tributaria y laboral.

Un gabinete de ministros conformado por talentos destacados por su gran prestigio, independencia e integridad ayudaría tremendamente a acortar el camino en la lucha contra la corrupción y a mitigar las tensiones entre el ejecutivo y el congreso.

Para premier pienso en alguien como Beatriz Merino, Oscar Schiappa Pietra o Carlos Neuhaus quienes, dada su intachable trayectoria y prestigio, estarían en capacidad de animar a destacados profesionales para aportar al país su cuota de sacrificio, en momentos tan delicados para la república.