Desde el 2007 el INEI en su estimación del PBI ha venido desagregando los Ingresos en tres partes: remuneraciones, impuestos y excedente de explotación (ganancia de empresas). Las remuneraciones abarcan los sueldos y salarios pagados por las empresas formales en efectivo o especie, así como las contribuciones a los sistemas de seguridad social. La novedad reciente en la estimación del INEI ha sido la introducción de un concepto adicional: el Ingreso Mixto.
El concepto de Ingreso Mixto es aplicado a los hogares que llevan a cabo actividades económicas, pero que no están establecidas como empresas formales. Este concepto, constituye la combinación de los pagos que se hacen a sí mismos y a sus familiares por su trabajo y las ganancias que se reparten entre ellos o se emplean para gastos del hogar. Esta categoría de ingresos es la que más se aproxima a la actividad informal del país.
Asociado a los conceptos de remuneraciones e ingreso mixto, el INEI publica el número de trabajadores “equivalentes” que reciben ya sea remuneraciones por planilla o ingresos mixtos (Matriz de Empleo). El INEI utiliza el concepto de trabajadores “equivalentes” para corregir la posibilidad de que un trabajador pueda tener más de una fuente de ingresos por concepto de empleo, o bien porque trabaja para más de un empleador o porque, además de trabajar para uno o más empleadores, trabaja por cuenta propia. La unidad de medida no es el número de personas, sino el número de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo. El uso del concepto de trabajadores equivalentes permite obtener una versión más realista de las dimensiones de la informalidad laboral por sector económico.
En la Tabla 1 se presenta la Matriz de Empleo de 14 sectores económicos discriminados en remunerados por planilla y remunerados por Ingreso mixto para el periodo 2007 – 2017. Los datos para 2018 aún no han sido publicados por el INEI. La importancia de esta tabla es que nos permite analizar la evolución de la informalidad laboral por sector económico a lo largo de 11 años. Medido de esta manera la PEA equivalente es inferior a la PEA real y el porcentaje de informales es inferior al 70%. El número de empleos en el sector público no incluye los profesores ni enfermeros que son incluidos en otros servicios.
Observamos que los sectores que concentran la informalidad laboral en orden de importancia son el sector agropecuario, el sector comercio, el sector alojamiento y restaurantes, el sector manufactura y el sector transportes y mensajería. Sin embargo, las tendencias son diferentes entre estos sectores. Mientras que en el sector agropecuario el número de informales viene decreciendo, el sector de transportes y mensajería al igual que el de alojamiento y restaurantes vienen creciendo significativamente.
La reducción de la informalidad en el sector agropecuario se explica en gran medida por la ley de promoción agropecuaria y en este sentido la reciente prórroga de esta ley es un paso en la dirección correcta. Por su parte el incremento significativo de la informalidad en el sector transportes y mensajería se explica por el surgimiento, por ejemplo, de las empresas de “delivery” que no establecen un vínculo laboral formal con sus “mensajeros” o conductores que no son considerados como asalariados y si como autónomos.
El sector alojamiento y restaurantes presenta una clara tendencia creciente tanto en el sector formal como en el informal y que se explica por el dinamismo de este sector. Los empleos formales e informales crecen al mismo ritmo y la inoperancia de la SUNAT en controlar la informalidad es palpable en este sector.
En los casos de los sectores manufactura y comercio la situación es inversa a la del sector alojamiento y restaurantes. En estos sectores la informalidad venía creciendo a la par con el número de trabajadores formales, sin embargo, a partir de 2012 el estancamiento económico del sector manufactura ha motivado que desaparezcan puestos de trabajo formales e informales. Este fenómeno se repite en el sector comercio, pero en menor medida.
La evolución de las estadísticas de empleo presentados en la Tabla 1 revelan claramente que el principal problema de la economía peruana es la informalidad laboral. Sin embargo, el plan de competitividad y plan de infraestructura recientemente anunciado por el gobierno parece ignorar esta realidad. La inversión se concentra en proyectos de transporte (aeropuertos y carreteras) y salud y saneamiento, pero se ignora o minimiza la inversión en riego, canales de irrigación, reservorios y reforestación en el sector donde se concentra la informalidad y la pobreza. No se entiende un plan de productividad y competitividad sin atacar prioritariamente el problema de la baja productividad del sector agropecuario.
Mientras que el ejecutivo y el legislativo continúan en su lucha fratricida de nunca acabar, las reformas tributaria, previsional y del sector salud claves para la reducción de la informalidad laboral siguen siendo postergadas. Felizmente la propuesta de eliminar los regímenes especiales y reemplazarlos por un nuevo régimen general progresivo ha sido desechada. Pero continúan rondando trasnochadas propuestas de la izquierda como eliminar la devolución del IGV a las exportaciones mineras, la universalización del régimen no contributivo del Sistema Integrado de Salud (SIS), la estatización de los medios de producción y la mayor presencia del Estado en la economía.
El objetivo manifiesto de la izquierda es desmontar el modelo económico de la Constitución de 1993, que nos ha dada medio siglo de prosperidad, crecimiento económico y reducción de la pobreza. Pareciera que para ello cuenta con el aval del actual gobierno que no fue elegido para este objetivo. Estamos avisados.