El Gas licuado de Petróleo (GLP) es quizá el combustible más versátil de todos los que hoy se usan en nuestro mercado. Envasado en balones de 10 kilos se usa masivamente en la mayoría de los hogares del Perú, envasado en balones de mayor tamaño (45 kilos) se usa en muchas empresas de servicios (restaurantes y afines) y almacenado en recipientes fijos en las instalaciones de los clientes se usa en hoteles, hospitales, edificios de departamentos, industrias, etc.
La facilidad con la que el GLP puede ser envasado en estado líquido y pasa al estado gaseoso al salir del recipiente que lo contiene, hace que pueda ser transportado hacia prácticamente todos los rincones del país. Por ello se dice que hoy lo que tenemos en común casi todos los peruanos es un televisor, un celular y un balón de gas.
El GLP es una mezcla de dos componentes principales, el propano y el butano, ambos se obtienen principalmente del gas natural, pero también pueden obtenerse de los procesos de refinación del petróleo. Antes del desarrollo del proyecto Camisea la mayor parte del GLP producido en el Perú era obtenida en las refinerías Talara y La Pampilla y un menor volumen en los yacimientos de gas natural de Aguaytía en la selva central y en los del noroeste peruano.
Al inicio del presente siglo y ya con Camisea en plena construcción el mercado peruano no había incorporado en forma importante el GLP en la matriz de consumo como si había sucedido en la mayoría de los países, la razón es que, en esa época, el impuesto selectivo al consumo aplicado al GLP era de 60%, mientras que al kerosene sólo se le aplicaba 15%, por esa razón en esa época la mayoría de las amas de casa cocinaban con kerosene. Cabe anotar que además de ser menos contaminante, el GLP es mucho más eficiente y apropiado para la cocción de alimentos.
Efectuada la corrección tributaria, rápidamente el GLP desplazó al kerosene en los usos domésticos y comerciales y desde esa época su ritmo de crecimiento superó a los otros combustibles, superando en poco tiempo a la suma de todas las gasolinas y posicionándose como el segundo combustible de mayor consumo en el país (superado sólo por el diésel que se utiliza en el transporte y en la generación eléctrica).
La gran producción de GLP obtenida en Camisea a partir de setiembre 2004 permitió reemplazar al GLP que se venía importando en forma creciente hasta esa fecha y simultáneamente convertir al Perú en exportador de GLP.
La creciente importancia del GLP en nuestro mercado y el mal ejemplo de algunos países vecinos que subsidiaban irracionalmente este producto en su mercado interno, lo llevó a tener presencia en las propuestas de los candidatos en los comicios del año 2006 en el cual las dos propuestas que pasaron a la segunda vuelta prometieron “bajar el precio del GLP” y aún en el siguiente proceso electoral, en el año 2011 la campaña de un candidato ofrecía conseguir un balón de 12 soles cuando el precio del balón doméstico en nuestro mercado estaba por encima de 30 soles.
La historia del GLP así empezó a tener capítulos tan extraños que podrían formar parte de una novela. Uno de estos episodios fue cuando el Perú exportaba GLP de Camisea, el gobierno ecuatoriano era uno de los compradores de ese GLP y lo subsidiaba hasta convertirlo en un producto tan barato que volvía a entrar al Perú de contrabando por la frontera norte.
Hoy estamos viviendo otro capítulo extraño, la demanda interna por GLP creció tanto que en lugar de exportar GLP ahora somos importadores de GLP, simultáneamente el Perú tiene tanto Gas Natural en Camisea que tiene que reinyectarse en el subsuelo el gas excedente que no logra venderse en el mercado interno, sin embargo, el Estado peruano subsidia doblemente el uso del GLP. A las familias pobres les entrega un “VALE GLP” que les permite comprar balones con subsidio (se puede usar un vale de 16 soles o dos vales que acumulan un valor de 32 soles obteniendo así un balón doméstico prácticamente gratis) y en adición el GLP para envasado está protegido de alzas de precio significativas por el Fondo de Estabiización.
Lo lamentable de este último subsidio es que no existe un mecanismo de fiscalización y control efectivo que asegure que el beneficio del Fondo se utilice sólo para el GLP envasado de uso doméstico por lo cual al final se usa sin control en diversas actividades comerciales e industriales y hasta en estaciones de servicio (grifos) como GLP vehicular en una competencia desleal con el Gas Natural Vehicular que no recibe ningún subsidio. Es decir, el Estado peruano termina subsidiando a un producto importado perjudicando el crecimiento del mercado de un producto peruano que no puede comercializar todo lo que se produce en el país.
Los hospitales, las instituciones del Estado, los edificios multifamiliares con tanques estacionarios de GLP y hasta las granjas de pollos que son un alimento básico de la canasta de alimentación popular utilizan GLP a granel que no recibe ningún subsidio mientras que las familias de altos ingresos pueden utilizar GLP envasado para calentar sus piscinas y los automovilistas pueden comprar en los grifos GLP subsidiado y desviado ilegalmente hacia ese mercado.
Este tema fue planteado ya hace varios años al Ministerio de Economía y Finanzas y sigue sin ser resuelto.