El Impacto Económico del “Miedo al Coronavirus”

El surgimiento del nuevo coronavirus (denominado 2019-nCoV) no ha podido llegar en un peor momento para la economía mundial. Todavía es muy pronto para determinar la virulencia del evento, pero lo que si podemos pronosticar es que su impacto económico va a depender de las decisiones que tomen millones de personas para minimizar sus posibilidades de contraer el virus y de cómo reaccionen las políticas gubernamentales ante la potencial amenaza.

Esto significa que el brote originado en la ciudad china de Wuhan podría afectar directamente a relativamente pocas personas, en comparación con pandemias pasadas, pero en contraposición tener un enorme impacto indirecto en una economía global cada vez más interconectada.

Tomemos como ejemplo lo acontecido con otro coronavirus a principios de siglo: el SARS. Éste, al igual que el nuevo coronavirus, en cuestión de semanas se propagó e infectó a individuos en 26 países.

Aunque fue devastador para sus víctimas y familias, afortunadamente se contuvo relativamente rápido y la tasa de mortalidad fue de alrededor del 11%, teniendo impacto limitado en la salud pública y de relativa corta duración.

No obstante, y aquí viene el problema, el impacto económico del SARS (calculado como la suma de sus efectos directos e indirectos) se estimó en una merma global de casi US$ 100 mil millones, pues si bien menos de 10.000 personas se infectaron directamente, decenas de millones de personas cambiaron su comportamiento por temor a contraer el virus.

Estos cambios de comportamiento fueron impulsados ​​en parte por directivas gubernamentales, pero lo más importante por los juicios personales sobre los riesgos.

Los estudios de comportamiento sugieren que las personas generalmente sobreestiman los riesgos que son memorables, vívidos o que propician miedo, al tiempo que subestiman los riesgos más comunes. Por lo tanto, los ataques de tiburones son más temidos que los accidentes de tránsito.

En una encuesta a 705 personas en Hong Kong en el apogeo de la epidemia del SARS, el 23% de los encuestados temía que pudiera infectarse con el SARS. La tasa de infección real fue de apenas 0,0026%.

En EEUU se infectaron 29 personas y nadie murió, pero el 16% de los encuestados sintió que era probable que ellos o sus familiares se infectaran con el SARS.

Tales temores condujeron a efectos económicos indirectos perjudiciales para el mundo. Los lugares de ocio y las empresas asociadas con el turismo nacional e internacional se vieron desproporcionadamente afectados.

Las economías de China, Hong Kong, Singapur y Taiwán fueron las más afectadas. En el apogeo de la epidemia, la llegada de visitantes internacionales cayó dramáticamente en estos cuatro países.

Según el Banco Mundial, las pérdidas en estos países ascendieron a US$ 13 mil millones. En Beijing las pérdidas para el sector turístico se estimaron en 300 veces el costo directo del tratamiento médico para el SARS en la ciudad.

Ante tanta evidencia, consideramos que lo acontecido con el SARS puede servir de buena guía para evaluar cuáles podrían ser los impactos económicos del nuevo coronavirus.

Con toda seguridad, esperamos que las reacciones de los gobiernos y de los individuos ante la amenaza percibida del virus, y no el virus en sí, sean las que determinen los mayores costos económicos.

Por ejemplo, el gobierno chino ha impuesto un toque de queda obligatorio a más de 30 millones de personas de las ciudades de Huanggang, Ezhou, Zhijiang y Chibi. La amplificación de la medida es sólo cuestión de días, y no porque otras ciudades acojan la orden, sino porque es muy probable que otros cientos de millones de chinos lo hagan voluntariamente por el pánico infeccioso.

Otros ejemplos del temor al coronavirus incluyen a Hong Kong y varios países asiáticos que ahora dudan en permitir la entrada de turistas chinos; mientras que en los países occidentales se recomienda a los ciudadanos evitar viajar a China, como ocurre en EEUU donde el Centro para el Control de Enfermedades ha recomendado no viajar a China sobre todo cerca de áreas próximas a Wuhan.

Incluso en el Perú ya están prendidas las alarmas de pánico. Los medios de comunicación han iniciado una campaña inmersa en el miedo ante la posible llegada del coronavirus al país, por dos hechos aislados: (1) tres ciudadanos chinos y su traductora con problemas de salud a su llegada al aeropuerto, y (2) un grupo de ciudadanos chinos con problemas de soroche en Cusco.

Los indicadores de tendencias en la web se han disparado en Lima con búsquedas relacionadas al virus chino y su temor al contagio; en un año en el que precisamos de menos incertidumbre para poder revitalizar la economía.

Es un hecho que, a diferencia de lo ocurrido en 2003 con el SARS, hoy con las redes sociales el pánico puede extenderse más rápidamente.

Todos los indicios apuntan a una reacción exagerada mundial a esta crisis y, por lo tanto, a un impacto económico ampliado. Incluso los medios de comunicación más reputados del mundo no han demostrado ser inmunes al sensacionalismo, promoviendo historias con titulares dramáticos. A mayor miedo, menor crecimiento económico. Advertidos están.