El mito de Escila y Caribdis, tal como aparece en la Odisea de Homero, describe la existencia de un canal estrecho en el mar, en el que en un lado existe un monstruo, Escila, con torso de mujer y cola de pez, del que surgen seis perros que atacan ferozmente a los barcos que pasan por su lado del estrecho. Y en el otro lado del canal se forma un remolino, Caribdis, que de forma periódica atrapa los barcos que pasan por su lado y los devuelve destrozados. Y como el canal es muy estrecho, al pasar los barcos corren un gran peligro, pues si no caen en las garras de Escila lo hacen en el remolino de Caribdis. Ulises, en su viaje de vuelta a casa, que se narra en la Odisea, y por consejo de la diosa Circe, pasó por el lado de Escila, pues así perdía “sólo” seis marineros, pero no perdía todo el barco.
Los gobiernos de todo el mundo, y el del Perú no es la excepción, en su lucha contra la pandemia del COVID-19 enfrentan un dilema similar al de Ulises en su retorno a Ítaca. O prolongan la cuarentena indefinidamente esperando la vacuna salvadora, pero a costa de una recesión económica severa, o relaja progresivamente la cuarentena para evitar el colapso económico. Como la vacuna no estará lista en por lo menos 12 meses, el gobierno necesita de una estrategia clara de cómo confrontar este dilema. Todos los gobiernos están abocados a definir su estrategia, que no será igual para todos debido a las diferentes características de la población, del sistema hospitalario y de la estructura económica.
La clave para poder definir una buena estrategia es contar con información apropiada y oportuna tanto de la situación de la salud pública como de la situación económica. En nuestro caso, lamentablemente la ausencia de suficientes pruebas moleculares ha distorsionado la medición del avance de la pandemia en nuestro medio. Recién en la última semana se han incrementado el número de pruebas diarias, pero aún estamos lejos de hacer las necesarias para definir una estrategia basada en un diagnóstico certero de la epidemia.
Por el lado económico, las cifras oficiales de la actividad económica tardan en llegar. Recién a mediados de mes sabremos las estadísticas del mes de febrero. Aparte de la evolución de los indicadores financieros como el tipo de cambio, los precios internacionales y el índice bursátil, poco se conoce de la situación real de la economía.
Un indicador muy correlacionado con la marcha del PBI es el consumo de electricidad, ya que este insumo es utilizado por la mayoría de las actividades económicas. El Comité de Operación Económica del Sistema Interconectado Nacional (COES) reporta el consumo de todas las distribuidoras de electricidad y de todos los clientes libres cada media hora, las 24 horas del día y los 365 días del año. En el Gráfico 1 se presenta la evolución del consumo total de electricidad de las distribuidoras y de los clientes libres. Para evitar estacionalidades en el consumo se ha optado por presentar el consumo acumulado de los últimos 7 días para el periodo de primero de enero de 2020 hasta el 9 de abril de 2020 y sus correspondientes datos del año 2019. El consumo se expresa en MWh en el gráfico de la izquierda y en variaciones anuales respecto al mismo periodo del año 2019 en el gráfico de la derecha.
Observamos en el gráfico de la izquierda que en los meses previos al establecimiento de la cuarentena el nivel de consumo era similar a los niveles de consumo del año 2019 y se ubicaba alrededor de los 1,300,000 MWh semanales. Sin embargo, a partir de la cuarentena este consumo ha caído a niveles de 850,000 MWh semanales y esta caída se ha intensificado en los días del 3 al 9 abril. Si observamos el gráfico de la derecha vemos que la caída observada a partir de la cuarentena ha sido de alrededor del 30% respecto a los niveles del 2019 y que se ha agudizado en los primeros días de abril.
En el Gráfico 2 se presentan, por separado, los consumos de electricidad para las distribuidoras y para los clientes libres. Los clientes libres son grandes empresas, o centros comerciales. Las distribuidoras incluyen pequeñas y medianas empresas y el consumo residencial y público. Como era de esperarse la caída en el consumo de los clientes libres (-40%) viene siendo superior a la caída de las distribuidoras (-25%).
¿Qué significa en términos de costo una caída de 30% del consumo de electricidad? Si asumimos que hay una correlación muy cercana entre la caída del consumo de electricidad con la caída del PBI, entonces podemos afirmar que el costo económico por semana de la cuarentena es de 1,442 millones de dólares que representa el 30 % de una semana de PBI (PBI = 250,000 millones de US$ / 52 semanas = 4,807 millones de US$ por semana).
El astronómico costo de la cuarentena por supuesto palidece con el costo de vidas humanas. Sin embargo, nos da una idea de la urgencia de contar con una estrategia bien diseñada de salida de la cuarentena. Esta estrategia no solo debe contemplar un cronograma de reinicio de operaciones para diferentes actividades económicas y ubicaciones geográficas y la ayuda financiera a otorgar para que puedan retomar sus actividades, pero fundamentalmente, la estrategia debe incidir también en las normas de higiene y protección sanitaria que cada centro de trabajo debe cumplir. El monitoreo de todo el personal de cada empresa, el uso obligatorio de mascarillas y reglas de distanciamiento social en el ambiente de trabajo deberían formar parte de los protocolos que cada empresa deba establecer. Estos protocolos en las empresas deberían ser acompañados de estrictas medidas de protección en los medios de transporte utilizados por los trabajadores.
Solo con una estrategia de salida adecuada podremos navegar en el justo medio de los acechos de Escila y Caribdis. En el diseño de esta estrategia jugará un papel decisivo el contar con información oportuna y veraz de las pruebas masivas moleculares y serológicas y de un sistema informático apropiado para hacer el seguimiento de la pandemia.