Con la finalidad de combatir la pandemia del coronavirus en Perú, se dictó una cuarentena que lleva actualmente 90 días de distanciamiento social para lograr combatir la propagación del virus, lo que está generando una de las peores crisis económicas habidas en el país. Las proyecciones del Banco Mundial estiman una caída del 12% del PBI en el Perú que nos retrocedería casi 20 años de crecimiento económico.
A inicio de la cuarentena, el Gobierno peruano lanzó uno de los programas de incentivos más grandes del mundo con cerca del 12% el PBI, lo cual animó mucho a la población. Sin embargo, en el transcurso de la cuarentena se ha visto que los programas de incentivos sólo han llegado a las grandes empresas y no a satisfacer las necesidades de la gran mayoría de la población que está sufriendo en carne propia una crisis de las dimensiones señaladas.
La nueva normalidad con distanciamiento social implica un reto muy importante para la nueva forma de evaluación de créditos en el sistema financiero. Peor aún si la evaluación de crédito tradicional se basa en la historia de comportamiento de pagos, lo cual ahora se torna mucho más complicada en esta nueva normalidad, porque dejará fuera las posibilidades de conseguir un préstamo a una persona o empresa que tuvo la desgracia de tener una letra o pagaré protestado o haber refinanciado un crédito. Peor aún es la situación de los emprendedores y microempresarios informales, que son más del 60% de la población, que al no tener historial crediticio simplemente no califican bajo ningún modelo de evaluación de crédito existente.
Se requieren nuevas reglas de evaluación de crédito que sean más flexibles y mucho más ágiles, sobre todo considerando que el distanciamiento social no permite tener la facilidad de visitar al microempresario en su local para ver cómo opera. Por lo que se necesita adoptar procesos digitales que aceleren el proceso de evaluación y le den la tranquilidad a la entidad financiera que la persona que solicita el crédito vaya a cumplir con su deuda.
Necesitamos reinventar el sistema de evaluación de créditos y aprovechar esta oportunidad para otorgar créditos a los microempresarios y emprendedores que se formalicen, de tal manera que se cierre la brecha de inclusión financiera y se logre la bancarización de la población.Existen muchos modelos analíticos de evaluación de créditos que usan las variables de comportamiento de pago de una persona o empresa para predecir su probabilidad de cumplir con el pago de su deuda, pero todos esos modelos no sirven cuando un emprendedor o microempresario informal no tiene historial crediticio.
En mi opinión, la forma de lograrlo es a través de nuevos modelos de evaluación crediticia por medios digitales y sistemas expertos, basados en el conocimiento de conocedores del comportamiento del microempresario informal para poder filtrar a aquellos que tengan alta probabilidad de cumplir con su cronograma de pagos y luego generar un motor de reglas que determinen la probabilidad de pago de la deuda.
Sin duda en esta nueva normalidad, los motores de evaluación de crédito tendrán que evolucionar y adecuarse a la nueva etapa post covid.