Ha dicho el ministro Waldo Mendoza[1] del MEF que la informalidad no bajará salvo en décadas de ‘crecimiento chino’ agregando que ‘… la informalidad en el Perú es de las más altas en América Latina, superando el 70% …y tras la pandemia, ésta ha subido hasta el 80%’. De paso, se refirió a una presión tributaria del 20% como un escenario en que el Estado podría hacer muchas más cosas.
Sería muy interesante determinar cuánto empleo se creó en el Perú durante la segunda mitad del siglo XX, que fue el periodo cuando se dispara la informalidad laboral. Conocer qué actividades productivas crearon los puestos de trabajo y qué eventos o procesos redujeron los empleos. Bajo ese enfoque conviene analizar, el anunciado tratado de libre comercio con India, sin duda un enorme mercado, pero no firmarlo sin antes conocer el efecto neto sobre el empleo nacional.
De otro lado, lamentable que dependamos tanto de la investigación biofarmacéutica que se realiza en el extranjero. Se subestimó la importancia de esas actividades y hoy hacemos cola para adquirir las vacunas contra el Covid 19. El caso del laboratorio nacional que investiga una vacuna es muy decidor. Talento existe en nuestra Patria, convicción no tanto o una exagerada aversión al riesgo.
Nos hemos conformado con industrias de baja complejidad tecnológica y nuestro sistema de ciencia y tecnología se invisibilizó salvo contadísimas excepciones. Tampoco nuestras industrias han participado en las redes de desarrollo de estos productos vitales. O no le han dedicado suficiente prioridad al desarrollo de fármacos con base a nuestra biodiversidad. En todo caso, sería bueno escuchar a los líderes de esas empresas que expliquen al país su visión y su rol.
En ese sentido, para estimular la investigación y desarrollo tecnológico en la era post pandemia, opino que es urgente reforzar la legislación universitaria otorgando un puntaje especial para las entidades académicas que conciban e implanten proyectos de impacto regional y nacional en ciencias de la salud y afines. Para ello, el estado constituye un fondo que fomente la investigación e innovación en industrias de alta complejidad, además de las vacunas y antídotos, por ejemplo, en creación de platos e ingredientes para una cocina peruana rápida, saludable, económica y elaborada a partir de nuestros cultivos nativos. Una industria agroalimentaria para el consumo nacional con potencial exportador.
Mientras tanto, la industria textil y de confecciones de Perú pide salvaguardas al Estado para recuperar ‘oxígeno’ luego de la caída de sus negocios (-32 % menos producción durante 2020), que coincide con un fuerte incremento de importaciones del Asia. La producción de confecciones cayó -36 % en 2020 y el sector textil se redujo -26 % según la Sociedad Nacional de Industrias (SNI). Las medidas de protección serían temporales mientras se supera la emergencia del empleo que sufre el país[2].
La subida de importaciones llevó a la producción peruana a participar solo con 2,9 % en el mercado local de confecciones y textil, dato de alarma. Mucha ropa asiática ingresa al país con precios predatorios que se han reducido hasta en -52 % durante 2020 por lo que estas importaciones son una amenaza al empleo de este importante sector de la producción nacional. Por esta razón, la SNI y el conglomerado textil de Gamarra presentaron una solicitud ante INDECOPI para que se apliquen medidas de salvaguarda.
Y mientras en Brasil la pandemia crece en muerte y desolación, cabe mencionar la asociación entre el Instituto Butantan de Sao Paulo y la empresa china Sinovac, en la investigación, desarrollo, producción y distribución de la vacuna CoronaVac en nuestro vecino del oriente. A la fecha, esa vacuna -hecha en Brasil- representa casi el 90% de todas las dosis administradas en ese país. Y la embajada de la República Popular China en Brasilia se ha esforzado por garantizar el abasto local de vacunas y suministros en coordinación con el gobierno central y el estado de Sao Paulo[3].
El Bicentenario de nuestra Independencia llega en medio de una de las peores crisis, en uno de los momentos de mayor fragilidad del Perú. El periodista César Hildebrandt[4] enfatiza que ‘todas las patentes de la desesperanza las ha comprado el Perú’ y propone reconstruir opciones políticas serias, una social democracia moderna que podría salvar al Perú. A tener en cuenta.
[1] Diario El Comercio. Marzo 9,2021. Waldo Mendoza: ‘En el Perú, la informalidad bajará cuando tengamos crecimientos chinos por décadas’
[2] EFE. La industria textil peruana pide salvaguardas para superar el desplome del 2020. Marzo 11, 2021
[3] China Daily. Pulling together. Marzo 16, 2021
[4] Entrevista con Josefina Townsend y Renato Cisneros. ‘Sálvese quien pueda’. Febrero 19, 2021