La amenaza inflacionaria

Mientras nos debatimos en una lucha estéril sobre los resultados de unas elecciones plagadas de irregularidades y un poder ejecutivo dispuesto a imponer a su candidato a como dé lugar, nubes de tormenta se asoman en el horizonte inflacionario.

Diversos factores vienen generando fuertes presiones inflacionarias en el mundo entero.  Los precios de los “commodities” agrícolas muestran fuertes incrementos en los últimos 12 meses:  el maíz 121.2%, la harina de soya 32.3%, el aceite de soya 176.8% y el trigo 42.8%. El precio del petróleo se ha incrementado 55% en los últimos 6 meses. Consecuentemente, el índice de inflación en los EUA ha superado el 5%.  En el caso peruano, a estos factores se les debe sumar la devaluación de nuestra moneda que ha alcanzado 12.7% en los últimos 12 meses. Uno de los factores que viene contribuyendo al incremento de costos a nivel mundial es el aumento desmesurado de los fletes marítimos, especialmente para los embarques originados en China.

En el Gráfico 1 se muestra la evolución del Índice Global de Flete por Contenedor. Este índice mide el costo promedio de enviar un contenedor estándar de 40 pies de largo entre diferentes lugares de origen y destino a nivel mundial. Como se puede observar el costo promedio del flete a nivel mundial era de alrededor de 1,300 US$ en los meses previos a la pandemia. Durante los primeros 6 meses de la pandemia este costo se mantuvo estable ayudado por los bajos precios de petróleo. A partir del último trimestre de 2020 el costo de envío del contenedor promedio se aceleró significativamente impulsado por la recuperación del precio del petróleo y la asimetría en la producción de bienes por parte de la China y el resto del mundo afectado por la pandemia. De esta manera el costo promedio del flete llegó a bordear los 4,000 US$ a finales del 2020.

En el primer trimestre de 2021 los precios de los fletes se mantuvieron estables. Sin embargo el bloqueo del canal de Suez por el barco Ever Given desnudó el estado precario del mercado de fletes. La escasez de contenedores se hizo palpable y como consecuencia el costo del flete inicio un crecimiento exponencial que ha llevada a que el costo promedio del flete por contendor supere los 6,000 US$. Los actuales niveles del costo del flete por contendor significan un aumento del 250% respecto a los niveles previos a la pandemia.

¿Cuan significativo puede ser el impacto del aumento de los fletes en la inflación?  Dependerá de la estructura de costos entre el valor de las importaciones FOB (antes de fletes y seguro) y las importaciones CIF (que incluyen fletes y seguro). Adicionalmente dependerá del origen de nuestras importaciones ya que el aumento de los fletes no es uniforme en todas las rutas marítimas. En el caso del Perú un gran porcentaje de nuestras importaciones viene de la China donde se han registrado los mayores incrementos.

Los fletes, según datos del BCRP, representaban alrededor del 5% del valor FOB de nuestras importaciones antes de la pandemia. En el primer trimestre de 2021, este porcentaje se ha elevado a 7.5%.  Dado el significativo aumento de los fletes en el segundo trimestre de este año se espera que el porcentaje del valor de los fletes respecto al valor FOB de las importaciones llegue a 10%. Por consiguiente, el impacto del incremento en fletes podría llegar a 5% del valor de los productos importados.

El impacto combinado de la devaluación del sol, el aumento del precio del petróleo y otros commodities sumado al aumento de los fletes se ha traducido en un aumento de los precios de los productos importados en 12.2% en los últimos doce meses (ver Gráfico 2). Este incremento deberá continuar en los próximos meses. A su vez, el aumento del precio de los productos importados deberá incidir en los precios de los productos nacionales tanto a nivel mayorista como en los precios al consumidor en los próximos meses.

¿El aumento de los productos importados será trasladado íntegramente a los precios al consumidor? No necesariamente. Hasta ahora no ha ocurrido, a pesar del aumento significativo del circulante registrado como producto de los retiros de las CTS, de las AFPs y de los bonos otorgados a las personas menos favorecidas. Al parecer la incertidumbre generada por la pandemia y la situación política ha frenado el consumo de bienes y servicios por la población y el escaso consumo se ha concentrado en productos de primera necesidad.

El mecanismo de transmisión del impacto del aumento de los productos importados se da primero en los precios de los productos mayoristas. Esto ya se está concretando. Los precios mayoristas nacionales han subido 9.3% en los últimos 12 meses (ver Gráfico 3). El crecimiento de estos precios ha seguido una tendencia muy similar a la dinámica observada por los precios de los productos importados.

El mecanismo de transmisión (pass-through) de los precios mayoristas a los precios minoristas es más lento y depende del nivel del poder adquisitivo del consumidor que ha estado deprimido como consecuencia de los altos niveles de desempleo, el aumento de la informalidad y la caída del salario promedio generados por el antitécnico manejo de la pandemia. Sin embargo, en los últimos meses se viene observando un incremento de los precios al consumidor que en términos anualizados ya llega al 3.5% (ver Gráfico 3). La conjunción de todos los factores antes mencionados apunta a que los precios al consumidor continuarán subiendo, pudiendo superar el 5% anual a fines del 2021.

Debido a que el incremento en el índice de inflación que se anticipa tiene su origen principalmente en aumentos de costos, el BCR deberá tener cuidado en no pretender aplicar medidas monetarias para frenar la inflación. Eso sería como aplicar una medicina a la enfermedad equivocada. Los incrementos de costos observados son “one-time-effects” y, por lo tanto, su efecto inflacionario no se repetiría.

Con la inflación en ascenso la situación del trabajador promedio solo tenderá a emporar. Cuando eso ocurra, las presiones por el aumento del salario mínimo no se harán de esperar, aún cuando tal aumento beneficie solo a los trabajadores formales que cada vez son menos.  Un aumento en las remuneraciones en estas circunstancias sería ser prematuro si los precios internacionales empezaran a bajar y podría conducir, innecesariamente, a una espiral inflacionaria de impredecibles consecuencias.