¿Qué nos deja el año 2021? Entre otras cosas, nos deja un “presidente de los oprimidos” con afanes de nuevo rico, moralmente empobrecido a la velocidad de la luz, tras el escandaloso ampay a su mismísimo secretario y hombre de su mayor confianza, con US$ 20,000 ocultos en un baño de palacio de gobierno, agravado por la confesión de una lobbysta asidua visitante palaciega que imputa a Castillo haberle cobrado una coima a cambio de beneficiarla con la buena pro en un proyecto de varios cientos de millones.
También nos deja una oposición recalcitrante, sin una agenda de reformas prioritarias que contribuyan a evitar que el Perú se desbarranque ante los afanes de destrozo de la institucionalidad del aparato estatal por parte del gobierno castillista, que ha venido colocando en puestos claves a personajes de dudosa procedencia, con el solo mérito de su militancia en Perú Libre y haber apoyado su campaña electoral. Un Congreso que no legisla para defender a los peruanos del mayor desastre en la gestión pública jamás visto en la historia. Un Congreso que no censura a ministros incapaces, como los de transportes y comunicaciones, educación, comercio exterior y energía y minas.
Nos deja la imagen de una oposición hipócrita que, con una mano teje el eventual desalojo de Castillo de su sillón presidencial, mientras con la otra le hace la cama aprobándole un proyecto de Presupuesto Público 2022 sin sustento técnico, y con ambas manos abrazan un contubernio para eliminar la meritocracia en el magisterio y tender un salvavidas a las universidades bamba, conformando un Consejo Directivo de Sunedu manejado por las propias universidades a las cuales ese organismo supervisa, al viejo estilo de la Asamblea Nacional de Rectores.
Apenas el 1% de los escolares viene asistiendo a clases presenciales. El gobierno quiere esperar hasta marzo y dice que el 100% asistirá, aunque aún más de 60% de los colegios ni siquiera cuenta con servicios higiénicos. La plata del sector se está yendo al pago de una “deuda social” a todos los servidores del Minedu. Para colmo, la prueba nacional para nombramiento de docentes se filtró y se comercializó, con participación de la hija del ministro del ramo. A pesar de ello el ministro no quiere anular sus resultados. Para mayor colmo aún, el Congreso y el Ejecutivo unidos jamás serán vencidos tras la abominable Ley del “bachillerato automático”, que automatizará la mediocridad de los egresados de las universidades. A la hora de los negociados mercantilistas y el tráfico de influencias, la extrema derecha y la extrema izquierda unidas jamás serán vencidas.
El agitado año 2021 que se va nos deja también una economía sin rumbo económico cierto. Una economía que tardíamente pudo recuperar su nivel de PBI pre – pandemia, gracias a los precios récord alcanzados por nuestros minerales de exportación y al soporte de una expansión inusitada del gasto público y la liquidez, así como al efecto “colchón” del ahorro que pudieron generar las familias de los segmentos A, B y C durante la cuarentena.
A ello se sumó la política de dinero fácil y repartición millonaria de bonos, la cual (en consonancia con la política monetaria y fiscal expansivas), ha impulsado el ingreso disponible a niveles récord, siendo caldo de cultivo de una inflación que ya superó la tasa pico de 2008, acompañada de mayor desempleo e informalidad.
El año 2022 pinta complicado. Al entorno económico internacional incierto se suma un gobierno que se torna como una amenaza a la estabilidad económica y democrática, más por su incapacidad de gestión y falta de visión y liderazgo, que por sus posturas radicales que no encuentran mayor eco en la población. Menos aún cabe esperar consensos con el Congreso para emprender las reformas estructurales que el país necesita: reforma del Estado, reforma judicial, reforma política, reforma educativa, reforma de la salud y reforma de sistema de libre competencia.
Desde el episodio hiperinflacionario de los 80s no se aprecia una debacle tan aguda de la institucionalidad del aparato estatal. Este gobierno viene sembrando masivamente personajes de dudosa procedencia en puestos claves, con el solo mérito de su militancia en Perú Libre y haber apoyado la campaña electoral.
En muchos casos se trata de gente con las uñas muy largas y talante muy dinámico, corroborando el anuncio realizado por el presidente Castillo la mañana del lunes 20 de septiembre ante el Consejo Permanente de la OEA en Washington: “La corrupción es un gran problema en mi país y tenemos corruptos hasta para exportar”.
Por ejemplo, nunca ante se vio a un ministro de energía y minas promoviendo la conflictividad social con azuzadores contratados y auspiciando el delito al afirmar que “el bloqueo de carreteras no es impunidad; a veces hay que permitir, hay que ceder, ante la posición intransigente de las empresas”.
Tampoco se vio antes a un ministro de transportes sentándose con los gremios de transportistas para ofrecerles la cabeza de la jefa de la ATU, María Jara, una funcionaria que por mandato de ley tiene que cumplir un período de 5 años. Ministro que ha colocado a personal de confianza no idóneo en cargos que son eminentemente técnicos. Un ministro incompetente para decidir sobre los proyectos más importantes del país y la calidad de los servicios que brindan, más aún si ha precarizado su sector.
Encima el Congreso acaba de darle facultades a un desgobierno así, para legislar en materia tributaria, fiscal, financiera y de reactivación económica, prefiriendo aplicar la ley del menor esfuerzo a asumir su función legislativa. ¿Se puede esperar así que podamos tener una feliz navidad y un próspero año nuevo? En estas condiciones es muy difícil. Sin embargo, a pesar de todo, insistamos en el afán optimista de que el Perú pueda cambiar y los peruanos podamos aprender de nuestros propios errores. ¡Feliz Navidad y un Próspero 2022!