Llama poderosamente la atención la forma apurada e improvisada con la que el gobierno ha otorgado beneficios tributarios a las actividades forestal, acuícola y pesca y procesamiento del atún, favoreciendo directamente a empresarios con capacidad de llegada al despacho presidencial, valiéndose de las facultades que el Congreso le otorgara a mediados de diciembre pasado.
Aprovechando la distracción de los peruanos en vísperas de la Navidad, con alegría contagiante el ministro Pedro Francke evacuó decretos legislativos pre navideños carentes de sustento. Se trata de normas sin valor legal, puesto que no cumplen con requisitos mínimos.
Según el Artículo 75° del Reglamento del Congreso, toda ley debe contar con exposición de motivos que expresen sus fundamentos, así como un análisis costo-beneficio y sobre su incidencia ambiental, además de otras formalidades. Cuando el Congreso delega su función legislativa al Ejecutivo, esta obligación se traslada a éste.
Tales análisis deben estar sustentados en estudios previos elaborados con rigor científico. Ni siquiera la sustentación que hizo Francke para pedir facultades al Congreso aportó nada que se parezca a este tipo de análisis. Se limitó a decir que estos sectores tienen potencial y deben expandirse y a mencionar cifras sueltas, sin ninguna relevancia para efectos del cálculo del costo-beneficio.
Los beneficios tributarios que se estaría otorgando no son poca cosa: reducción del impuesto a la renta a la mitad (15%) y depreciación anual del 20%, con depreciación acelerada. Para el caso de la pesca y procesamiento del atún, el impuesto a la renta bajaría increíblemente hasta 2,7%.
Y lo que es peor, no se condiciona a las empresas el cumplimiento de compromisos de inversión y de respeto al medio ambiente para poder gozar de estos beneficios. Simplemente se trata de un regalo navideño que podrá usarse para no invertir y depredar aún más.
Ojo que incentivar la actividad forestal puede sonar muy bonito a los legos en sostenibilidad ambiental, pero en realidad puede ser un arma letal para los bosques, si el beneficio comprende a plantaciones de monocultivos de especies exóticas (como la palma aceitera, el eucalipto y el pino). Ver Incendios forestales y foresticidios y Basta de cháchara reforestadora
Del mismo modo, la pesca del atún es pesca de altura que suele ser realizada por buques arrastreros. Encima, dado que al atún le encanta aglomerarse en torno a objetos a la deriva en el mar, esos buques acostumbran liberar al mar miles de dispositivos de concentración de peces (DCP) artificiales, con alto contenido de plástico.
Si lo que se busca es diversificar la economía elevando la competitividad sostenible de sectores distintos a la minería, se debe partir por elaborar un plan nacional de desarrollo que permita determinar los factores críticos de éxito para impulsar la conformación y consolidación de clusters y redes empresariales en acuicultura, pesca, agricultura, agroindustria, turismo, industria 4.0, servicios intensivos en capital humano.
La mayoría de las veces, el otorgamiento de beneficios tributarios ciegos a estas actividades promisorias es contraproducente. El remedio puede resultar siendo peor que la enfermedad cuando empresarios sin escrúpulos utilizan esos beneficios para depredar más el ambiente y ganar mucho más sin invertir nada.
¿Porqué el primer gobierno de Alan García fue un absoluto fracaso? En gran medida porque se rodeó de un grupito de amigotes empresarios que hicieron de las suyas con el dólar MUC y con los subsidios indiscriminados que daba ese gobierno. Se les llamaba “Los 12 Apóstoles”. ¿El gobierno de Castillo hará que la historia del populismo mercantilista se repita? ¿Tendremos otra vez 12 Apóstoles? Pero somos 33 millones de peruanos que estamos mirando y aguantando. ¿Hasta cuándo?