Missing the Point

En recientes declaraciones el ministro Kurt Burneo manifestó “La economía peruana se está enfriando progresivamente y puede caer en una recesión…”. La mayoría de los analistas económicos han salido al frente de las infelices declaraciones del ministro sosteniendo que “no hay riesgo de una recesión económica”, que solo hay un crecimiento pequeño pero no negativo.

Si bien es cierto que un ministro de economía no debería mencionar la palabra recesión porque puede afectar las expectativas de los agentes económicos, el ministro no deja de tener razón, aunque muchos de nuestros economistas opinen lo contrario. Basta ver el Gráfico 1 para darse cuenta de que la economía viene desacelerándose rápidamente y vamos camino a una recesión en el último trimestre de este año. El ligero repunte del PBI observado en el mes de junio (que se puede repetir en julio) no es un indicador definitivo de que la economía se venga recuperando.

Lo que queda claro es que muchos de nuestros economistas no han captado el verdadero trasfondo de las declaraciones del ministro (como se dice en inglés, están “missing the point”). El verdadero problema con nuestra economía es la inflación que amenaza con salirse fuera de control. Pareciera que para el ministro Burneo la inflación no es un problema. Para él, el único problema es la desaceleración de la economía. Y peor aún, piensa que un mayor gasto estatal (aumentando la demanda) va a hacer crecer la economía, ignorando que si no aumenta la producción (aumento de la oferta) con mayor confianza, mayor inversión y mayor empleo, un aumento de la demanda solo va a contribuir a aumentar la inflación.   En lugar de dar facilidades para aumentar la producción, cree que va a evitar la recesión gastando más, con lo cual lo único va a conseguir  es obligar al  BCRP a tratar de contener la inflación con medidas monetarias más restrictivas.

Las declaraciones de Burneo son una clara confirmación de que el MEF y el BCRP van por caminos contrarios. Para Burneo no es prioritario controlar la inflación, sino hacer crecer la economía incrementando la demanda. Para el BCRP su prioridad es el control de la inflación y lograr, de ser posible, un aterrizaje suave, con la menor caída posible del PBI. El problema es que en este confrontamiento el país puede terminar cayendo en una estanflación. Es decir más inflación y menos crecimiento económico.

La Argentina está confrontando un dilema similar con desastrosas consecuencias. Las autoridades piensan que la inflación y el alza del dólar son problemas asociados a factores externos y al crecimiento económico. Por ello, no han aplicado una política monetaria restrictiva para contener la inflación. En su lugar han venido inyectando dinero a la economía para sustentar un crecimiento ficticio, acompañado de una falsa satisfacción de demandas sociales que la inflación hace desaparecer rápidamente. Como consecuencia la inflación se ha disparado llegando a 71% en el mes de julio y ya se habla de una espiral inflacionaria de terribles consecuencias al incrementar los niveles de pobreza de los argentinos.

En Chile, con una estructura económica similar a la nuestra (dependiente del precio del cobre) y una reputación de un banco central autónomo, la inflación se viene disparando y ya está en 13.1% en el mes de julio, a pesar de que la tasa de interés de referencia del banco central es actualmente de 9.75% (9.0% en junio). El aumento de 0.75 puntos porcentuales en el último mes revela la incertidumbre generada por la depreciación del peso, producto de la política fiscal expansiva y los abultados retiros de los fondos de pensiones aprobados por el congreso chileno (ver Gráfico 2).

En vista de la experiencia histórica mundial, confirmada por lo que ahora observamos en  nuestros vecinos, si nuestras autoridades insisten en buscar el crecimiento aumentando la demanda vía mayor gasto público y en obstaculizar la producción con medidas como las restricciones a la tercerización laboral, las modificaciones a la conformación de sindicatos y derecho de huelga de los trabajadores, así como  la actitud pasiva ante acciones ilegales que vienen paralizando la actividad minera, la política monetaria del BCRP será insuficiente para impedir que la inflación continue su ritmo ascendente. En este escenario el BCRP deberá continuar incrementando su tasa de referencia, preferentemente a un ritmo mensual de 0.75 puntos porcentuales, hasta lograr una disminución de la inflación anual.

Nuestras autoridades deberían ser conscientes de que la inflación es el peor impuesto porque afecta más a los más pobres. Los niveles de pobreza ya se han visto seriamente incrementados por la antitécnica cuarentena impuesta por el gobierno de Vizcarra. Una aceleración de la inflación haría que los niveles de pobreza aumenten aún más.

Lo anunciado por el ministro, que esperamos no se plasme en el Marco Macroeconómico Multianual y el presupuesto del próximo año, no solo seria contraproducente en el campo de la inflación si no  también en el incremento del déficit fiscal y los niveles de la deuda pública, lo que nos podrían llevar a perder el grado de inversión por parte de las calificadoras de riesgo país y, con ello, al encarecimiento del crédito, la reducción de la inversión y la elevación del desempleo, lo que nos lleva a preguntarnos ¿qué es lo que el gobierno verdaderamente busca?.  Nuestras autoridades tienen la palabra.