El fin de las cuerdas separadas, la politización de la economía

No es una novedad afirmar que desde el gobierno de Humala se ha venido perforando progresivamente el modelo económico consagrado por la Constitución de 1993. Basta recordar que Humala juramentó por la constitución de 1979. Sin embargo siempre se ha argumentado que la política y la economía en el caso peruano van por cuerdas separadas. Que la resiliencia del modelo económico está por encima de las políticas populistas de los gobierno de turno. Pero tanto va el cántaro al agua que acaba por romperse.  El gobierno de Pedro Castillo se ha encargado de romperlo, finalmente la economía se ha politizado y las cuerdas separadas ahora son una ficción.

El modelo económico no va más, en su lugar tenemos un modelo estatista, demagogo y cleptocrático que avanza imparable día a día. Ahí están como pruebas el despilfarro de los miles de millones de soles en Petroperú, el aumento de bonos y subsidios indiscriminados, el control de precios, la destrucción del sistema previsional, la obstrucción a las inversiones mineras y de agroexportación, la transferencia de recursos antitécnica a los gobiernos municipales para proyectos poco o nada productivos y que solo fomentan la corrupción y el clientelismo político y un largo etcétera.

Los resultados económicos del tercer trimestre son una triste constatación de esta realidad. La actitud del contradictorio ministro de economía de salir a anunciar su plan de reactivación económica al mismo tiempo que anuncia su respaldo a la cuestión de confianza del ejecutivo es una prueba palpable de la politización de la economía. Sus declaraciones de que se “quiere poner en cuerdas separadas la política de la economía” nadie se las cree, los ministros de Castillo incluyendo los de economía, se han encargado de politizar la economía.

El crecimiento del PBI en el mes de septiembre (1.66%) revela que la economía continúa estancada. Los efectos de la pandemia ya han sido superados y ahora ya se puede ver el estado lamentable en que ha quedado la economía después del desastroso manejo por parte de las administraciones de Vizcarra, Sagasti y ahora Castillo.

El mejor indicador del grado de politización de la economía la tenemos en la evolución del crecimiento del PBI potencial. A diferencia del PBI divulgado por el INEI mensualmente, el PBI potencial mide el potencial de crecimiento de la economía libre de los oscilaciones cíclicas de la economía producto de las intervenciones del gobierno o de choques externos. Los factores que definen el PBI potencial, huelga decirlo, son la inversión que aumenta el stock de capital, la fuerza laboral, y la productividad del capital y la fuerza laboral. Sin inversion, especialmente privada, difícilmente puede crecer el PBI potencial.

En el Grafico 1, presentamos la evolución del crecimiento del PBI potencial, es decir el potencial de crecimiento de la economía, para el periodo comprendido entre el primer trimestre de 2009 hasta el tercer trimestre de 2022.  ¿Qué nos revela este gráfico? Que han quedado atrás los años de bonanza del segundo periodo de Alan García, en el que el crecimiento potencial de la economía era superior al 6%.  A partir del 2011 las perforaciones al modelo económico vinieron mellando el crecimiento potencial. El desastroso manejo de la pandemia llevó el crecimiento potencial a sus niveles más bajos de la historia reciente. Miles de pequeñas y medianas empresas vieron su capital desaparecer y miles de empleados formales vieron su fuente de trabajo esfumarse.

Con el fin de la pandemia, el gobierno de Castillo, lejos de fomentar la inversión privada, le ha puesto obstáculos especialmente a la actividad minera y a la agroexportadora, que son la fuente principal de divisas y empleo formal. La falta de inversión ha motivado que la fuerza laboral se refugie en el trabajo informal de menor productividad. La combinación de ausencia de inversión privada y baja productividad de la fuerza laboral informal han hecho que el crecimiento potencial de la economía, una vez pasado el efecto de la pandemia, se estabilice en un mero 1.7% muy lejos del crecimiento potencial del 6% de la época del segundo gobierno de Alan García. Nuestras autoridades, muy ufanas declaran que creceremos entre 2 a 3% en los próximos años. La realidad es otra, nuestro crecimiento estará mas cerca del 1.7% que es el crecimiento potencial revelado por los datos estadísticos. Es decir la politización de la economía nos está pasando la factura.

El sector externo siempre ha sido la piedra de salvación de la economía peruana. Lamentablemente los datos del tercer trimestre de la balanza de pagos solo confirman que la politización de la economía le está pasando factura al sector externo. En el Gráfico 2 presentamos la evolución de la balanza en cuenta corriente para el periodo 2016 – 2022. Observamos que en los últimos cuatro trimestres la balanza en cuenta corriente ha acumulado un déficit equivalente a más de 10,000 millones de dólares o 6% del PBI.

El abultado déficit de la balanza en cuenta corriente es producto del estancamiento de las exportaciones mineras victimas de la falta de inversión y de la continuada fuga de capitales asociada a la incertidumbre política creada por el actual gobierno. Los niveles de déficit en cuenta corriente ya han superado a los niveles prepandemia y su tendencia indica que deben continuar creciendo en los próximos trimestres confirmando la politización de la economía de este gobierno.

Lo peor es que el déficit en el sector externo viene acompañado por el déficit en las cuentas fiscales. Los déficits gemelos (externo y fiscal) son claros indicadores del deterioro de la economía. Si a ello le sumamos la elevada inflación, estamos frente a una tormenta perfecta que con el escenario político imperante, será de muy difícil solución. En el Gráfico 3 se presenta la evolución del déficit del gobierno general como porcentaje del PBI. Lejos estamos de los saludables superávits de 2012 heredados del gobierno de García.

El problema con el déficit fiscal es que con la pandemia el gobierno elevó el gasto fiscal por la emergencia sanitaria. Sin embargo el gobierno de Castillo, una vez superada la emergencia sanitaria, lejos de reducir el nivel de gasto, lo ha aumentado. El incremento de la recaudación ha ayudado temporalmente a reducir el déficit fiscal. Sin embargo, la combinación de reducción de impuestos y la caída de los precios de los minerales esta mermando los ingresos fiscales. De continuar con los niveles de gasto contemplados en el presupuesto a los que hay que sumar el ascendente gasto en intereses de la deuda, el déficit fiscal se incrementará significativamente en los próximos trimestres. Una vez más la politización de la economía vía medidas populistas y recientemente a través del otorgamiento de capacidad de gasto a los congresistas pasará factura a la economía.