Manuel Moreyra Loredo, expresidente del BCRP, fue columnista de la revista SI desde 1987 a 1989. Un resumen de sus columnas semanales fue publicado en 1990 con el título Páginas Sueltas. Un tema que Manuel Moreyra insistió a lo largo de toda su carrera fue destacar la importancia del ahorro interno como variable clave para lograr el desarrollo económico. La importancia del ahorro interno quedó plasmada en sus escritos en una época en que en el Perú, como en la actualidad, se daba preferencia al ahorro externo, al aumento de la deuda y al consumo como medios para lograr el desarrollo económico.
En 1988, Manuel Moreyra escribía, “… para mi … las raíces que explican casi todos los males son la decadencia del ahorro interno y la incapacidad para incrementar exportaciones… se concluye, por lo tanto, que la tasa de ahorro interno, la calidad de las inversiones y el crecimiento de la exportación de bienes y servicios son los factores que determinan el desarrollo.”
Hoy las palabras de Manuel Moreyra vuelven a tener relevancia. El ahorro interno mes a mes se pulveriza y nuestras exportaciones de bienes y servicios se encuentran paralizadas como consecuencia de la falta de inversión y el clima de inestabilidad política. Hoy como en esos tiempos, nuestras autoridades parecieran haber perdido el rumbo, olvidando los principios básicos que definieron el modelo de desarrollo consagrado en la Constitución de 1993, que nos ha permitido 3 décadas de crecimiento económico, reducción de la pobreza y bienestar económico.
En el Gráfico 1 se muestra la evolución trimestral del Ahorro Nacional (Ahorro interno privado más ahorro público) para el periodo 2013 a 2022, utilizando datos del BCRP. Para evitar estacionalidades se ha utilizado el promedio de los últimos 4 trimestres.
Observamos que a partir del tercer trimestre de 2021 el ahorro interno viene mostrando una caída vertiginosa. El ahorro interno, medido como porcentaje del PBI, desde el inicio del gobierno de Pedro Castillo ha caído de 21% del PBI a menos de 17% en el tercer trimestre de 2022 y todo indica que esta tendencia continuará. Esta caída se explica por la errada política fiscal iniciada desde el gobierno de Vizcarra, privilegiando el consumo antes que el ahorro interno. Usando como excusa la crisis desatada por la antitécnica cuarentena, el gobierno ha priorizado el gasto corriente y el consumo a través de bonos y subsidios que han generado en la población vulnerable una cada vez mayor dependencia del Estado y, a la vez, han alimentado una inflación que ha minado aún más el poder adquisitivo del trabajador. Por su parte, el Congreso ha contribuido a liquidar el ahorro interno aprobando leyes populistas.
Entre los factores que vienen afectando el ahorro interno destaca el asalto al Fondo de Pensiones de las AFP. Desde su creación el valor del fondo de pensiones ha sido la principal fuente de ahorro interno del país. A pesar de algunos defectos en su estructura, el fondo de las AFP se había constituido como la principal fuente de financiamiento de la inversión privada.
En el Gráfico 2 se presenta la evolución trimestral del valor del fondo de las AFP expresado como porcentaje del PBI para el periodo 2013 – 2022. Hasta el inicio de la pandemia el valor del fondo venia creciendo en forma sostenida y por lo tanto, era una fuente de financiamiento de la inversión privada, que aunada a la inversión extranjera, permitía al país tener niveles de inversión significativos que sustentaban su crecimiento y la generación de empleo formal.
Sin embargo todo esto cambió a partir de la pandemia. La elevación de los déficits fiscales significó una caída del ahorro público, a lo que se sumó la actitud populista del Congreso de autorizar retiros del fondo de las AFP en repetidas oportunidades, generando una caída abrupta del valor del fondo de las AFP. El valor total de los fondos administrados por las AFPs, que al inicio de la pandemia era equivalente al 22% del PBI, en el tercer trimestre de 2022 equivalía tan solo al 12% del PBI. Es decir, en dos años se esfumaron ahorros equivalentes al 10% del PBI que había tomado décadas acumular. No es de extrañar que, con este nivel de deterioro, el gobierno haya tenido que recurrir a elevar la deuda pública para compensar la ausencia de financiamiento de las inversiones.
La situación se agrava si nos percatamos de la calidad de la inversión pública plagada de actos de corrupción que, de acuerdo con datos de la Contraloría, han paralizado la ejecución de un gran número de proyectos o han inflado sus costos de ejecución. La inversión en la nueva refinería de Talara es un claro ejemplo de los sobrecostos asociados a la inversión pública y el deterioro de la calidad de la inversión.
Por otro lado, los sucesivos gobiernos se han empeñado en poner trabas o simplemente prohibir la inversión en proyectos mineros y de agroexportación. Esta nefasta política, sumada al clima de inestabilidad social y vandalismo, vienen afectando el nivel de nuestras exportaciones de bienes y servicios que se vienen deteriorando mes a mes. El impacto de la cancelación de reservas de viajes al Cuzco es una prueba de ello.
Cual jinetes del apocalipsis, los tres factores mencionados por Manuel Moreyra en 1988 causantes de la falta de desarrollo económico, vuelven a surgir. Mientras tanto, el ejecutivo no logra restablecer el orden público y el imperio de la ley. El terrorismo de sendero está de vuelta y el Congreso se ha embarcado en un interminable y estéril debate sobre el adelanto de las elecciones. Pareciera que nuestras autoridades no se percatan lo cerca que estamos al borde del abismo.