Durante su reunión de junio, el Banco de Inglaterra elevó su tasa de interés en 50 puntos básicos, alcanzando el 5,0%. Esta decisión sorprendió al mercado, que esperaba un aumento menor, y llevó los costos de los préstamos al nivel más alto desde la crisis financiera de 2008. El objetivo principal es combatir la inflación persistente en el país.
Los datos más recientes revelaron que la inflación británica se mantuvo estable en un 8,7% durante el año hasta mayo, desafiando las previsiones de una caída moderada al 8,4%. Esto significa que la inflación se mantiene significativamente por encima del objetivo establecido por el banco central del 2%. Además, la tasa de inflación subyacente alcanzó un máximo de 31 años, llegando al 7,1%.
El Banco de Inglaterra ha iniciado un ciclo de subidas de tasas desde hace aproximadamente un año y medio, y los formuladores de políticas han reafirmado su compromiso de realizar más aumentos si persisten las presiones inflacionarias. La institución está centrada en mantener la estabilidad económica y controlar la inflación en el país.