Existen brechas significativas en salud entre países desarrollados y en vías de desarrollo, desde el gasto hasta la dotación de personal y los resultados en esperanza de vida y mortalidad infantil. Superar estas disparidades requiere mayor inversión en sistemas de salud en países más pobres. La distribución de médicos y enfermeras en el mundo es muy desigual, lo que se refleja en grandes brechas en la capacidad de los sistemas de salud entre distintos países y regiones. Por ejemplo, según un estudio de la Universidad de Southampton, Noruega cuenta con 10 veces más médicos per cápita que Sudán. Otro dato llamativo es que los países del G7 tienen en promedio 5 veces más personal de enfermería que el promedio global, de acuerdo con investigadores de la Universidad de Michigan. Esta disparidad pone en evidencia la escasez crítica de enfermeras en regiones como África Subsahariana y el sureste asiático.
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