La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha confirmado una desaceleración en la actividad económica entre las principales economías del mundo. Este anuncio se suma a las advertencias previas de otras instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Según la OCDE, en el segundo trimestre de 2023, la actividad económica en los países miembros creció solo un 0,4%, una cifra ligeramente inferior a la registrada en el primer trimestre del mismo año.
La desaceleración económica está siendo impulsada por varios factores, incluida la inflación, la guerra en Ucrania y las tensiones geopolíticas en Asia. En el caso de España, la economía creció un 0,4% en el segundo trimestre, alcanzando niveles previos a la pandemia. Sin embargo, en Europa, la situación fue menos alentadora. Alemania registró un crecimiento nulo, mientras que Francia e Italia experimentaron un incremento del PBI del 0,5% y una disminución del 0,3%, respectivamente. EEUU mostró un crecimiento del PBI del 0,6%, impulsado principalmente por la inversión y el consumo privados.
La desaceleración económica también ha afectado a países fuera de la OCDE. Por ejemplo, China registró un crecimiento del 0,8% en el segundo trimestre, una cifra que, aunque positiva, es insuficiente para mantener su ritmo de convergencia con las economías más desarrolladas. Además, países del este de Europa como Polonia, Estonia y Letonia han experimentado tasas de crecimiento negativas, en gran parte debido a la guerra en Ucrania y sus consecuencias en los mercados energéticos y la inflación. Este panorama global plantea serias preocupaciones sobre la estabilidad económica a corto y largo plazo.