La economía peruana enfrenta un período marcado por una contracción continua que se extiende por quinto mes consecutivo. En septiembre de 2023, el país experimentó una disminución interanual del 1,29%, superando la caída del 0,63% registrada en el mes anterior y desviándose de las previsiones del mercado, que anticipaban una reducción del 0,65%. Este escenario refleja un contexto económico complejo, influenciado por factores climáticos y sectoriales, que impactan significativamente en la dinámica económica nacional.
La contracción económica se caracteriza por descensos notables en varios sectores clave. La agricultura, uno de los pilares tradicionales de la economía peruana, sufrió una caída del 8,78%. Sectores industriales como la manufactura y la construcción no se quedaron atrás, con disminuciones del 9,3% y 9,41% respectivamente. Áreas de servicios como telecomunicaciones y otros servicios de información, así como finanzas y seguros, también experimentaron descensos significativos, con reducciones del 4,57% y 8,93%. Incluso el sector de alojamiento y restaurantes, vital para el turismo, registró una baja del 0,51%. Estas cifras reflejan un panorama económico desafiante para el país.
A pesar de este escenario adverso, algunos sectores mostraron signos de resiliencia. La actividad minera, la pesca y el sector energético experimentaron incrementos, ofreciendo un contrapeso parcial a la tendencia general de contracción. Estos sectores podrían representar puntos de apoyo para la recuperación económica del país. Sin embargo, el impacto continuo de El Niño en la producción costera sigue siendo un factor crítico que afecta especialmente a la agricultura y la pesca, sectores altamente dependientes de las condiciones climáticas.
La situación económica de Perú, marcada por una contracción sostenida durante los primeros nueve meses de 2023, plantea serios desafíos para la política económica del país. La dependencia de sectores vulnerables a fenómenos climáticos como El Niño exige una revisión de estrategias para fortalecer la resiliencia económica. La diversificación sectorial, junto con políticas que fomenten la innovación y la adaptación a cambios climáticos, podría ser clave para mitigar los efectos negativos en el futuro. Además, la capacidad del país para recuperarse dependerá en gran medida de cómo se manejen estos sectores clave y se apoye a las áreas más afectadas.