El funcionamiento del Estado, el lobby y la pesquería peruana

“Que los ministros cambien a menudo es un mal; pero hay uno peor, y es cuando un ministro malo no cambia nunca . (sic) Pelet de la Lozère

Nos hemos convertido en un Estado copado por miles de intereses particulares a los que poco o nada les importa el interés nacional.

En determinadas circunstancias, el lobismo reaparece y se reafirma, como en los últimos días que se observa en algunos medios y redes sociales, una campaña sobre la necesidad de reducir la talla mínima de la anchoveta y en relación a su pesca en el sur del Perú.

La industria de harina de pescado desea un régimen especial de pesca en el sur del Perú, que le permita extraer anchoveta dentro de las cinco millas y en la reducción de su talla mínima. Deseos y pedidos que constituyen un legítimo derecho y que generan acciones conducentes a proteger sus intereses, como es la creación de corrientes de opinión que influencien a la opinión pública.

https://sudaca.pe/noticia/opinion/juan-carlos-tafur-el-papel-de-la-ministra-choquehuanca/

https://prensaregional.pe/prendamos-el-motor-de-la-pesca-en-el-sur/#google_vignette

https://sudaca.pe/noticia/informes/cristian-rebosio-centimetros-que-cambian-la-historia-el-desactualizado-presente-de-la-pesca-peruana/

https://sudaca.pe/noticia/informes/cristian-rebosio-pesca-en-el-sur-la-oportunidad-perdida/

https://sudaca.pe/noticia/informes/cristian-rebosio-centimetros-que-cambian-la-historia-el-desactualizado-presente-de-la-pesca-peruana/?fbclid=IwAR0Sg7ZyPVfAWbenaa20yo7wMazT3HJDJDrLJ6_HzS0dzu44jvDJh4Vjtd4

https://diariocorreo.pe/opinion/millones-se-quedan-en-el-mar-por-eduardo-ferreyros-opinion-noticia/?fbclid=IwAR2DyZCRgxY97GXeqQRC3LXVRGrbGahaFZqhInPwVn_zdfan5W6Klc7X7k4#google_vignette

Atender estas demandas, requiere contar con una entidad científica que garantice veracidad, credibilidad y que esté totalmente libre de sospechas de corrupción. Ignorar el mandato del DU 015-2020 no abona en favor de la transparencia.

En relación a la pesca en Chile, hay que recordar que ya no se pesca anchoveta dentro de las cinco millas en el norte chileno.

“A pesar de que la Ley de Pesca permite la operación de la flota industrial en las primeras cinco millas, siempre y cuando no interfiera con la flota artesanal, a principios del año 2021 la Corte Suprema señalo que estas autorizaciones deberían ser temporales, no obstante, la implementación de esta medida de administración ha resultado imposible, lo que ha vuelto inviable la operación de la flota industrial en Arica”.  “La imposibilidad de operar al interior de algunas áreas selectivas de las primeras 5 millas, y después de más de dos años sin capturas de anchoveta, la compañía se vio en la obligación de cerrar las operaciones en Arica, tras un gran esfuerzo de CORPESCA, que ya no se puede sostener más”, explicó Pedro Moreno, gerente de Base Arica de Corpesca

Información que se puede ver en detalle en el siguiente link:

https://www.fronteranorte.cl/2023/06/03/luego-de-casi-70-anos-termina-operacion-de-la-flota-pesquera-artesanal-en-arica/

La sociedad peruana tiene que entender cómo es que funciona el Estado y cómo se elaboran las leyes y normas que deciden el futuro de la Nación. Tiene que estar vigilante para evitar que una metodología inmoral de formulación de normas se instale en el país.

Los poderes fácticos son sectores de la sociedad, al margen de las instituciones políticas, que ejercen sobre aquella una gran influencia, basada en su capacidad de presión o influencia. El poder fáctico no coincide necesariamente con el aparato formal del Estado pero puede influir en las estructuras legales y regulatorias, por intermedio de su capacidad de comunicación y/o de presión.

El lobby no es malo ni es delito, solo es un medio usado por toda organización que busca siempre la protección de sus intereses y la consecución de sus objetivos. El problema es que siempre hay un funcionario inmoral y el lobista lo sabe, lo que conduce a corromperlo para conseguir sus fines.

Lo que el país necesita es que el funcionario que es, o puede ser sujeto de ser influenciado, sea una persona decente, comprometida con el país, intelectualmente honesta, de una moralidad y ética intachables, y moralmente obligado a actuar en forma justa y debida, pese a la tentación proveniente de sobornos, o de la presión política.

El funcionario debe tener el criterio para determinar si sus recomendaciones o sugerencias son lícitas o no y si benefician a alguien indebidamente. Debe tener el valor de decir “no” cuando piensa que es “no”. Pero cuando dicen “si” mientras piensan que “no” o dice sí por la carrera, comodidad, por la ganancia, por el temor a perder su empleo, mientras su conciencia dice que no, o calla, entonces el lobby se convierte en un acto de corrupción.

No se puede permitir que el futuro de la pesca esté en manos de funcionarios sin visión ni interés por las mayorías, ni de los mezquinos intereses económicos de lobistas quienes representan a los menos.

Todos la política y normatividad debieran obedecer a principios y valores. Quien no los tenga será incapaz de ordenar y gestionar un sistema decente. Toda la gestión pesquera debe estar respaldada por información provista por un ente científico con credibilidad y sin cuestionamientos.

¿Puede el futuro pesquero del Perú estar en las manos de funcionarios temporales sin mayor legitimidad que una resolución que los designa? ¿Sin visión de país, carentes de la experiencia necesaria y de decencia intelectual, inmorales y sin agenda, sino tan solo el interés por satisfacer los intereses gestionados por lobistas y/o poderes fácticos sin escrúpulos, que en la práctica se convierten en los verdaderos hacedores de las normas?

El funcionario público designado debe tener capacidad, habilidad y experiencia. La experiencia no debe medirse por los años de haber ocupado diversos cargos dentro del Estado, en los cuales se ha calentado un asiento en diversos puestos, reciclándose gobierno a gobierno como ocurre generalmente en nuestro sistema, sino por las cualidades personales del mismo.

Esa “experiencia”, sumada a una acumulación de títulos, es insuficiente para ejercer un cargo público, si es que no va acompañada de decencia, honestidad y un alto nivel de ética y moralidad. Un corrupto perfectamente capacitado y entrenado, seguirá siendo corrupto. Sus títulos no lo convierten en un funcionario comprometido con el cargo, ni lo vuelven decente, ni le dan la mínima estatura moral que se requiere.

Podrá haber nuevos gobiernos, nuevas autoridades, mejores o peores; pero se aprecia que buena parte de los funcionarios que se nombran en cada nueva administración, generalmente son los mismos que ya estuvieron en otros puestos, los cuales pertenecen a un grupo de personas las cuales, como manada de lobos, se reciclan, mutan y se alimentan del Estado. Se ocultan en la espesura en espera de la oportunidad de saltar sobre un nuevo puesto público. Cual cardúmenes de peces en busca de aguas propicias por su temperatura y oxigenación, estas personas migran buscando a sus amigos y se protegen y acomodan entre ellos. Caminan en manada, rotan de líderes a subordinados y viceversa, de acuerdo a las circunstancias.

Están siempre acechando los cambios de autoridades para ver donde se ubican los amigos, a fin de recolocarse ellos también y seguir parasitando al Estado sin ofrecer, en contraparte, un servicio de calidad. Carentes de decencia intelectual y moral, poseen, de alguna manera, una experiencia en la administración pública, han aprendido de gestión pública y se han especializado. Sin embargo, eso no los convierte en conocedores de los temas del cargo y/o sector en el cual operan. Disimulan su desconocimiento de los temas sectoriales con discursos, gestos y poses; camuflan sus verdaderos intereses; no evidencian ni preocupación por el sector ni vocación por resolver sus problemas. Esa experiencia que aducen poseer, no les concede necesaria, ni automáticamente, la estatura moral, honestidad y decencia intelectual que requiere todo funcionario público digno.

En el tiempo más o menos corto que dura el cargo, que siempre pretenden alargarlo adoptando una conducta complaciente, exhiben una patética soberbia e incompetencia. Porque grande es el temor que poseen de que no se le renueve el contrato o se les retire la confianza. Por ello no hay que dar la contra, no hay que discutir, no hay que opinar, solo flotar y durar el máximo tiempo posible. Hay que rendirse ante el lobismo, sin pensar, sin contradecir, sin discutir.

El poder del lobby o del poder fáctico sería mínimo y aceptable, en la medida que el funcionario público fuese la persona correcta.

Optar o acceder a desempeñar una función para lo cual no se está capacitado, constituye un acto de inmoralidad e indecencia intelectual, tanto de quien designa como de quien acepta, lo que constituye una ofensa al sector y al país.

El origen del problema se encuentra en la limitación personal de cada persona, que no ha desarrollado un espíritu de nación, de país ni de patria; que no tiene idea de lo que es patria, ni conoce el sentimiento de la responsabilidad individual con el colectivo al cual pertenece y al cual se debe. Estas personas buscan acceder a cargos públicos con el único objeto de conseguir riqueza fácil y rápida, con la única intención de satisfacer egos, ambiciones e intereses personales. En esto no existe ninguna vocación de servicio ni de ayudar a los demás. Es vanidad, soberbia y ambición, adornadas de un discurso vacío y falso.

La existencia de una clase política que convierte a la política y al sistema de gobierno en una forma de vida insana, amoral, indecente, favorece la aparición de personas que empiezan una guerra de intrigas, manipulación y contubernios por obtener cargos, para asegurarse a sí misma ventajas económicas y sociales que resuelvan sus propios problemas y no los del sector.

Hace años se viene otorgando el poder sobre la pesca a desconocidos que instauran el favoritismo hacia amigos y gente de su confianza que solo busca su interés personal. Para ellos, el sector es lo menos importante, lo que cuenta es la colocación de las personas afines para proteger una estructura de poder que dure lo más posible. La repartija de cargos es un vil acto que beneficia al poder de turno sin importar las necesidades del sector.

La administración pública no puede estar en manos de funcionarios inmorales, deshonestos y/o sin compromiso con el país, que se consideran omnipotentes y que están al servicio de intereses o ambiciones personales o de parte. El país no se puede gobernar con una administración que carga funcionarios de esta naturaleza.