El Banco Central Europeo para impulsar el crecimiento y hacer despegar la inflación de la zona euro, empezó con la compra de bonos corporativos. El organismo ya había recortado sus tasas a prácticamente cero por ciento e inundado los mercados financieros con compras masivas de títulos de deudas soberanas. A partir de ahora, también compra obligaciones de empresas en los mercados secundarios, para darles margen de inversión.
La institución se negó a precisar cuáles eran las firmas que se beneficiaban de la operación, pero fuentes citadas por la agencia Bloomberg News señalaron adquisiciones de bonos de la mayor cervecera del mundo, la belgo-brasileña AB InBev, así como del grupo automovilístico francés Renault, de la española Telefónica, del conglomerado industrial alemán Siemens y de la aseguradora italiana Generali.
El BCE elevó en marzo de € 60.000 millones a 80.000 millones mensuales su intervención en los mercados de deuda de los 19 países de la zona euro. La suma se destinaba hasta ahora principalmente a la compra de obligaciones soberanas, pero ya estaba previsto que una parte de ese monto, que debe mantenerse hasta marzo de 2017, empezara a consagrarse a la adquisición de deuda corporativa.
El programa causa preocupación en algunos medios financieros. El diario conservador alemán Die Welt advirtió que la institución emisora se adentraba “en territorio desconocido” y que las compras de bonos podrían ocasionar “enormes distorsiones” en el mercado de las deudas corporativas e incluso crear una burbuja especulativa.
El BCE alega que su objetivo es ayudar a rebajar los costes de financiación de las empresas e incitarlas a invertir sin recurrir forzosamente a los bancos, aunque actuando con prudencia. Para mantener la neutralidad, sus compras se efectuarán respetando la proporción de nacionalidades de las firmas que actúan en ese mercado.
Los bonos corporativos solo representarán una pequeña proporción de los € 80.000 millones usados mensualmente por el BCE para comprar deuda. Las estimaciones de los analistas varían de un mínimo de 3.000 millones a un máximo de 10.000 millones.
El BCE fijó además reglas que restringen su margen de maniobra. Se abstendrá de comprar, por ejemplo, obligaciones emitidas por bancos. Si comprara mensualmente € 5.000 millones hasta marzo de 2017, se haría con un máximo del 10% del mercado de deuda corporativa.