Muy presionado por el rápido deterioro de las finanzas públicas, el ministro de Economía de Brasil, Fernando Haddad, logró hacer prevalecer su posición dentro del oficialismo, y se confirmó la vuelta de los impuestos a los combustibles que habían sido derogados por la administración de Jair Bolsonaro.
Estas decisiones no solo tendrán un impacto significativo en el encarecimiento del combustible, sino que también suponen un fuerte revés para Petrobras, la gigante petrolera estatal que había sido reestructurada en la gestión Bolsonaro para volver a registrar ganancias contables. Asimismo, el Gobierno confirmó que las exportaciones de petróleo crudo estarán gravadas con una retención del 9,2% por un período de cuatro meses.