Los futuros del cobre experimentan una recuperación, elevándose a más de US$ 3,6 por libra, tras haber tocado un mínimo de cuatro meses de US$ 3,56 el 5 de octubre. Este movimiento en los precios se da en un contexto donde los mercados están reevaluando el impacto que el aumento de los rendimientos de los bonos podría tener sobre la demanda de insumos industriales, y se ve influenciado por diversos factores tanto a nivel nacional como internacional.
Varios elementos han contribuido a este aumento en los precios del cobre. En primer lugar, los datos positivos del Índice de Gestores de Compras (PMI) de EEUU destacan la fortaleza de los fabricantes a pesar de una política monetaria que se está volviendo más estricta, lo que ayuda a mantener las perspectivas de demanda estables a pesar del incremento en los rendimientos de los bonos a largo plazo. Además, datos alentadores del PMI de China también respaldan una actividad industrial sólida, coincidiendo con las recientes predicciones de JPMorgan de un aumento en la construcción de infraestructuras en el principal consumidor mundial de cobre.
A largo plazo, se proyecta que la demanda de cobre se duplicará para 2035, según informes de S&P Global y la EIA, superando las previsiones de la Asociación Internacional del Cobre de un incremento del 26% en la oferta y generando preocupaciones sobre posibles déficits significativos. En el corto plazo, la producción de Codelco, una de las principales empresas del sector, ha experimentado una caída del 14% en el primer semestre del año, extendiendo una disminución del 7% desde 2022, lo que también podría estar ejerciendo presión sobre los precios del metal.