Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar

Chile enfrenta una inflación que supera el 11.5%, lo que ha forzado al banco central chileno a tomar medidas que no se veían desde hace más de 24 años. La tasa de interés de referencia ya se sitúa en 9% y la inflación no da señales de contención. A pesar de los elevados precios del cobre (principal producto de exportación) y el boom de las exportaciones de litio, las reservas internacionales netas han comenzado a caer, la inversión externa directa extranjera se ha reducido y la actividad económica se está desacelerando rápidamente.

La pandemia dejó de ser el riesgo mayor de la economía chilena, que en las últimas tres décadas ha sido el ejemplo que seguir en la región.  Chile sufre actualmente los efectos de algunas medidas adoptadas para enfrentar la crisis causada por la pandemia, efectos que debieron ser previstos antes de dictarlas. Debió preverse, por ejemplo, el gran impacto de los consecutivos retiros de los fondos de pensiones sobre el sistema financiero y el efecto inflacionario de la ampliación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Además, la incertidumbre generada por los cambios al modelo económico que se vienen plasmando en la nueva Constitución, han frenado la inversión privada.

Cuando la crisis del coronavirus estalló en la región en marzo de 2020, Chile acababa de enfrentar las revueltas sociales de octubre de 2019. La crisis política y social golpeó fuertemente a la economía, que luego tuvo que resistir un segundo remezón por la pandemia. En estos casi tres años, el Ejecutivo no ha logrado retomar el control de la economía y el Congreso se ha embarcado en políticas públicas de debatible calidad.

La situación de Chile es sorprendentemente similar a la peruana con la diferencia de que los eventos en el Perú se han venido dando algún tiempo después que en Chile. Por lo tanto es de esperar que la economía peruana, salvando las distancias, siga el derrotero que ya observamos en la economía chilena.

Veamos, por ejemplo, la tendencia de la inflación. En el Gráfico 1 se muestra la evolución del índice de precios al consumidor (IPC) para Chile y Perú. Observamos que la inflación anualizada en Chile ha llegado a 11.8% mientras que la peruana está bordeando el 8.8%. El BCRP ha anunciado que la inflación se ha desacelerado en el mes de mayo y que a partir de julio de este año la inflación comenzará a reducirse. Igual anuncio ocurrió en Chile a comienzos del 2022 para luego acelerase de 7.8% a los actuales 11.5%.

La actual desaceleración de la inflación en el Perú es producto de los subsidios otorgados a los combustibles y otros bienes y servicios vía fondo de estabilización y reducción del IGV. El efecto será temporal y la inflación retornará con mayor fuerza. Lo que pasa es que, mientras se continue incrementando la demanda artificialmente vía bonos, subsidios, incremento de sueldos y retiros de las AFP, como ha sido el caso de Chile, la inflación continuará en alza.

¿El incremento de la tasa de interés referencial es la solución? No lo serán mientras que las tasas sean menores que la inflación. En el Gráfico 2 se muestran las tasas de interés referencial en términos nominales y reales (tasa nominal menos la inflación).  Observamos que durante el inicio de la pandemia y durante los primeros trimestres de 2021 las tasas de interés reales fueron negativas en ambos países.  Cuando la inflación comenzó a subir, el aumento de las tasas nominales no fue lo suficiente y como consecuencia las tasas reales se hicieron más negativas. Esto se debió a que los bancos centrales esperaban que la inflación fuera un fenómeno temporal. Esta tendencia ha continuado en lo que va del 2022.

La guerra de Ucrania y el rebrote de la pandemia en China han generado nuevas subidas del precio del petróleo y de los fertilizantes. Por ello, serán necesarias nuevas y mayores aumentos de las tasas de referencia para lograr tasas reales positivas y vencer la inflación.

¿Cómo viene afectando la incertidumbre y la inflación a las economías de Chile y Perú? El impacto inmediato se viene observando en la fuga de capitales vía mayor cantidad de remesas hacia el exterior que se refleja en el déficit de la cuenta corriente (ver Gráfico 3).  A pesar de los elevados precios de los minerales y de las mayores exportaciones de litio (en el caso de Chile) y de las agroexportaciones (en el caso de Perú), el balance de la cuenta corriente se viene deteriorando tanto en Chile como en el Perú. El aumento de las remesas vía distribución de dividendos y la lenta recuperación del turismo receptivo explican este deterioro.

El deterioro de la cuenta corriente en el caso de Chile se viene traduciendo en una caída cada vez mayor de las reservas internacionales y en una depreciación del peso chileno que realimentan la inflación. Este fenómeno, aunque aun incipiente, debe de repetirse en el caso de la economía peruana en lo que resta del 2022.

Lamentablemente, al parecer no hemos aprendido las lecciones de los años 80, donde las políticas redistributivas toman prioridad sobre el crecimiento económico. En este afán redistributivo, la política demagógica y populista se vuelve prioritaria, ahuyentando a la inversión privada, motor del empleo formal y el crecimiento económico. No nos percatamos que la inflación es el peor de los males ya que afecta a los mas pobres. Una vez instalada en las expectativas de los agentes económicos se hace difícil su erradicación. Nuestras autoridades tienen la palabra.