Por lo vivido a diario, no le queda duda a nadie que el transporte es el principal problema de la Ciudad de Lima. Las autoridades competentes no sólo permanecen impávidas haciendo muy poco para reducir las ineficiencias del sistema de transporte, sino que además han optado por ignorar los elevados costos económicos y en pérdida de calidad de vida de los limeños (medidos como el tiempo perdido de producción, el costo de combustible al viajar y la baja calidad del servicio, a lo que se suman los costos por externalidades negativas como la contaminación y la congestión vial). Ante tal magnitud del problema, el Estado recientemente ha emprendido el proyecto Línea 2 Metro de Lima el cual se espera genere beneficios económicos por US$ 25 mil millones en sus 35 años de concesión (que representan una media de US$715 millones anuales): sin embargo, dicho proyecto sería insuficiente para revertir la pérdida económica derivada del transporte en Lima, estimada en alrededor del US$ 18 mil millones anuales, cuyo valor actual de los próximos 35 años es de US$ 220 mil millones y una inversión de alrededor de US$50 mil millones, considerando que la movilidad urbana se intensifica y se produce una mejora en los niveles de productividad de los limeños por el crecimiento económico que viene registrando el Perú.
Los beneficios de la inversión en transporte son tangibles para los ciudadanos desde el primer momento que se implementan, ya que el ciudadano ve reducido su costo en tiempo de viaje, generando beneficios económicos que pasado un período de tiempo por encima de los 15 años empiezan a pagar muchas veces más la inversión realizada. El Plan Metropolitano de Desarrollo Urbano al 2035, es una excelente oportunidad para que la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) con el apoyo del Gobierno Nacional implemente en un período razonable de tiempo los proyectos más importantes del sector transporte, porque de seguro serán ellos quienes aporten los mayores beneficios económicos y sociales para lograr el bienestar del ciudadano limeño, porque además son los que suelen generar la mayores externalidades positivas para el desarrollo socio económico de la ciudad, el uso eficiente del suelo y un ambiente con mejor calidad del aire. La primera “prueba se fuego” que afrontará la MML será la necesidad de implementar una infraestructura pública adecuada para cuando Lima en el 2019 se convierta en la sede de los Juegos Panamericanos.