La demanda interna aceleró su ritmo de expansión interanual de 1,8% en el segundo trimestre a 3,3% en el tercer trimestre, debido a la recuperación de la inversión pública. Sin embargo, el consumo privado y público, así como la inversión privada, influyeron en la desaceleración de la actividad económica.
El consumo privado perdió dinamismo en un contexto de una alta inflación, la inversión privada se contrajo por menores desembolsos del sector minero y el consumo público cayó por la reducción del gasto asociado a la emergencia sanitaria. El incremento de la inversión pública se fundamentó en el gasto de los gobiernos subnacionales.