El divorcio entre términos de intercambio y crecimiento económico

Por Ivan Werning, profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y de la Universidad Torcuato di Tella (UTDT)

Hoy que en América Latina los tiempos de buenos precios internacionales para las exportaciones parecen haber llegado a su fin, es importante aclarar el tema de los términos de intercambio y por qué su devenir no puede ser visto como responsable, en sí mismo, de un alto o bajo crecimiento económico. Es algo bastante básico, pero no se aprecia siempre en las discusiones sobre el tema.

Mejora en términos de intercambio sinónimo de mejora en bienestar

Iniciemos con lo obvio. Cuando mejoran los términos de intercambio, un país se beneficia, en términos agregados (no hablaremos de efectos distributivos). La idea es que el país está mejor si sube el precio de lo que vende, mientras no suba en igual proporción de lo que compra.  Hay algunas potenciales salvedades acá, como la llamada “enfermedad holandesa”, pero que son más interesantes en la teoría que en la práctica.

Hay varias maneras de aprovechar un aumento en los términos de intercambio:

  1. Podemos mandar la misma cantidad de bienes al exterior y recibir más bienes importados a cambio.
  2. Podemos mandar menos bienes al exterior, aprovechando para consumir la diferencia internamente o para trabajar menos, y recibir la misma cantidad de bienes importados que antes.
  3. También podemos no cambiar ni exportaciones ni importaciones hoy, y acumular más activos internacionales.

Todas estas posibilidades señalan un “efecto riqueza”, ya que podemos aumentar nuestro consumo o ahorro, o una combinación. También hay “efectos sustitución”: el precio más favorable puede inducirnos a producir más de los bienes exportables que subieron de precio, a cambio de reducir la producción de otros bienes o de trabajar más. También podemos sustituir en consumo, bajando el consumo de bienes que subieron de precio y consumir más de los demás. Ambos efectos tienden a aumentar el comercio internacional.

Pero, ¿hay efectos en el PBI real?

Un cambio favorable en los términos de intercambio ¿nos ayuda a crecer? ¿Qué efecto tiene sobre el PBI real y la productividad agregada, es decir, el PBI real ajustado por el uso de los factores? Pensemos primero en el caso donde no cambia el empleo total, ni el uso agregado de otros factores. El efecto sobre el PBI real manteniendo los factores fijos equivale al efecto sobre la productividad agregada, y también nos ayudará a entender los casos donde cambian los factores.

Sorprendentemente, en este caso el mejoramiento en los términos de intercambio no tiene ningún efecto sobre el PBI real (o la productividad). Esta idea se visita en los papers de Kohli (2004) y Kehoe-Ruhl (2008). Pero ¿cómo puede ser?, si sube el bienestar y sube el precio de nuestra producción ¿cómo puede no transladarse esto en un aumento del PBI real? La clave está en que el PBI real no intenta capturar cambios de precio, sino cambios en cantidades, ponderadas por precios. Por ejemplo, el índice de Laspeyres para el PBI real se define como la suma de cantidades a precios constantes, es decir, anteriores.

Ciertamente, el cambio de precios internacionales induce un cambio en las cantidades (como discutimos arriba, por efectos ingreso y sustitución), pero uno puede demostrar que estos cambios no tienen ningún efecto de primer orden en el PBI real. Es más, los efectos de segundo orden son negativos. (Con Paasche ocurre lo contrario: los efectos de segundo orden serían positivos. En la práctica, o bien se usa Laspeyres, o se promedia geométricamente los dos.) La demostración se basa en la idea que a los precios anteriores el valor de la producción se veía maximizado, por lo tanto cualquier cambio es negativo—a su vez, cambios pequeños no pueden tener efectos de primer orden.

Otra forma de entender esto es recordando que las medidas de productividad agregada no miden bienestar, sino buscan calcular mejoras o deterioros en la frontera de producción. Cuando están bien medidas solo aumentan si hubo un cambio favorable. Pero un cambio en los precios internacionales, en sí mismo, no afecta a la frontera de producción. Por ende, no deberíamos esperar ningún efecto sobre la productividad agregada, bien medida. Pero, con factores fijos, el PBI real es precisamente nuestra medida de productividad.

Estos resultados asumen que los índices están bien medidos, pero ¿qué pasa si las agencias estadísticas que computan estos índices no pueden o no quieren calcular el PBI real a precios constantes? Una posibilidad es que estos problemas solo generen ruido en la serie, y no cambie del todo nuestra conclusión sustancial. Pero no podemos descartar la posibilidad de que estas limitaciones introduzcan sesgos sistemáticos que afecten las conclusiones anteriores. En ese caso, la interpretación correcta, si observamos crecimiento del PBI por un aumento en los términos de intercambio con problemas metodológicos, es tratar de descontar este crecimiento, en vez de decir que crecimos gracias a los términos de intercambio. El crecimiento es ficticio, no verdadero.

Pensemos ahora en la posibilidad de cambios en los factores. Ya explicamos que para el trabajo hay dos efectos: ingreso y sustitución. Juegan en sentidos contrarios y pueden cancelarse. Si el aumento en los términos de intercambio es percibido como transitorio, el efecto ingreso es menor. Entonces el efecto sustitución le gana al efecto ingreso y el trabajo aumenta. No aumentaría tanto el consumo interno y se ahorraría la mayor parte de la bonanza por precios internacionales en el exterior.

¿Y el otro factor, el capital? Aquí tampoco está claro. Por ejemplo, si el aumento es más bien permanente y no cambia el trabajo, entonces puede no verse afectado el capital deseado y por ende no veríamos cambios en la inversión. En cambio, si el cambio es temporal y esto hace que aumenta la cantidad de trabajo temporalmente, esto puede afectar al capital deseado y por ende la inversión. Otra consideración es si el cambio en los términos de intercambio afecta el precio relativo de la inversión en capital, como maquinarias importadas. Esto también puede aumentar el capital deseado.

Si por estas razones aumentan los factores trabajo y capital, entonces pueden generar un aumento en el PBI real. Esto no altera nuestra conclusión sobre la productividad agregada. Tampoco debería cambiar mucho el escenario a corto o mediano plazo para PBI real, ya que el proceso de ajuste de factores es probable que tome muchos años. Es más, nos cuesta creer que el impacto de estos efectos pueda ser demasiado importante, aunque no conocemos ninguna calculamos contundente sobre el tema. Concluimos hasta aquí que por un aumento en los términos de intercambio no deberíamos esperar un aumento sustancial en el crecimiento del PBI real.

Efectos indirectos

Analicemos dos efectos indirectos. El primer efecto indirecto viene por la situación fiscal. Una suba de precios internacional mejora la recaudación fiscal. Esto a su vez puede mejorar la sustentabilidad fiscal, lo que, a su vez, mejora las expectativas sobre el futuro, aumenta la actividad económica y su crecimiento.

El segundo efecto indirecto tiene que ver con la política monetaria. Está claro que no puede definirse una postura monetaria como expansiva o contractiva sin hacer referencia al contexto macroeconómico. Por lo tanto, si éste contexto cambia, la política monetaria debería adaptarse a las nuevas circunstancias. De otra manera, puede haber un cambio en la postura monetaria, expansiva vs. contractiva. Sin duda esto puede afectar la inflación, y también la actividad económica real por no neutralidades. Por ejemplo, si al mejorar los términos de intercambio no dejamos apreciar la divisa nacional, entonces esto equivale a una política monetaria expansiva. Es similar, en términos relativos, a devaluar en ausencia de la mejora en los términos de intercambio.