Cuando parecía que la desaceleración de la economía tocaría fondo, la violenta ola de protestas y bloqueos de carreteras en casi todas las regiones del país amenaza con llevarnos a una recesión, de no ser contenida rápidamente.
La reacción del nuevo gobierno de Dina Boluarte ha sido tardía, ante esta acción premeditada y planificada por el gobierno golpista del expresidente Pedro Castillo. La declaración del Estado de Emergencia a nivel nacional y la intervención de las fuerzas armadas solo ha calmado parcialmente el estado de convulsión que vive el país. Todo indica que tomará semanas restablecer la paz social que posibilite el restablecimiento de la actividad económica. La gravedad de las demandas de los sediciosos (inmediata liberación del expresidente, la convocatoria a elecciones generales en el 2023 y el llamado a una Asamblea Constituyente) augura una prolongación de la crisis política y por ende del estado de convulsión.
El BCRP se ha visto forzado a revisar rápidamente sus proyecciones de crecimiento de la economía para este año de 3.0% para 2.9% y para el 2023 en una cantidad similar. El MEF ha reducido sus proyecciones de la economía a 2.7%. El INEI divulgó los datos de crecimiento del PBI para el mes de octubre (2.0%), ligeramente superior a los resultados del mes de septiembre.
El dato de octubre divulgado por el INEI apuntaba hacia un ligero crecimiento del PBI en el último trimestre de este año. Sin embargo, la magnitud de la parálisis económica inducida por la convulsión social en el mes de diciembre impedirá la recuperación económica esperada para el IV trimestre. Si bien es cierto que el impacto se da en el último mes del año, hay que recordar que, estacionalmente, el mes de diciembre es el que más peso tiene en la evolución económica del año en su conjunto.
La gran perdedora será la campaña navideña de este año que verá sus ventas reducidas significativamente. Los sectores de turismo y transporte igualmente registrarán retracciones que muy probablemente se extenderán más allá del mes de diciembre. Las proyecciones de nuestro modelo PREDICE, basados en la demanda de electricidad, apuntan hacia un crecimiento de 2.3% en este año (ver Gráfico 1) y de 2% para el 2023.
La demanda de electricidad deberá estancarse como consecuencia de la interrupción de las actividades mineras y agroindustriales, por la interrupción del transporte debido al bloqueo de carreteras y el establecimiento del estado de emergencia nacional.
Sin embargo, el mayor impacto de las protestas se dará sobre la inflación. Los bloqueos de carreteras ya vienen generando desabastecimiento en los centros urbanos, lo cual se traduce en aumento de precios de los productos de primera necesidad, aparte de las pérdidas de productos perecibles. La inflación difícilmente bajará del nivel de 8% por los próximos meses, dificultando la labor de control de la inflación por parte del BCRP.
Como consecuencia, el BCRP deberá continuar ajustando su tasa de interés de referencia para contrarrestar la elevación de la inflación. La desaceleración económica y la elevación de las tasas de interés contribuirán a un incremento de la morosidad bancaria aún mayor al que se ha venido observando en los últimos meses (ver Gráfico 2).
De no resolverse rápidamente la crisis política, las consecuencias sobre la economía podrían ser aún más severas. El mayor impacto de una prolongación de la crisis se daría sobre los niveles de inversión y por ende de la generación de empleo formal. Las expectativas de los agentes económicos experimentarían un significativo deterioro, influyendo sobre la inflación y el crecimiento del PBI durante el 2023.
El adelanto de las elecciones traerá consigo un nuevo periodo de incertidumbre que estancarán los planes de inversión de las empresas. Es de esperar que el gobierno no sucumba a la tentación de implementar medidas populistas, con fines electorales. Aumentos del salario mínimo y generalización de bonos y subsidios solo llevarían a una agudización de la inflación.
A la ya precaria situación de la economía peruana se le suman el deterioro del escenario de la economía mundial. Las posibilidades de recesión en EUA y en la Unión Europea son cada día mas elevadas. Por otro lado, la posibilidad de una intensificación de la guerra en Ucrania después del invierno europeo hace prever nuevos incrementos en los precios del petróleo y de los alimentos. A ello se suma la desaceleración de la economía China, seriamente afectada por la política de COVID cero.
El deterioro del escenario mundial tendrá un impacto directo sobre la demanda de nuestras exportaciones que se traducirán en un mayor deterioro del balance en cuenta corriente. Lo anterior, sumado al elevado nivel inflacionario y la prolongada crisis política viene impactando en la calificación crediticia del país, que podría perder el “grado de inversión”, con el consecuente encarecimiento del crédito internacional y la reducción de la inversión extranjera.
Nuestras autoridades deberían dejar de lado la manida justificación de que nuestra economía está blindada de la política y que nuestra situación es mejor que la de otros países de la región, para concentrarse en la solución inmediata de la crisis política que amenaza, cual agujero negro, en agudizar la inflación, generar una recesión económica, retraer la inversión privada, aumentar el desempleo y colapsar las instituciones pilares de nuestra democracia. Las autoridades tienen la palabra.