La región Lambayeque cuenta con seis cuencas correspondientes a los ríos Cascajal, Olmos, Motupe, La Leche, Chancay y Zaña. Estos ríos cuentan con un caudal mínimo la mayor parte del año con la excepción de los meses de verano que ven aumentar su caudal significativamente como consecuencia de las lluvias en la sierra alta. Cada cuenca cuenta con bocatomas o diques en sus zonas altas que permiten distribuir y regular el riego a través de múltiples acequias y canales de regadío correspondientes a cada rio.
En años de grandes avenidas, como las que suceden cuando ocurre El Niño, el caudal de estos ríos sobrepasa la capacidad de las bocatomas o diques, se desborda de sus cauces y se abalanza sobre los indefensas poblados aguas abajo causando, muertes, destrucción de infraestructura y paralización de la actividad económica. La situación se agrava porque las lluvias también se dan en las zonas bajas y las ciudades tienen sistemas de alcantarillados pobres o inexistentes.
En 1924, el joven departamento de Lambayeque, para envidia de sus vecinos Piura y La Libertad, se encontraba en su máximo esplendor. El presidente de la república, Augusto B. Leguía, lambayecano por antonomasia, no solo había iniciado un vasto plan de obras públicas por todo el país, sino que había autorizado el inicio de las obras del proyecto de irrigación más ambicioso de la historia del país que abarcaban los departamentos de Lambayeque y Piura. El presidente Leguía, a pesar de la férrea oposición en el congreso y medios de comunicación que atacaron el proyecto por considerarlo exorbitante y ruinoso para la economía del país, designó al Ing. Charles W. Sutton, jefe de la comisión de irrigación de los departamentos de Lambayeque y Piura, como jefe responsable de todo el proyecto.
En 1925 la situación era tan grave que el presidente Leguía telegrafió a Sutton para que de acuerdo con las autoridades y la Comisión de Irrigación procediese a defender con preferencia el pueblo, zona o comunidad cuyo peligro fuese mayor. Como era de esperarse las autoridades acordaron concentrar sus esfuerzos en la defensa de la ciudad de Lambayeque. Ante el peligro que existía de que cediesen sus defensas la población pedía que desde aguas arriba se desviase el río Chancay hacia la acequia Lémape (hoy el río Reque) mediante la ejecución de la llamada quiebra El Santeño, en la hacienda Calupe. La ejecución de esta quiebra (desvío de las aguas) significaría una gran protección para la ciudad de Lambayeque, pero, a su vez, implicaría el peligro de que Chiclayo, Reque, Monsefú y Eten, y sus respectivas áreas agrícolas, entre ellas importantes haciendas, quedasen inundadas por la incapacidad del cauce de la acequia Lémape para contener grandes caudales.
El 13 de marzo de 1925, se presentó una fuerte cantidad de agua proveniente del desborde de la bocatoma de la hacienda Pomalca, “que por recibir del río Lambayeque enormes caudales” había inundado parte de la hacienda Pomalca y se dirigía hacia Chiclayo. Esta avalancha fue contenida mediante el trabajo de “cuadrillas improvisadas cuyo número llegó a alcanzar a 300 hombres.” El Ing. Luis Antonio Noya, era el administrador de aguas del rio Lambayeque. De su informe se extraen los siguientes dramáticos episodios por los que pasó la ciudad de Lambayeque en 1925 y que hacen recordar los aciagos episodios vividos por la ciudad de Piura en las últimas semanas.
“… juzgando toda la injusticia que significa vaciar un río sobre otro, he sido siempre decididamente opuesto a la apertura de la quiebra del Santeño en particular, y a la de cualquier otra en general. Felizmente fue la Jefatura de la misma opinión, y convencidos al llegar a la toma de Pomalca, una vez que la quiebra del Santeño sería la nota negra de la campaña de acción y labor en la que tanto y tantos estábamos empeñados, se logró mediante telefonemas y comunicaciones que se cambiaron durante toda la noche con los señores Prefecto y Sutton, el -no ha lugar- a semejante atentado.”
El 18 de marzo, la naturaleza se encargó de realizar lo que los técnicos y autoridades no se atrevieron. El rio Chancay desbordó el Salteño y realizó la quiebra del Chancay hacia la acequia Lémape convirtiéndola en el actual rio Reque. El nuevo río recibió, como consecuencia de la quiebra, un enorme caudal que llevó su cauce original de 20 metros a un ancho de 200 metros y en algunos lugares de 300 metros. El río arrasó con las tomas, terrenos marginales, puentes y con todo lo ubicado cerca del antiguo cauce. El puente de ferrocarril de Eten, fue totalmente destruido por las aguas. Finalmente, el 30 de marzo una quiebra del río Eten inundó la villa del mismo nombre y amenazó el puerto.
Luego de la quiebra el río Lambayeque quedó totalmente en seco. Ricardo A. Miranda en su “Monografía Histórica del Departamento de Lambayeque” señala que esa “tétrica madrugada” en la que Lambayeque estuvo a punto de ser inundada, “marcará en la memoria de sus habitantes un recuerdo inolvidable que acaso perdure por toda la vida transmitiéndose de generación en generación, como uno de los acontecimientos de más trascendencia en su vida histórica”.
Los desastres de 1925 y 1926 y los posteriores desastres de 1983 y 1998, se pudieron haber evitado si el proyecto de irrigación de los departamentos de Lambayeque y Piura del Ing. Sutton se hubiese llevado a cabo en su integridad. El proyecto del Ing. Sutton, que muchos confunden con el proyecto Olmos, consistía en la construcción de un canal transversal paralelo a la cordillera (ver croquis adjunto) que uniría los cauces de los ríos Chancay, La Leche, Motupe, Olmos y Cascajal en sus zonas altas permitiendo utilizar las aguas del río Huancabamba , Chotano, Conchano y otros ríos que se vierten en la hoya del Amazonas para derivarlas a Lambayeque con 28 kilómetros de túneles y engrosarlas con los recursos acuíferos de los ríos antes mencionados. El canal transversal también permitía llevar las aguas derivadas del Huancabamba hasta el Alto Piura, evitando tener que construir otro túnel transandino.
El proyecto contemplaba la construcción de un conjunto de reservorios a lo largo del canal transversal y centrales hidroeléctricas con una potencia instalada de 600 MW suficientes para generar electricidad para todo el norte del país. El proyecto se complementaba con obras de drenaje y saneamiento en todo el departamento. Los actuales proyectos de Tinajones, Olmos, y la central Carhuaquero no contemplan la existencia del canal transversal y por lo tanto no están en condiciones de prevenir los grandes desastres asociadas al Niño, que era lo que Sutton quería prevenir.
El historiador Jorge Basadre señala que: “A Sánchez Cerro se le hizo creer que [el proyecto de irrigación de Lambayeque y Piura] no era sino una farsa y Sutton un vulgar ladrón. Inclusive una noche en Pimentel se le quiso asesinar y de ello se libró por la lealtad y el valor de sus amigos. Luego fue sometido a prisión y a vejámenes…”. La maquinaria y las instalaciones del proyecto de irrigación fueron saqueadas y destruidas.
Después de varios años las acusaciones fueron retiradas y Sutton quedó rehabilitado, pero había quedado muy dolido. “Me arrebataron hasta las cartas de mi madre” solía decir. Sutton falleció el 19 de mayo de 1949, a los 72 años, ya nacionalizado peruano, siendo funcionario de la Dirección de Aguas e Irrigación del Ministerio de Fomento y Obras Públicas.
El agua del río Huancabamba que nace en Piura es también reclamada por las poblaciones del Alto Piura, Chulucanas y Morropón que también necesitan de agua permanente para sus cultivos. En el 2009, los representantes y técnicos de los gobiernos regionales de Lambayeque, Piura y Cajamarca, firmaron el acta donde se establece que del total de las aguas del Huancabamba, 335 millones de metros cúbicos le corresponden al Proyecto Alto Piura, mientras que 453,31 millones de metros cúbicos al Proyecto Olmos. Esta fue la partida de defunción del proyecto del Ing. Sutton y de las obras de prevención. No aprendemos nada de la historia.