A fines de este mes, los líderes mundiales se reunirán en la cumbre contra el cambio climático COP26 en Glasgow, Escocia, con el objetivo de establecer un curso para que las emisiones globales netas de dióxido de carbono (CO2) alcancen cero para 2050. Lo paradójico de esta cumbre es que desde mayo de este año, los precios del petróleo, carbón y gas han aumentado en más de 95%. Gran Bretaña, el anfitrión de la cumbre, ha vuelto a activar sus centrales eléctricas de carbón, los precios de la gasolina estadounidense han alcanzado los 3 dólares por galón y los apagones han envuelto a China e India, como consecuencia de la escasez de gas, motivado por los esfuerzos de reemplazar al carbón por gas en las matrices energéticas de estos países.
La crisis es consecuencia de los profundos problemas asociados al proceso de transición a un sistema de energía más limpio, incluyendo la inversión inadecuada en energías renovables y nuevas tecnologías, el aumento de los riesgos geopolíticos y la falta de efectivas políticas nacionales de protección ambiental.
Sin reformas rápidas habrá más crisis energéticas y, tal vez, un cambio del sentimiento popular contra las actuales políticas para combatir el cambio climático. La pandemia ha desnudado estas deficiencias y el costo será una inflación más alta y un crecimiento más lento. Lo peor es que nuevas crisis de este tipo pueden ser recurrentes. El Perú, a pesar de ser exportador de gas natural, no es ajeno a estas crisis: el precio del gas licuado de petróleo al consumidor así lo demuestra.
¿Qué es la COP26? La COP26 es la conferencia anual de las Naciones Unidas sobre el cambio climático. COP significa Conferencia de las Partes por sus siglas en inglés. Las Partes son los signatarios de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), un tratado acordado en 1994 que cuenta con 197 Partes (196 países y la UE). La conferencia de 2021, organizada por el Reino Unido será la 26ª reunión de las Partes, por lo que se llama COP26.
El cambio climático ha pasado de ser un tema marginal a una prioridad global. Para entender por qué, es necesario mirar hacia atrás. La COP21 tuvo lugar en París en 2015 y en ella todos los países acordaron a) trabajar juntos para evitar que el calentamiento global sobrepasara los 2 °C, b) adaptarse a los impactos de un clima cambiante y c) aportar dinero a los países necesitados, para cumplir con estos objetivos. Así nació el Acuerdo de París.
Bajo el Acuerdo de París, los países se comprometieron a presentar planes nacionales para reducir sus emisiones netas y acordaron actualizar sus planes cada cinco años. El Perú presentó su plan en 2015 pero aún no ha presentado su plan actualizado.
Como trabajo previo a la COP26, el grupo de expertos de la ONU ha preparado su sexto informe de evaluación (AR6) sobre el cambio climático. Sus conclusiones son alarmantes (ver Gráfico 1). El calentamiento provocado por la actividad humana llegó en 2017 a aproximadamente 1 °C con respecto a los niveles preindustriales. Al ritmo actual, el aumento de las temperaturas globales llegará a 1.5 °C en torno a 2040. Con esta tendencia no se lograría limitar el calentamiento global por debajo de los 2 °C en el presente siglo. Los objetivos anunciados en París darían lugar a un calentamiento muy por encima de los 2 °C para 2100 en comparación con los niveles previos a la revolución industrial.
¿Por qué es importante limitar el aumento de la temperatura a 1.5 °C? Porque un incremento de 2 °C de en la temperatura global tendría impactos severos en la naturaleza y, por ende, en la humanidad. Un tercio de la población mundial estaría expuesta regularmente al calor severo, lo que llevaría a problemas de salud y más muertes relacionadas con el calor. Casi todos los arrecifes de coral de aguas cálidas serían destruidos, y el hielo marino del Ártico se derretiría por completo al menos un verano por década, con impactos devastadores en la vida silvestre y las comunidades que dependen de esta. Ya se viene observando la pérdida de capas de hielo en Groenlandia y en la Antártida que, si continuara, elevaría en varios metros el nivel del mar.
Con una elevación de la temperatura global en 1.5 °C, los impactos serían graves, pero menos severos. Habría menores riesgos de escasez de alimentos y agua, menores riesgos para el crecimiento económico y menos especies en riesgo de extinción. Las amenazas a la salud humana derivadas de la contaminación del aire, las enfermedades, la malnutrición y la exposición al calor extremo también serían menores. El reporte de los expertos concluye que el objetivo debería ser reducir la meta de 2 a 1.5 °C.
¿Cuál es la posición del Perú frente a este reto mundial? Si bien la contribución del Perú al calentamiento global es mínima comparada con la de los países desarrollados como EUA, países de Europa, China, Rusia, Japón y la India, si tiene mucho que perder por los efectos del calentamiento global como son la pérdida de glaciares en los Andes, sequías y mayor frecuencia de desastres naturales. La contribución más importante que puede dar el Perú no es en la emisión de CO2, sino evitar la reducción de la absorción de CO2 asociada a la desforestación, especialmente de la selva amazónica.
El Perú se comprometió en el 2015 a reducir significativamente la deforestación; sin embargo las estadísticas internacionales demuestran lo contrario. Según el Climate Analysis Indicator Tool (CAIT) del World Resources Institute (WRI) el Perú viene aumentado la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) a un ritmo que se ha intensificado a partir de 2011. Este comportamiento contrasta con los indicadores de Chile y Colombia (ver Gráfico 2).
En su compromiso, el Ministerio de Medio Ambiente propone una reducción del 31% de las emisiones de gases de efecto invernadero, basado en la contribución de varios proyectos de absorción de CO2 y mejora de su “desempeño socioambiental”.
El compromiso incluye 58 opciones de mitigación en sectores que van desde los residuos sólidos hasta la electricidad y el uso del gas. Las emisiones aún aumentarían un 10% sobre los niveles de 2010, pero serían 82 millones de toneladas de CO2 al año más bajas para 2030 que la tendencia observada en 2010. Los indicadores demuestran que estos compromisos no se han cumplido.
Lo paradójico es que estos compromisos han coincidido con la creación del Ministerio del Ambiente (MINAM) en 2008. La función Ambiente para el 2021 tiene un presupuesto asignado de 4,309 millones de soles del total del presupuesto de 217,254 millones (1.98%). Habría que preguntarse si estas abultadas cifras se están utilizando eficientemente. Los indicadores de avance físico parecieran indicar lo contrario. Muchos recursos han venido siendo asignados a estudios y consultorías que no se han traducido en resultados prácticos. Volveremos sobre el tema en próximas entregas.