«Make America Great Again» (Hacer a América Grande Otra Vez) fue el lema que llevó a Donald Trump a ser reelecto como presidente de los Estados Unidos; una promesa de restauración de la imagen idealizada de país líder y hegemónico en lo económico y geopolítico. ¿Qué doctrina encierra la ‘Trump-Economics’? ¿Qué medidas económicas tomará? ¿Qué impactos pueden derivar de una combinación agresiva de reducciones de impuestos y aumento del gasto público, con proteccionismo comercial puro y duro y desregulación de sectores clave oligopólicos?
En esta entrega analizo las vértebras de su doctrina económica, paso revista a sus ‘gangas tributarias’ y a su propuesta de expansión del gasto público, reviso su plataforma de proteccionismo comercial y su propuesta de reforma desregulatoria discrecional pro inversión privada. Luego profundizo en su propuesta desregulatoria energética, financiera, laboral y ambiental. En una siguiente entrega analizaré el impacto de todo este paquete, en la estabilidad económica de Estados Unidos, la inversión, el crecimiento, la competitividad, el comercio global, el déficit fiscal, el endeudamiento público, la inflación y el riesgo de estabilidad del dólar como reserva de valor y medio de cambio. Premunido de principios macroeconómicos y criterios mesoeconómicos, puedo adelantar que el balance de los impactos es negativo, especialmente a mediano y largo plazo. Y podrían llegar a ser catastróficos si Trump logra obtener un control político de la Reserva Federal.
‘Trump-Economics’: La Doctrina Quimera
La Quimera es un ser híbrido con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente. Un monstruo que seduce con su mezcla de perversión y deseos materiales saciables con inmediatez (el león), con perversión en el dominio sexual (la cabra) y perversión en la mentira y el engaño (la serpiente). El resultado es un sueño o ilusión que seduce pese a su carácter efímero o a su alta probabilidad de irrealización[1].
Un símil de la Quimera puede ser la ‘Trump-Economics’: un híbrido que mezcla los elementos más negativos del keynesianismo, del neoliberalismo y del mercantilismo. Se trata de una doctrina ávida por reactivar rápido la producción, la inversión y el consumo expandiendo el gasto público y recortando impuestos al estilo keynesiano, así como desregulando sectores clave altamente oligopólicos (farmacéutico, financiero y energético) bajo un molde neoliberal, y aplicando medidas arancelarias y para arancelarias proteccionistas orientadas a restringir las importaciones, bajo una clara reminiscencia mercantilista.
Sin embargo, el keynesianismo trumpiano es contradictorio con los principios de responsabilidad fiscal promovidos por el neoliberalismo. Más aún, es contradictorio con los principios de autonomía de la política monetaria, si se materializara el deseo expresado por Trump de influir directamente en las decisiones de la Reserva Federal, para mantener las tasas de interés en el piso o hasta el sótano si fuera posible.
El ‘neoliberalismo desregulador’ focalizado a algunos sectores ‘elegidos’ que son altamente oligopólicos, tiende a favorecer a grandes corporaciones con elevado poder de mercado como para exacerbar la desigualdad económica, lo cual es un punto crítico tanto para keynesianos como para algunos liberales que abogan por una distribución más equitativa del ingreso.
La postura desreguladora de Trump tiende a beneficiar desproporcionadamente a grandes corporaciones en sectores específicos, por lo cual es más cercana a un neo-mercantilismo oligárquico que a un neoliberalismo, al alinear al resto de la economía con los intereses de una élite empresarial, sin un enfoque equitativo para toda la población. Mientras el neoliberalismo busca abrir mercados, el neo-mercantilismo busca cerrarlos, abriendo sólo aquellos mercados que favorecen a una élite oligopólica o monopolista.
En suma, las contradicciones significativas entre ideologías diversas sugieren que la ‘Trump-Economics’ se asemeja más a un ‘neo-mercantilismo oligárquico’, con políticas diseñadas para beneficiar a ciertos sectores económicos y corporaciones escogidos, en lugar de promover un crecimiento equilibrado, equitativo y sostenible para toda la sociedad. Esta mezcla plantea preguntas sobre su coherencia teórica y su efectividad a largo plazo en un contexto global cada vez más interconectado. Preguntas que quizás no sería tan urgente hacerse, si no fuera porque el triunfo de Trump le ha dado el control de ambas cámaras del Congreso de Estados Unidos, por lo que sus deseos hoy podrían fácilmente convertirse en realidad, a diferencia de anterior gobierno. Analicemos entonces cómo se desglosan las medidas que Trump ha venido anunciando.
Gangas Tributarias y Expansión del Gasto Público
En la receta económica de Trump, ante todo reluce como un manjar, la idea fuerza de una agresiva reducción de impuestos para empresas y la mantención de bajos impuestos a las personas naturales. En cuanto al impuesto a la renta de empresas, tras haberlo bajado en 2017 de 35% a 21%, ahora pretende llevarlo a 15%. Además, propone extender los recortes del impuesto a la renta para personas naturales que había implantado en 2017 con expiración en 2025, así como eximir de ese impuesto a las propinas, los salarios de la seguridad social y las horas extra trabajadas.
También plantea eliminar el denominado ‘Impuesto Mínimo Alternativo’ que pagan las empresas y personas de más altos ingresos, suprimir el impuesto sobre las herencias, otorgar beneficios fiscales a las empresas que repatríen ganancias obtenidas en el extranjero y dar incentivos fiscales a inversiones en zonas económicamente deprimidas.
A esta ola de reducción de impuestos se suma una ola de nuevos gastos. Principalmente del gasto en infraestructura con un plan de inversión de más de US$ 500 mil millones, orientado a mejorar las cadenas de suministro y promover la fabricación nacional, siguiendo el modelo del ‘New Deal’ del expresidente Franklin D. Roosevelt.
Trump también propone invertir en tecnologías militares avanzadas y aumentar los salarios de los militares, en fortalecer la seguridad fronteriza, en implementar un programa de deportación masiva combinado con un programa de atracción de talentos.
En contrapartida, plantea reducir gastos sociales, como eliminar el Departamento de Educación, reducir las asignaciones para programas de diversidad y equidad, y crear un comité liderado por Elon Musk con el objeto de reducir el gasto público hasta en US$ 2 billones.
Proteccionismo Comercial a Ultranza
En el frente comercial Trump ha anunciado un virtual terremoto grado ocho, al pretender implantar un arancel general (flat) del 10% sobre todas las importaciones, vengan de donde vengan, con tasas aún más altas para países específicos: hasta un 60% para China y un 25% para México, con la amenaza de aumentos adicionales, si su gobierno no controla la migración ilegal a través de la frontera.
También ha expresado su voluntad de bloquear la adquisición de medicamentos esenciales de procedencia extranjera y su intención de renegociar o abandonar acuerdos comerciales que, según él, no benefician a Estados Unidos.
Desregulación Discrecional Pro Inversión Privada
Trump planea desregular y eliminar barreras burocráticas en sectores clave, para atraer inversiones nacionales y extranjeras. Sin embargo, a las inversiones provenientes de China se les prohibirá la adquisición de infraestructuras energéticas, tecnológicas y agrícolas, por considerarlas un peligro para la seguridad nacional. Específicamente planea reducir las regulaciones que dificultan el comercio internacional, excepto con países considerados adversarios, como China.
Se trata pues de una amplia gama de reformas multisectoriales orientadas a la desregulación, con afán de estimular el crecimiento económico y la inversión privada, con posibles impactos significativos en el medio ambiente, los derechos laborales y la seguridad del consumidor. La confluencia de esta política desregulatoria con políticas proteccionistas crea además un sesgo negativo contra las inversiones extranjeras, ante su acceso más caro y limitado a insumos importados.
Desregulación del Sector Energético
En el sector energético Trump se propone eliminar o reducir significativamente las regulaciones ambientales que limitan la exploración y producción de petróleo y gas natural; acelerar los procesos de aprobación de nuevos proyectos de infraestructura energética, como oleoductos y terminales de exportación de gas natural licuado; y revocar las normas que promueven los vehículos eléctricos y elevan los estándares de eficiencia de combustible para vehículos, a fin de favorecer la producción de vehículos de combustión interna. También quiere derogar las nuevas normas de emisiones que buscan que los vehículos eléctricos representen hasta dos tercios del total de vehículos vendidos hacia el año 2032.
Desregulación del Sector Financiero
En el sector financiero la fiebre desregulatoria de Trump va muy lejos y es incompatible con los principios y normas internacionales plasmadas en el Acuerdo de Basilea. Planea relajar las regulaciones bancarias implantadas tras la crisis financiera de 2008 (Ley Dodd-Frank), reduciendo los requisitos de capital que los bancos deben mantener con relación a sus activos, para permitir que presten más dinero. Ello induciría una menor capacidad de los bancos para absorber pérdidas, yendo en contra del objetivo del Acuerdo de Basilea de asegurar que las instituciones financieras mantengan un nivel adecuado de capital.
Trump también pretende reducir la supervisión sobre las instituciones financieras, lo que debilitaría la transparencia y la gestión adecuada del riesgo, centrales en las recomendaciones del Acuerdo de Basilea. Quiere además minimizar la capacidad regulatoria y la autoridad del Consejo de Supervisión de Estabilidad Financiera para designar instituciones financieras como ‘demasiado grandes para quebrar’. Y quiere desmantelar la Oficina para la Protección Financiera del Consumidor, que supervisa y regula las prácticas del sector financiero para proteger a los consumidores, y relajar las regulaciones sobre préstamos hipotecarios, incentivando la expansión del mercado inmobiliario con amplio acceso al crédito hipotecario. Además, busca flexibilizar las regulaciones de operaciones con derivados, dándole a las instituciones financieras mayor discrecionalidad para apalancarse sin ninguna trazabilidad ni transparencia.
Flexibilización del Mercado Laboral
En materia trabajo, Trump planea flexibilizar aún más las regulaciones laborales, a pesar de tener Estados Unidos el régimen laboral más flexible del mundo (seguido de Singapur)[2]. Buscaría eliminar o suavizar las regulaciones sobre estándares salariales y de horas de trabajo, ampliar el contingente de empleados ‘exentos’ de las regulaciones sobre horas extras, prohibir prácticas que faciliten la sindicalización y reducir la influencia de los sindicatos en negociaciones laborales, facilitar el cierre de instalaciones de empresas y el despido de empleados durante disputas laborales, disminuir los estándares de seguridad laboral, promover el uso de trabajadores temporales o contratistas independientes y reducir la cobertura médica y otros beneficios.
Desregulación Ambiental
Durante su primer mandato Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre cambio climático y ahora volverá a la carga en esa senda de distanciamiento de compromisos internacionales. Planea limitar el alcance de la Ley de Especies en Peligro de Extinción, reducir las regulaciones sobre áreas naturales protegidas para permitir más actividades extractivas, facilitar los permisos para la explotación minera y el acceso a tierras federales para actividades mineras, reducir las regulaciones ambientales respecto al uso del agua y pesticidas en la agricultura.
También planea desmantelar regulaciones que limitan las emisiones de gases de efecto invernadero y otros contaminantes, incentivar la producción y el consumo de combustibles fósiles como el petróleo y el gas natural ampliando las áreas de exploración y extracción, incluyendo zonas protegidas.
Además, ha anunciado que disminuirá o eliminará las contribuciones de Estados Unidos a fondos internacionales destinados a combatir el cambio climático, argumentando que otros países deben asumir una mayor responsabilidad financiera.
Queda pendiente mi análisis de los impactos de todas estas medidas, para la siguiente entrega. Estemos alertas a todos estos cambios, pues la ‘Trump-Economics’ puede modificar tremendamente el entorno económico tal como lo conocemos hoy.
[1] La quimera puede simbolizar también un monstruo que devasta un país o el gobierno de un gobernante pervertido, tiránico o débil. Paul Diel (2002). El simbolismo en la mitología griega. Petite bibliothèque. Paris: Payot.
[2] Las leyes laborales en Estados Unidos permiten la mayor flexibilidad en la contratación y despido de empleados. La «doctrina del empleo a voluntad» permite a los empleadores despedir empleados sin causa justificada, siempre que no sea por motivos discriminatorios. Véase el Index of Economic Freedom de la Heritage Foundation o el Doing Business Report del Banco Mundial.