Desde mayo próximo la Remuneración Mínima Vital (RMV) será de S/ 850 por mes, tras permanecer durante 47 meses en S/ 750. En gobiernos en los que existe una tradición de fijación de salarios mínimos, se justifican las elevaciones del “piso” remunerativo cuando ocurren los siguientes eventos: (1) la inflación socava el poder adquisitivo de largo plazo de la población de menores recursos, y/o (2) el rendimiento de las actividades económicas de baja productividad laboral crece de manera vigorosa y sostenida.
Si se tiene en consideración ambos postulados, el reciente ajuste anunciado por la administración Humala es anti técnico, puesto que en el primero de los casos, si bien es cierto que en los últimos 35 meses la RMV ha disminuido lentamente su valor en términos reales, se debe anotar que, si se le evalúa en el largo plazo, la RMV no ha retrocedido, sino más bien ha crecido en términos reales a un ritmo anual del 2% entre 2006 y 2015; mientras que en el segundo caso, entre 2006 y 2015, la productividad laboral de los sectores con personal de baja productividad (agricultura, comercio y servicios de restaurantes y hoteles) apenas ha crecido a una tasa de 0,8% promedio anual.
Pero dado que la medida ya fue promulgada, se espera un impacto directo sobre las empresas formales con demanda laboral concentrada en grupos con alta sensibilidad a las variaciones del salario mínimo, tales como jóvenes, trabajadores sin experiencia y empleados de actividades económicas de menor productividad laboral. Al incrementarse los costos laborales, la demanda por estos tipos de trabajadores se fragmentará en dos: la demanda laboral de empresas que podrán trasladar el incremento de costos a los precios de sus mercancías (pues sus productos detentan demandas inelásticas) y la demanda laboral de empresas a las que les será imposible aumentar sus precios (demandas muy elásticas).
En el segundo segmento se hallan principalmente las empresas formales con demandas laborales de entre 2 y 10 trabajadores, es decir las microempresas, unidades económicas con estructuras de costo tan frágiles que cada incremento inesperado en el costo de sus insumos desata una batalla por la supervivencia. En el Perú las microempresas formales apenas dan trabajo a 546 mil personas, es decir el 3,5% de la PEA ocupada, mientras que las microempresas informales brindan empleo a 2,9 millones personas (18,4% de la PEA ocupada).
La evidencia empírica nacional e internacional indica que en mercados laborales dominados por la informalidad (72,8% de la PEA ocupada nacional es informal), los incrementos en la RMV que no están alineados con ganancias de productividad, generan en el corto plazo desplazamientos forzosos de la demanda formal hacia territorios de la demanda informal, produciendo una considerable merma en la calidad del empleo, pérdida de derechos laborales, disminución en los ingresos y, a la larga, pobreza. Las perspectivas de MAXIMIXE para el crecimiento del empleo 2016 eran de 1,8% antes del anuncio del aumento de la RMV, tras esto, las probabilidades de generación de empleo serán nulas.