El índice del dólar estadounidense alcanzó un nivel de 104,6 el martes, marcando su punto más alto desde mediados de marzo. Este aumento se vio impulsado por un sentimiento de aversión al riesgo en los mercados globales, desencadenado por los decepcionantes índices de gestión de compras (PMI) tanto en China como en Europa. Estos datos han reavivado las preocupaciones sobre la salud de la economía global. En contraste, en EEUU, los analistas están cada vez más optimistas sobre la capacidad de la economía para evitar una recesión.
Los analistas en EEUU están mostrando signos de optimismo, creyendo que la economía del país podría evitar una recesión. Hay indicios de que la Reserva Federal está en camino de lograr un «aterrizaje suave», con una inflación que se acerca a la meta y un mercado laboral ajustado. Actualmente, se espera que la Reserva Federal mantenga estables los tipos de interés este mes, y la probabilidad de un aumento de 25 puntos básicos en noviembre se sitúa en el 36%. Además, el dólar se fortaleció frente a las principales monedas, especialmente frente al dólar australiano, que registró una actividad de compra más pronunciada (+1,2%) después de que el Banco de la Reserva de Australia mantuviera las tasas de interés sin cambios.
Es relevante destacar que el fortalecimiento del dólar en el contexto global podría tener múltiples implicaciones. Por un lado, un dólar fuerte podría beneficiar a los inversores que mantienen activos denominados en dólares, pero también podría representar desafíos para los países emergentes que tienen deudas en esta moneda. Además, el fortalecimiento del dólar frente al dólar australiano y otras monedas sugiere que los inversores están buscando refugio en activos considerados más seguros, lo que podría ser un indicador de la incertidumbre que prevalece en los mercados globales.