Por Percy Correa, director de MAXIMIXE Escuela
El próximo 27 de Noviembre se reunirán los países de la OPEP en Viena para definir una estrategia frente a las actuales poco alentadoras perspectivas para las cotizaciones del petróleo y gas. Sin embargo, desde ya se pueden anticipar ciertos elementos que estarán presentes en la reunión. Por ejemplo, es claro que el mayor productor y exportador de la Organización, Arabia Saudita, tiene un interés vital que la producción de petróleo no continúe expandiéndose gracias a la mayor explotación de los yacimientos de petróleo de esquisto. Para ello se opondría, tal como lo han anunciado ya algunos funcionarios del mencionado país, a la reducción de la extracción del hidrocarburo. Es más, recientemente redujo sus precios de venta a Estados Unidos y a algunos clientes en el Asia, en un evidente intento de no perder su participación en tales mercados. Esto es, Arabia Saudita de facto ya cambió su política comercial sin la aprobación previa de los otros miembros de la OPEP.
Al parecer, dicho país habría tomado la decisión de tolerar una reducción de las cotizaciones con el fin de retrasar al menos las exploraciones y explotaciones de los yacimientos de petróleo de esquisto, así como también la de los yacimientos en aguas profundas, como es el caso de los del Brasil. Como se mencionó, es probable que los Estados Unidos se conviertan en el primer productor mundial en el 2015 -según la Agencia Internacional de la Energía- y que Brasil comience a exportar petróleo en dicho año. Al respecto, una cotización por debajo de $80-75/barril de petróleo, debilitaría sustancialmente la rentabilidad de tales operaciones e inclusive obligaría a un porcentaje importante de los productores actuales de petróleo de esquisto a cesar sus operaciones.
Como es conocido, Arabia Saudita no ha podido establecer y desarrollar industrias que soporten el alto nivel de vida al cual sus ciudadanos están acostumbrados por décadas, gracias a los elevados ingresos proveniente de las exportaciones de petróleo. En consecuencia, le resulta fundamental preservar los altos ingresos requeridos para ello, aceptando cotizaciones menores, pero aún muy rentables. En este sentido, coyunturalmente, tendría además el soporte de países como Algeria, Libia, Irán y los Emiratos Árabes Unidos -este último país afectado con una burbuja inmobiliaria- todos ellos urgidos de ingresos. En éste sentido, un alto funcionario iraní, el director de Asuntos Internacionales de la National Iran Oil Company, declaró que es poco probable que en la reunión próxima de la OPEP se acuerde una reducción en la producción. Incluso declaró antes, que la reunión de emergencia solicitada por Venezuela el pasado mes de octubre, “era inútil ahora”. Cabe señalar que en anteriores ocasiones, Irán era de los primeros países en apoyar recortes de producción. Finalmente, Kuwait ha señalado también que un recorte de suministros era poco probable. Por otra parte, el canciller venezolano ha desplegado una ofensiva diplomática a favor del recorte de la producción de OPEP, no solamente ante los países de OPEP, sino de terceros productores importantes como Rusia y México, afectados también por la caída de las cotizaciones. Particularmente, Rusia que enfrenta sanciones económicas por su aventura en Crimea, difícilmente podría resistir una reducción adicional de las cotizaciones sin que su economía entre en dificultades mayores a las que ya soporta por las sancion
es que Estados Unidos y sus aliados le han impuesto. Al respecto, a principios de octubre el Banco Central ruso anunció que si la cotización llega a $60/barril, se verá obligado a intervenir en la economía.
Desde la perspectiva de los Estados Unidos, la expansión de la producción que le permitirá lograr su autosuficiencia energética, viene acompañada de algunas ventajas geopolíticas. Ella le permitiría una mayor flexibilidad y menores restricciones para el diseño de una nueva política respecto a los países árabes y otros productores de petróleo. Por ejemplo, adoptar una política dura contra el programa nuclear de Irán, sin preocuparse de las consecuencias de la misma en el mercado petrolero. Igualmente, los países europeos poseen un interés en la explotación de sus yacimientos de petróleo de esquisto, dadas las amenazas de Rusia con el recorte de los suministros de gas, lo que actualmente le proporciona a este último país un elemento de presión muy fuerte, que evita que la Unión Europea adopte medidas más contundentes en respuesta a políticas y acciones de dicho país.
La coyuntura actual evidentemente favorece los objetivos de política exterior de los Estados Unidos y Arabia Saudita, en particular, puesto que las bajas cotizaciones del petróleo representan un duro golpe para los planes económicos y geopolíticos de países rivales como son Rusia, Irán, Irak, Siria y Venezuela, entre otros. Es posible pensar que el actual nivel de precios sea un precio “objetivo”, mutuamente aceptable para los Estados Unidos y Arabia Saudita, pues en el primer caso se mantendría la rentabilidad de las operaciones en los yacimientos de petróleo y gas de esquisto, permitiéndole ser autosuficiente y por ende gozar de mayor flexibilidad en su política exterior. Y con respecto a Arabia Saudita, podría desplazar a países productores de relativamente altos costos y asegurar un mercado para sus inmensos yacimientos de petróleo y gas.
El oligopolio de la OPEP enfrenta una situación que asoma como crítica, si no en el corto plazo, sin duda en el mediano plazo cuando los yacimientos de petróleo de esquisto, de aguas profundas en el Brasil y otros, ingresen al mercado plenamente. Ello sin mencionar los prospectos en el mar del sur de China, los yacimientos de Dinamarca en territorios árticos, los del Mediterráneo entre Egipto y Grecia, etc. Prospectos que dados los precios y tecnologías apropiados, pueden determinar el rediseño completo del mercado petrolero mundial y adicionalmente el de la política exterior de las mayores potencias. Y aun cuando el cartel decidiera en su próxima reunión recortar su producción, cosa poco probable, no sería raro que se registraran inobservancias de los acuerdos, dada la necesidad de ingresos de varios de sus miembros. Por lo tanto, la caída registrada en los precios no sería un fenómeno transitorio. Además existirían presumiblemente factores de carácter político que favorecerían la permanencia de los precios a sus niveles actuales.