La economía del Perú en la era Trump

Más allá de las extravagancias del nuevo presidente de Estados Unidos, hay una fuerte expectativa de que la ‘Era Trump’ inaugurará un boom de infraestructura atado a una política de estímulo fiscal y reducción de impuestos, alimentando un optimismo económico a corto plazo. El efecto más inmediato de esta expectativa es el repunte del dólar, dado que en un ambiente económico fortalecido, la Reserva Federal (FED) tendrá un terreno más propicio para aumentar su tasa de interés referencial en 2017. Entre paréntesis, si la FED diera marcha atrás, prefiriendo continuar con una política monetaria laxa, el dólar volvería a perder fuerza, ante una mayor incertidumbre financiera, como ya sucedió ante la política de reducciones de impuestos del gobierno de George W. Bush.

Las expectativas expansivas dominantes en Estados Unidos vienen ejerciendo fuerte presión vendedora de todo tipo de divisas a cambio de dólares, lo que permite avisorar un fortalecimiento adicional de la divisa americana frente al euro, el yen, el yuan y demás divisas de países emergentes durante los próximos meses. Un dólar más fuerte que el esperado hace unos meses, contribuirá a expandir el poder de compra del consumidor y las empresas americanas, redundando en una mayor demanda importada y un debilitamiento de la oferta exportadora, ante su menor competitividad frente al resto del mundo. Para economías emergentes como el Perú, se aguarda un encarecimiento del servicio de la deuda externa, en un contexto en el que el ministerio de economía y finanzas ha elevado el tope de endeudamiento externo de 30% a 34%; señal nociva de debilitamiento fiscal.

Si bien sobre el papel un dólar más fuerte podría ser una oportunidad para ampliar las exportaciones de bienes no tradicionales hacia el mercado americano, la política comercial proteccionista anunciada por Trump podría frustrar esa perspectiva e incluso reducir drásticamente la demanda, lo que tendría un impacto negativo sobre el sector de textiles y confeciones peruano, ya castigado severamente por la fuerte competencia de las importaciones de textiles y confecciones de China que ingresan al Perú a precios de dumping, y por la pérdida de competitividad de nuestra oferta exportadora frente a la de Centro América y Asia. Un dólar más fuerte también podría inducir presión a la baja sobre los precios de las materias primas de exportación, lo que pinta un escenario incierto para las exportaciones del Perú, teniendo en cuenta que el crecimiento por volumen de oferta de minerales observado en 2016 ya no se va a repetir. No obstante, el precio del cobre podría mantener su comportamiento alcista observado en los últimos meses, durante el primer semestre de 2017, ante un déficit esperado de la oferta de dicho metal, del orden de las 180 mil toneladas para todo el año. Sin embargo, este déficit podría esfumarse si la economía china crece en 2017 menos de 6,5%, tasa esperada frente al 6,7% obtenido en 2016.

Lamentablemente, la probabilidad de una desaceleración de China más marcada viene ampliándose, debido a la creciente necesidad de frenar el apalancamiento de inversiones especulativas por parte de las instituciones financieras, potencialmente generador de burbujas de activos con impacto impredecible, además de la necesidad de mitigar la depreciación del yuan frente al dólar, que en 2016 fue de 6,5%. Se estima que China mantiene una deuda pública del orden de 300% del PBI, por encima de los países más endeudados de Europa. En 2016 la salida de capitales fue de alrededor de US$ 900 billones frente a los US$ 742 de 2015.

En buena cuenta, el banco central  chino está en una encrucijada; necesita restringir la liquidez para evitar una crisis financiera cada vez más amenazante y, a la vez, necesita inyectar suficiente liquidez para evitar que se desacelere el crecimiento más de lo esperado. En tanto dicho banco ya lleva adelante una política de restricción progresiva del crédito, la probabilidad de que el crecimiento sea menor al esperado viene elevándose. Cada punto de menor crecimiento de China le quita al crecimiento del Perú al menos 0,6% del PBI.

En buen romance, 2017 será un año crítico, en el que sólo se puede esperar un crecimiento del PBI mayor a 4% en un escenario optimista. Más aún considerando el atascamiento de grandes proyectos de inversión, como la Línea 2 del Metro de Lima, el Gasoducto del Sur, Tía María y Conga. El reconocimiento de la empresa Odebretch de haber pagado coimas a funcionarios peruanos durante tres gobiernos, ha generado un shock que enerva el panorama político y social, y repercute negativamente en el ambiente inversor, dado que tanto el Metro de Lima como el Gasoducto del Sur son proyectos objeto de investigación.

En este contexto, las medidas del gobierno para reducir las trabas a la inversión pueden compensar la negatividad de este escenario, aunque en una magnitud que sólo podrá evaluarse en el tiempo. Sin embargo, desde el ministerio de economía y finanzas siguen dándose señales confusas, al mantener su pretensión de reducir el IGV y su apetito de mayor endeudamiento. Al darle prerrogativas a la SUNAT para acceder al secreto bancario se puede afectar la confianza del ciudadano de a pie, mientras que al autorizar que capitales no declarados puedan ser blanqueados legalmente, se pone en duda la política anti- corrupción. Asimismo, al abrir las compuertas para que bancos peruanos y extranjeros grandes puedan crear varios bancos, se puede generar una mayor concentración financiera que redundaría en mayores tasas de interés. A no dudarlo el gobierno de PPK necesita lanzar con urgencia un shock de liderazgo político y de gestión, para convencer a todos que hay un norte.