La Economía Peruana en Unidad de Cuidados Intensivos

Las unidades de cuidados intensivos (UCI) reciben a los pacientes con enfermedades o condiciones graves que ponen en riesgo su vida y que, por lo tanto, requieren de una atención 24×7 y el monitoreo constante de sus signos vitales. Haciendo una analogía, la economía del Perú ha entrado en una fase que requiere de una UCI para evitar una recesión y una crisis económica de imprevisibles consecuencias.

Hemos seleccionado seis indicadores de los signos vitales de nuestra economía para monitorear su estado y saber los riesgos que enfrentamos. Si bien técnicamente una recesión económica se define como una caída del PBI, medido en tasas interanuales, por dos trimestres consecutivos, existen algunos indicadores que se anticipan a la llegada de la fase descendente del ciclo económico.

Los seis indicadores seleccionados miden el porcentaje anual de aumento o disminución de las siguientes variables económicas en los períodos anteriores: (i) El PBI; (ii) El índice de precios al consumidor; (iii) La liquidez monetaria real; (iv) La recaudación tributaria; (v) El  Ingreso Promedio de los empleados; y (vi) El valor  real de las exportaciones. La evolución mensual de estos indicadores para el periodo 2020 – 2022 se presenta en los 6 gráficos de la Figura 1.

Los seis indicadores vitales de la economía nos muestran un paciente en estado crítico que requiere ser internado en una UCI para un tratamiento urgente e impostergable. El diagnóstico es que el la salud del paciente se ha venido deteriorando durante años, lo cual ha comprometido sus órganos vitales, sin haber recibido tratamiento adecuado. Al coincidir una tendencia negativa de los 6 indicadores, se evidencia un deterioro generalizado de la salud del paciente y si no se adoptan de inmediato las medidas correctas, se corre el riesgo de que el paciente entre en una crisis profunda de la cual no podrá salir fácilmente.

Veamos los indicadores, el primero crecimiento del PBI, el último dato fue el de noviembre que registró un magro crecimiento de 1.68%. Las proyecciones indican que su crecimiento en diciembre será alrededor de 1% y, a causa de las paralizaciones registradas durante enero, se espera un crecimiento en ese mes de alrededor de 0.5%. En otras palabras, nos estamos acercando rápidamente al terreno negativo en términos del PBI.

El segundo indicador es la inflación, el ultimo dato disponible es la del mes de enero que registró un recrudecimiento de la inflación, llevándola a 8.87% en los últimos 12 meses, como consecuencia del desabastecimiento producto de los bloqueos de carreteras especialmente en las zonas del sur del país. Las acciones vandálicas continúan en todo el país y amenazan desabastecer Lima, con lo que la inflación registraría nuevas alzas en el mes de febrero, haciendo estériles las acciones del BCRP.

El tercer indicador es el crecimiento real de la liquidez monetaria (crecimiento nominal menos la inflación). Después del crecimiento exuberante de este indicador en el periodo de la pandemia como consecuencia del programa Reactiva, el BCRP ha venido reduciendo su expansión registrando contracciones en términos reales de alrededor del 10%. Este decrecimiento de la liquidez ha continuado en los últimos meses y se traduce en limitaciones de crédito, especialmente a las medianas y pequeñas empresas, así como el crecimiento de la morosidad, especialmente en entidades pequeñas como cajas y cooperativas que ya están registrando problemas de solvencia.

El cuarto indicador es la tasa de crecimiento de los ingresos tributarios. Hasta mediados de 2022 el gobierno se ufanaba del significativo crecimiento en términos reales de la recaudación, con tasas superiores al 20% anual. Sin embargo, esta situación ha cambiado dramáticamente; los crecimientos se han convertido en caídas que cada mes son mayores. Los últimos datos registran una caída promedio en los últimos tres meses de 15% y todo apunta a que, debido a las paralizaciones que se vienen registrando, especialmente en los sectores minero y turismo, estas tasas de decrecimiento deben continuar.

El quinto indicador es el crecimiento real de los ingresos promedios del sector formal. Los datos de la planilla electrónica revelan que en términos reales (descontando la inflación) los ingresos promedio de los empleados vienen registrando un continuo deterioro que ya bordea el 4% en términos anualizados. Todo indica que con el resurgimiento de la inflación esta tendencia debe agudizarse. Esta pérdida del poder adquisitivo de los ingresos de la población se reflejará en reducciones de las tasas de crecimiento del consumo personal.

El sexto indicador es el crecimiento real de las exportaciones (valor en dólares menos inflación). Este indicador viene registrando caídas superiores al 20% en los últimos meses producto de las menores exportaciones de minerales y agroindustriales, motivadas por la paralización de la producción y la ausencia de nuevas inversiones.

En estas condiciones no es de extrañar que las agencias calificadoras de riesgo país comiencen a rebajar nuestra calificación y perdamos nuestro preciado grado de inversión con el consecuente encarecimiento del crédito internacional y la reducción de la inversión extranjera.

¿Qué tratamiento debe aplicarse al paciente en estas condiciones? Lamentablemente los doctores del ejecutivo insisten en que la situación del paciente no es crítica, que es un problema temporal, y que la aplicación de una aspirina, como lo es a fin de cuentas el plan reactivador “Con Punche Perú”, el Perú retomará el ritmo del crecimiento superior al 3% en el 2023.

Por su lado, los doctores del congreso ni siquiera se ponen de acuerdo en su diagnóstico. Por un lado están los que sostienen que la asamblea constituyente es la solución a todos los males. Por otro lado están los que ven en el adelanto de las elecciones, con o sin reformas, la solución. Ni el Poder Ejecutivo, ni el Congreso se dan cuenta es de la gravedad de la situación o, quizás, lo que algunos buscan es justamente, agravarla más. Lo fundamental, es que el Gobierno cumpla con el rol que le asigna la Constitución y restaure el orden público y el imperio de la ley. De la toma de aeropuertos y bloqueo de carreteras a la voladura de torres de transmisión hay solo un paso y estaríamos de vuelta en los años ochenta. Estamos advertidos.