Por Percy Correa, director de MAXIMIXE Escuela
El factor fundamental para explicar la situación excedentaria actual del mercado mundial del petróleo, sin duda es el explosivo crecimiento de la extracción de petróleo de esquisto en los Estados Unidos, acompañado con un crecimiento moderado de la demanda global de petróleo. Como se sabe, hace pocos años, en el 2008, Estados Unidos extraía unos 4, 7 millones de barriles por día (bb/d) de petróleo, cifra que a partir de la explotación de los yacimientos de petróleo de esquisto de la formación geológica Eagle Ford, en Texas, y Bakken de Dakota del Norte, ha crecido hasta alcanzar unos 9 millones de bb/d. Un incremento en verdad impresionante, que le ha permitido reducir su tradicional dependencia del petróleo del oriente medio, de donde importó unos 180 millones de barriles al año en el 2008, mientras que ahora sólo adquiere unos 87 millones de barriles al año.
La tendencia al autoabastecimiento de los Estados Unidos ha significado que proveedores tradicionales como Nigeria, que antes vendía 1 millón de bb/d en dicho mercado, han dejado de serlo, o reducido sus ventas en forma significativa. Igualmente, las ventas de dicho país y de otros a la Unión Europea se han contraído por el poco dinamismo de las economías que la integran. Estos desarrollos ha provocado que gran parte del petróleo antes importado por Estados Unidos y por los países europeos, se haya dirigido al Asia (China, India, Japón, etc.), dando lugar a que los países proveedores tradicionales de la región, hayan reaccionado mediante la concesión de descuentos sobre sus precios, particularmente Arabia Saudita, a fin de mantener sus participaciones en las ventas.
Por otro lado, los pronósticos sobre el consumo de petróleo crudo se han venido recortando sucesivamente a lo largo del último semestre del presente año. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) en Marzo anunció que la cantidad demandada de petróleo este año crecería en 1, 4 millones de bb/d, respecto a la demandada en el año 2013, alcanzando un total de 92, 7 millones de bb/d. Pero tal previsión ha resultado ser muy optimista. Recientemente la AIE ha señalado que el incremento anteriormente indicado sería menor en 800 mil bb/d.
El ajuste del mercado, inevitable ante el lento crecimiento de la cantidad demandada y las grandes disponibilidades del petróleo, ha provocado que las dos cotizaciones referenciales principales, la WTI y la Brent, hayan roto ya la barrera de los US$60/b, acercándolos a los niveles no vistos desde el año 2009.
Frente a la evolución del mercado, en esta oportunidad la OPEP, bajo el liderazgo de Arabia Saudita, en su última reunión del pasado mes de Noviembre, decidió no recortar su producción, sino mantenerla, a diferencia de otras ocasiones, cuando las cotizaciones eran consideradas insuficientes. Pero esta estrategia de soporte a las mismas creó su propio antídoto, en la forma de un crecimiento rápido de la extracción del petróleo y gas de las rocas lutitas bituminosas, por medio del empleo de las tecnologías de “fractura hidráulica” y “perforación horizontal”, perfeccionadas en los últimos años.
La decisión de la OPEP de mantener la producción, tiene una explicación económica sencilla. Como se sabe desde hace muchos años, las materias primas confrontan la amenaza de sus sustitutos. En este caso, podría considerarse al petróleo de esquisto como uno del petróleo convencional. Al alcanzar los precios del petróleo niveles que, dada la tecnología disponible, hace rentable la extracción del primero, obviamente su producción incrementará la oferta global de petróleo. Esto es, la estrategia de los recortes de producción para mantener o elevar las cotizaciones al parecer ya no funcionaría más en el futuro, por lo menos no con la facilidad con la que se obtenían los resultados deseados en el pasado.
La OPEP habría decidido corregir el error de la política de recortes de producción y en consecuencia tomar la medida heroica de permitir que sea el propio mercado el que vía ajuste de los precios lo corrija, manteniendo la producción, y por ende, no interfiriendo en la tendencia a la baja de las cotizaciones actuales. Al respecto, el Bank of America de Merril Lynch, previó recientemente que el año próximo las cotizaciones lleguen a niveles de US$50/b y Morgan Stanley a un precio de US$53/b. Esta nueva estrategia por cierto no dejará de ser dolorosa para gran parte de la industria petrolera, y en primer término quizás para la mayoría de los socios de la OPEP, como serían los casos de países con niveles de gastos elevadísimos, basados en los altos ingresos provenientes de las exportaciones de petróleo, tales como Venezuela, Irak, Nigeria, etc. a los cuales habría que agregar a aquellos que sin ser miembros de la OPEP se han beneficiado de sus políticas, como México, Noruega, Rusia, Colombia, etc. Todos estos países indudablemente confrontan en el corto plazo la necesidad de reducir sus gastos, lo cual tendría también una incidencia negativa sobre la situación de la economía mundial el año próximo, incidencia que habría de contrastar con los beneficios que tales bajos precios traerían para la misma.
La producción de petróleo de esquisto es vulnerable porque es una producción de relativo alto costo en relación con el costo de producción del petróleo convencional, aunque menor que el costo del que se extrae de yacimientos en alta mar o en el Ártico. Y es este factor el que la OPEP pretende utilizar a su favor con su nueva estrategia de mantener su producción. Para comenzar, el tiempo de vida productiva útil de un pozo de petróleo de esquisto es de unos pocos años, y por ende los costos de su desarrollo y cargos por depreciación de la maquinaria y equipos utilizados, deben asignarse a los costos totales de producción en un periodo mucho más corto que en el caso de los pozos tradicionales. Segundo, los yacimientos de rocas de esquisto se encuentran en zonas sin infraestructura adecuada que facilite esta producción, tales como oleoductos, a diferencia de los campos petrolíferos tradicionales, lo cual también encarece relativamente los costos de producción. Por ello, se estima que en las actuales circunstancias, en los Estados Unidos se requiere una cotización de US$75 a 80 por barril para justificar su extracción. Y aunque fuentes de la industria señalan que los actuales costos incurridos en la producción de petróleo de esquisto son excesivos, gracias precisamente a los altos precios alcanzados en el pasado, y que hay espacio para una reducción de los mismos elevando la eficiencia de las operaciones, es innegable que la producción de esta clase de petróleo comenzará a decaer pronto si las cotizaciones no mejoran en un plazo corto.
Es previsible entonces que la producción de petróleo de esquisto pierda participación en el total, ya que los niveles de precios actuales comprometen la viabilidad de gran parte de la producción. Por lo pronto, grandes compañías como Conoco Phillips y la British Petroleum, ya anunciaron recortes en sus proyectos de inversión y las importantes Halliburton y Baker Hughes se fusionarán para reducir costos. Así mismo, los permisos solicitados para perforar nuevos pozos para extraer petróleo de esquisto han disminuido. Cabe esperar entonces una restructuración del sector comprometido con la extracción de petróleo de esquisto en el corto plazo. Mientras tanto, los precios de las acciones de las compañías petroleras han experimentado un notable deterioro.
Los cambios que comienzan a observarse en la industria petrolera abren un abanico de preguntas de respuestas inciertas. Por ejemplo, ¿cuál será el nuevo rango de las cotizaciones referenciales, una vez que la oferta y demanda coincidan? ¿Volverán los precios a registrar niveles por sobre los US$100/b en los próximos años o el costo de producción del petróleo de esquisto operará como un límite superior? ¿Los menores precios actuales y futuros, por lo menos en el corto plazo, agravarán o serán un factor de recuperación de la situación presente de la economía mundial y nacional? ¿Cómo reaccionará el gobierno norteamericano frente a la posibilidad de ver comprometida la beneficiosa independencia de las importaciones de crudo del oriente medio, que la producción de petróleo de esquisto le proporciona?
Mientras tanto, por lo menos en el corto plazo, parecería ser que la lógica del mercado sería la encargada de restablecer el equilibrio, esperanzadamente a niveles de precios mayores que los actuales. En este sentido, el ministro de energía de los Emiratos Árabes Unidos, segundo mayor productor de la OPEP y aliado de Arabia Saudita, Suhail al Mazrouei, declaró hace unos días que la OPEP seguirá produciendo a los niveles acordados en la última reunión del pasado mes, aunque el precio cayera a US$40/b. Según dicho funcionario: “el mercado se estabilizará por sí mismo. La OPEP no tiene objetivo de precios”.